Rosa Negra

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Esa noche de primavera fue como un invierno para mí

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Esa noche de primavera fue como un invierno para mí... Amargo, agónico y frio. No sabía a donde ir o en donde pisar, todo lo que un día había intentado construir se perdió de la noche a la mañana, de repente, mi esplendoroso y cálido bosque se vio arrasado por una ráfaga de viento que se llevó todo a su paso; las frondosas hojas dejaron desnudas a las ramas al verse impolutas ante la fuerza del soplo, los troncos se rompieron y las raíces no tuvieron algo que sostener ni de donde sujetarse, el césped tan lene había dejado expuesto el marrón que escondía por debajo y allí mismo, me encontraba yo, soportando el torbellino. 

La esperanza que tenía había dejado de existir, aunque tenía un lugar al cual ir me sentía afligida, el piso a mis pies era un constante terremoto, sentía que cualquier paso en falso me costaría mi casi nula estabilidad. No sabía que hacer, no tenía un plan B porque siempre había existido un plan A. Nunca considere la necesidad de tener una opción pues no creí que podría fallar. 

Fallar

Fallar

Fallar

Esa palabra no dejaba de rondar por mi cabeza, ¿Como fue posible? ¿De verdad no lo logre por correr rápido? ¿Por querer resaltar? Parecía una broma de mal gusto... Talvez debí de romperle la pierna al tal Erd en la pelea cuerpo a cuerpo y talvez, solo talvez lo hubiera logrado... Pero ahora ahí estaba, con la frente apoyada en la ventana, el corazón latiendo a mil por hora, con una opresión en la garganta, el constante soplo agitando mis hebras blancas y unas escurridizas lágrimas rebeldes recorriendo mis mejillas. 

Intente calmarme puesto que pronto llegaría a mi nuevo hogar, suspire y me recompuse. Aprendí desde muy pequeña a no dejar que me vieran vulnerable. El carruaje avanzaba, pero yo me sentía en reversa. En ese instante, mientras el cielo oscuro se unía al final de sendero entendí que al mundo no le importa y no se detendrá, por muy triste o desgraciado que estes. Solo tienes que intentar seguir adelante. 

Y solo Dios sabía lo mucho que me estaba constando.

Las murallas de Rose eran cada vez más evidentes, las calles eran animadas al esplendor de las velas, las mujeres bailaban mientras servían a los borrachos, los niños corrían y los huérfanos robaban a los despistados con sus agiles manos, algunos pedían monedas en la calle mientras que otros despilfarraban por el mero hecho de poder hacerlo, unos vomitaban sus atascos de cantinas mientras que otros morían de hambre, solo unos pocos se permitían bajar los ojos con la intención de ayudar a los desgraciados aunque fuera con desdén. En fin, la humanidad sí que era curiosa. 

Cuando llegue al apartado cuartel de guarnición la luna ya se encontraba alta, lo único que se podía ver eran los candentes faroles que lo alumbraban.

Alisé mi vestido y procedí a tomar mis valijas para bajar del carruaje. Un soldado me escoltó al interior y a mi nueva habitación. 

—Esta es tu habitación, la compartirás con Rico Brzenska, ahora descansa. 

Bajo tu sombraWhere stories live. Discover now