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Jess invitó a Marena a comer porque quería hablar a solas con ella para enterarse de qué estaba pasando.

No había hablado con él desde su llamada. Pero ahora que estaban solas, no sabían qué decir. Las dos estaban en la mesa del restaurante frente a frente.

Hasta el momento, había sido un día tranquilo.
Me aclaré la garganta.

—¿Y cómo estás?

—Enojada—dijo Marena haciendo una mueca- Cry me hablo ayer.

— ¿Que dijo?

— Esta enojado por qué dejé la universidad.

Aunque no estaba sorprendida. Por nada del mundo esperaba que Cry dijera «sí claro, deja tu sueño como si nada».

—¿Qué dice sobre el tema?

Marena la observó con expresión perpleja.

—¿Desde cuándo te importa lo que diga el?

Jess echo un vistazo a su alrededor y vaciló un momento antes de decir:

—No sé. Si tu mamá está en contra y Cry está en contra, quizá no deberías hacerlo. Quiero decir que aún eres joven. No tienes ni trabajo. Si lo piensas bien, es un poco ridículo.

A Jess se le fue apagando la voz, Marena la estaba atravesando con la mirada.

—No te metas, Jess -le advirtió. Prácticamente escupió las palabras.

—si, perdón. No quería... perdón.

—No te he pedido tu opinión. Esto es cosa mía.

—Tienes razón. Olvidalo.

Marena no contestó. Miró hacia atrás y se levantó de la silla, no sin antes dejar dinero sobre la mesa.

Después de aquella incomoda interacción , Marena fue a visitar a su abuelo. El era antiguo dueño del restaurante de marisco en el que ella había trabajado. Por mucho que envejeciese, nunca olvidaba una cara.

Ella estaba acostumbraba a tomar descansos para fumar fuera con él. Sabía que estaba mal dejar que le gorroneara cigarrillos, pero era un hombre mayor ¿y quién puede decirle que no a su abuelo?.

El vivía en una casa cerca de la autopista y ella trataba de ir a visitarlo al menos una vez a la semana. Para hacerle compañía, pero también para asegurarse de que seguía con vida. El no podia recordar que tenía que tomarse la medicación.

—¿Me traes un cigarrillo? -preguntó su abuelo desde el sofá.

Siempre lo mismo. Ya no le dejaban fumar.

—No — Ella respondió.— Lo he dejado.

Entonces rió como hacía siempre y se sentó en el sofá. Estaba viendo una vieja serie de policías y comía cacahuates en silencio. Sólo hablábamos durante los anuncios.

—¿Te enteraste de que terminé con Edward?— ella preguntó.

—Todavía no me han enterrado, niña —resopló.—Claro que lo sé. Lo sabe todo el mundo. Es un chico encantador.

El programa empezó de nuevo y lo vieron umidos en un silencio cómodo. Entonces, durante la siguiente pausa publicitaria, el dijo:

—¿Y qué harás, vas a llorar como una niña o piensas hacer algo al respecto?

Casi se asfixio con su botella de agua.

—¿De qué hablas? -dijo tosiendo.

Volvió a dejar escapar un resoplido.

—No te hagas la inocente conmigo. Lo quieres, ¿no? El es el único para ti, ¿no?

— Abu, creo que hoy te has olvidado de tomarte tu medicación— ella señaló—¿Dónde tienes la caja de las pastillas?

Hizo ademán para que se callara con su mano pálida y huesuda, y su atención centrada otra vez en el televisor.

—Cálmate. Ya está el programa.

Tuvo que esperar hasta la siguiente pausa para preguntarle como si nada:

—¿De verdad lo crees? ¿Que estamos destinados a estar con una sola persona?

—Claro que sí —dijo su abuelo, mientras pelaba la cáscara de un cacahuete

—Elizabeth fue la única para mí. Cuando falleció, no se me ocurrió ninguna razón para buscar a otra. Mi güerita se había ido. Ahora sólo estoy esperando a que llegue mi hora. ¿Me traes una cerveza?

Marena se levantó y fue hasta el refrigerador. Volvió con una cerveza y un vaso limpio. A su abuelo le gustaban los vasos limpios.

is it over now? || xcry Where stories live. Discover now