Parte Dos.

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Sus pensamientos eran vagos y pesados, le dolía el pecho cada vez que escuchaba esa delicada voz. Pues, había dejado ir a alguien, creyendo protegerlo de esta vida tan asquerosa.

La extrañaba tanto, soñando cada vez más con su voz, pero su rostro no podía recordarlo.

"Hermano... Hermano..."

Un difuso y complicado recuerdo del pasado, el día que todo en su vida cambió, llevándolo a detonar en esta extraña situación.

En golpe seco lo despertó de ese trance, casi asustado, un poco adormilado y atento a la situación.

La puerta de la casa fue cerrada, dejando ver a un hombre entre la luz tenue de la cocina. Johan observó con atención, levantándose para ir directo a esa persona.

Olía a licor... Fue lo primero que pensó, pero no fue lo único que pudo notar. Tanto en la mañana o tarde, Johan jamás vio que Ket utilizara Colonia. Ket tenía un olor en particular, un olor relajante, como a madera y jazmín.

Apesar de ser un Beta, su olor corporal era demasiado bueno, agradable al olfato de cualquiera. Pero ahora, olía muy fuerte, tanto que Johan sintió como su nariz picaba.

Ket dio una mirada, apoyándose de la mesa, tratando de quitarse los zapatos.

- Ohh Niño, estás aquí... ¿Por qué no has ido a dormir?

Johan lo observó quitándose los zapatos, al mismo tiempo que pudo oler algo más. Eran feromonas, feromonas de Alfa. En su nuca, cuello y pecho había marcas rojas. Sin embargo, no pudo apartar la vista de su cuello, en donde alguien había dejado una visible mordida.

(...)

- Oh ¿Que te pasa?... ¿Porque estás ahí parado? Te dije que durmieras temprano.

Ket se tambaleó un poco, por lo cual, fue atrapado por el delgado cuerpo junto suyo. Johan era más alto, únicamente más alto, ya que su masa muscular no superaba a Ket.

Ket se alertó, queriendo alejarse de ese niño, cuando de la nada...

Johan lo levantó del suelo, completamente en sus brazos. (...)

- Oye... ¿Que haces?...

Johan ese niño muerto de hambre, que no hablaba, que tenía pésimo carácter. Ese niño, con quién solo vivía sin interés uno del otro, ese niño...

Lo estaba cargando como a una novia recién salida del altar.

- Oye, Bajame... ¿Que haces?... Niño!...

No obtuvo respuesta, pues Johan a pesar de ser un Niño a comparación de Ket, le imponía bastante. Y eso, Ket lo sintió desde que lo conoció en el almacén.

Trataba de forcejear, cuando inesperadamente, Johan le miró con esos brillantes ojos verdes como una gema preciosa.

- Estás ebrio, solo te llevaré a la cama.

(...) Ket quedó completamente paralizado, sin forcejear más, pues ese chico con una sola mirada, le hizo latir el corazón de forma extraña.

Era un viejo, un viejo siendo cargado por un niño. Que humillante! Fue lo que pensó, aferrándose al pecho de Johan. Cuando recordó algo.

- Tu brazo! Tus heridas!... Bajame, podrían abrirse de nuevo.

Johan ni siquiera se inmutó de sus quejas. Llegaron a la habitación, en donde Johan dejó el cuerpo de Ket en la cama sin interes. Ket creyó que estaba siendo frío de nuevo, pero más bien...

Johan se dio media vuelta para salir de la habitación respirando profundo, y puntó su mano en dirección al baño.

- Deberías hacer algo con esas feromonas. Tal vez tú no las puedes oler o sentir. Pero para mí es difícil tener que olerlas.

(...)

- No preguntaré, porque no me corresponde, pero trataste de disimular el Olor del sexo y las feromonas con Colonia que huele peor.

Ket apretó la sábana debajo suyo, mirando indignado.

- ¿Que dices?... Yo...

Fue interrumpido, Johan no había acabado de hablar.

- Solo soy un invitado, pero no soy un Beta como tú, yo sí puedo oler la feromonas de un Alfa. Además...

Dio media vuelta, viendo su cuello mordido debajo de esa oscura camisa.

- El Alfa con el que saliste, mandó una advertencia.

Johan recordó haber visto esos guantes antes, si... Eran de ese hombre que ya había venido antes. El Doctor, quién dos días después se había mudado a un mejor barrio, ya que según lo que escuchó Johan. Lo ascendieron de puesto.

Ket estaba por levantarse de la cama, cuando Johan dio un paso para salir de la habitación.

- Un Alfa no impregna sus feromonas de esa forma, a menos que quiera dar una advertencia a otros Alfas. Quiso marcarte, mordiendo tu cuello, pero eres un Beta. Parece que... Lo notó cuando estuvo aquí. Sobre mi...

Ket no tenía ni idea de lo que estaba diciendo, por lo cual le levantó ahora que el efecto de embriagues se estaba disipando.

- ¿De que estás hablando? Niño...

Iba a tomar su mano, cuando ese joven la retiró cubriéndose la nariz.

- Bañate, ese olor está picando mi nariz. Y esas feromonas son molestas.

Salió de la habitación, sin dejarlo hablar. Pues en primer lugar solo eran compañeros de casa, casi no hablaban, se veían poco ¿No deberían seguir las cosas así?

Solo eran dos extraños.

Johan observó la comida en la mesa aún sin terminar, y también el agua de la ducha cayendo en la otra habitación.

- ¿Cómo es que?... ¿Cómo supo ese hombre que soy un Alfa?... Si yo, no tengo feromonas.

El agua de la ducha siguió corriendo, abrazando ese cuerpo, que entre el vapor de ese lugar, dejó ver las marcas de pasión y deseo.

Un Alfa que impregna de feromonas a su amante, de forma que advierte a otros Alfas a no acercarse a lo que es suyo.

Ket no lo entendía, pues como podría siquiera imaginar en la tormenta que se había metido. Sin saberlo, y sin sospecharlo, tenía viviendo bajo su techo a un Alfa.

Un Alfa que le traería muchos problemas. Y también, quién lo haría por primera vez desde que tiene memoria, desear algo y sufrir por ello.





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