𝑳𝑨 𝑪𝑨𝒁𝑨 𝑫𝑬𝑳 𝑻𝑬𝑺𝑶𝑹𝑶 𝑫𝑬𝑳 𝑺𝑰𝑮𝑳𝑶 𝑿𝑿𝑰: 𝑳𝑨 𝑩𝑼𝑺𝑸𝑼𝑬𝑫𝑨 𝑨𝑩𝑺𝑼𝑹𝑫𝑨 𝑷𝑶𝑹 𝑻𝑬𝑵𝑬𝑹 𝑳𝑨 𝑹𝑨𝒁𝑶𝑵

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No hay nada más humano que el deseo de tener la razón, de ser una persona correcta en todos los aspectos y que siempre de su boca salgan las verdades intocables e incuestionables de lo que se conozca de un determinado tema. Es la mejor definición y al mismo tiempo la más fehaciente prueba de que somos personas destinadas al error, a un error que nos lleve a un perfeccionamiento constante como individuos. Lo malo es que siempre queremos que ese avance sea alabado y reconocido como producto de un gran esfuerzo.

Es algo que se puede evidenciar en todas nuestras disciplinas, desde el científico, hasta el filósofo, el político y el clérigo, buscan que sus palabras puedan calar con fuerza en el otro. Tanto que puedan tomarse como conocimiento lo suficientemente relevante para sí como para que sea reconocido, recordado, aplicado y enseñado a los demás con una suerte digna de una profunda enseñanza de vida. Hasta el erudito más abierto, que clama que no existen verdades absolutas, también deja impregnado en su premisa su propia visión de verdad; por ello, y en cierto modo, darle la razón a dicha afirmación sería darle a ese erudito la razón.

En la ficción, los recuerdos, las enseñanzas e incluso en la forma de cómo vivir la vida, hay una visión embadurnada con una profunda verdad que se encuentra a la espera de ser refutada o simplemente confirmada y seguida ciegamente. Siempre encontramos una realidad a la cual queremos aferrarnos con toda nuestra voluntad vital, y es lo que comprendemos y comprenderemos siempre como nuestra realidad. Pues a pesar de que nuestros ideales y algunos gustos sean cambiantes debido a que cambiamos gracias a varios factores, la base de nuestra identidad siempre se mantendrá igual. Y estaremos destinados a buscar o seguir siempre las mismas cosas pero con apariencias semejantes.

Razones para decir el porqué el ser humano busca tener de forma tan desesperada la razón, hay muchas; tantas como personas en el mundo, la verdad, llegando a ser algo casi innato en cada uno de nosotros cuando nos encontramos en ese camino de autorrealización y descubrimiento propio. Buscamos una base de ideales que encajen con lo que consideramos correcto o directamente lo que nos gusta del mundo que nos rodea, por ello viene a que "la moral es construida a partir de criterios estéticos". De ahí parte nuestro crecimiento personal que no es más que la construcción de nuestra propia realidad.

Por ello, el ser humano se siente completamente atacado cuando alguien con suficiente curiosidad, ingenuidad o argumentos trata de refutar con dichas verdades. Ocasionando en la primera persona una reacción explosiva, pues, lo que concibe como "su mundo" se encuentra bajo asedio de alguien con ideales que pueden ser tanto similares como completamente distantes a los de la persona en cuestión. Por ello buscan defender su razón, sus verdades a como dé lugar. Porque si no, la persona podría terminar completamente derrotada y sin nada a lo que comprender o aferrarse existencialmente.

Llegamos al punto avanzado de comprensión que las cosas que componen nuestro modo de vivir y el entorno en el que nos vemos sometidos a vivir son efímeras; en algunos aspectos más efímeros que nosotros mismos, es así como buscamos siempre en creer de forma desenfrenada en algo o alguien que tengamos la garantía que esté siempre por encima de nosotros. Que sea algo más grande, algo irrefutable, y a pesar no ser necesariamente comprobable, sí que sea imaginable por la mente humana, pues si es si la mente de una persona lo puede concebir, por tanto, es comprensible. Aunque sea solo desde una mirada abstracta y subjetiva.

La vida es un mar de incertidumbre. En una niebla inquietante que nos llena de desesperación, pero que al mismo tiempo me lleva a comprender que para los seres humanos la angustia es vida, pues es esta la que nos impulsa a ver las circunstancias de nuestra vida como momentos desesperados; momentos desesperados que llevan a medidas desesperadas. Eso es quizá el culpable de que muchas personas en la realidad posmoderna que vivimos sienta que vamos siempre a uno por dos de velocidad, que siempre vamos más rápido de lo que realmente vivimos. Que nos falta apreciar más el mundo.

Esta desesperación conduce a siempre sentirnos con el afán de encontrar un norte, el cual seguir de forma incuestionable. Es algo que nunca va a cambiar, lo vemos en las guerras, en las diferencias amorosas y en cómo no. Lo vemos en las redes sociales.

La lucha constante de la razón en redes sociales se vuelve casi que en una caza del tesoro en búsqueda de un valor absurdo. Solo con el fin de sentirse el dueño detrás de la gran revelación o de llenarse por completo los bolsillos del dinero de nuevos adeptos. Siempre hay alguien que quiere decir que su forma de ganar dinero, conseguir pareja o ser productivo es la forma definitiva que debes ver si lo que quieres es cambiar tu rumbo de vida. Continuamente buscamos que nuestra angustia proveniente de Kierkegaard nos sea suficiente para cubrir ese deseo desesperado por qué nuestra razón producto de la objetividad y de la experiencia emocional se imponga sobre las demás.

Muchos, podrían acusar de que estoy usando argumentos aparte para tratar de compartir lo que para mí es mi razón; cosa que no sería extraña y completamente natural, pues el deseo de dar razón es algo que ha perdurado siempre en la esencia natural del ser humano. Pero mi objetivo real, desde este humilde punto de opinión en forma de ensayo literario, sea el compartir una visión, un mensaje y darte de modo ligero una invitación a abrir la lente subjetiva y estar dispuesto a ver más enfoques, más variables.

Si deseas irte sin llevar nada valioso más que el pasar un rato leyendo mis conjeturas y conclusiones, podré decir que mi propósito está más que cumplido y al final de todo, un poco de la razón que invade mi constructo de realidad es parte de ti, así como también lo es el de muchas personas que buscan venderte algo. Porque al final, la caza del tesoro se sintetiza en una venta de propósitos y mundos abstractos para poder vivir como más pleno consideres un modo sobre otro.

La idea que te planteo es... No solo se centra en absorber lo que cientos de personas te puedan ofrecer. Está bien lo que dice Mario Mendoza, con eso de "la persona que no lee vive una vida, la persona que lee vive varias vidas". También enfócate un poco en construir tu propia vida, tu propio bagaje, tu propio rumbo de vida lleno de conjeturas e ideales desenfrenados que termines vendiendo a alguien más. Solo trata que no sean cosas que puedan llegar a ser malsanas para ti o para los que te rodean, porque, sino, acabarás como aquellos pensadores revolucionarios.

Aquellos que sentían que su lucha y sus ideales eran demasiado importantes para defenderlos, e incluso dar la vida por ellos. Que terminan en luchas sin sentido y que nos hacen descender a los infiernos más recónditos de la inmoralidad humana. Esos laberintos oscuros y en los que te sabrás por las noches completamente solo y desorientado.

En los que dejas de ser libre y te conviertes en un soldado de cañón más, en un esclavo más, que vendió su originalidad como individuo de forma barata a un postor que solo buscaba siervos fieles a su causa. Una causa absurda, por defender razones ajenas, mira qué absurdo en sí mismo se nos ha vuelto el propósito de vida de nuestros tiempos. 

La carencia de contemplaciónWhere stories live. Discover now