Capítulo 10

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Vía Alternativa, así se llamaba el grupo. Ocupaban una galería comercial abandonada en Tetuán. Queta recordaba movimientos parecidos que se habían dado hacía años, cuando estaba en su segunda casa de acogida cerca de Marqués de Viana. En esa época, el Ateneo Libertario de la Zona Norte ocupó un colegio abandonado e intentó promover un centro educativo independiente y gratuito. Vía Alternativa seguía la misma filosofía y, la verdad es que, en opinión de Queta, habían dejado el lugar de tomar pan y moja.

Cuando Regina y Queta recorrieron la galería, pudieron contemplar varios carteles anarco-comunistas que llamaban a la camaradería ciudadana, empapelando las paredes. Mensajes hechos a croché enmarcados y que decían cosas como "Juntos en libertad".

Había macetas con plantas en cada rincón y estanterías desconchadas repletas de libros (muchos de ellos, estuvieron prohibidos durante el Régimen de Franco). Los comercios de la galería estaban abiertos, pero eran usados para diferentes tareas: Arreglar electrodomésticos, proyectar pequeñas películas, preparar comidas en hornillos de gas...

Uno de los espacios al final de la galería estaba dedicado a la impresión de fanzines. Un hombre cincuentón con calva incipiente y bigote tupido encuadernaba las impresiones mientras una postadolescente greñuda tecleaba comandos en el ordenador.

Regina interrumpió su labor con un carraspeo. Ambos se volvieron y Regina le preguntó al hombre:

—¿Eres Kaiser, el editor de Camino al andar?, Inmaculada nos ha dicho que habláramos contigo.

El hombre sonrió, negó con la cabeza y señaló a la veinteañera. La muchacha les observaba atentamente. Sus ojos eran apenas perceptibles tras sus gafas de culo de vaso hechas de pasta color fucsia y su pelo era una sucesión de moños y nudos que le llegaba a tapar la frente. Llevaba una sudadera que le quedaba grande y unos vaqueros ajustados.

—Yo soy Kaiser.

Tiró uno de los Fanzines al suelo, junto a sus pies. «Camino al andar», se titulaba. En portada: «Los cuervos se sacan los ojos. Los motivos económicos tras la muerte de la Condesa». Queta recogió el fanzine y le echó una ojeada rápida a la página del artículo en cuestión.

«Los puestos bestiales arrebatan beneficios a los clubs nocturnos vampíricos, esto es un hecho. Un bestial no tiene que volver a su ataúd al llegar la noche. Si los vampiros no cuidan sus territorios, sus negocios se ven diezmados. Esta es una razón por la que la permisibilidad de la Condesa puede haberla conducido a su final».

En su lectura diagonal del artículo, no pudo ver ni una sola mención a Guzmán, como si no tuviera nada que ver en lo acontecido. ¿Tan seguros estaban de su inocencia?

—Supongo que seguisteis las señales, como le índique a Inmaculada —preguntó Kaiser.

—Sí, hemos dado varias vueltas, y algunas señalas eran difíciles de percibir.

—Es para alejar a los mundanos no buscadores. Nosotros creemos en la convivencia, pero sabemos que ese es un proceso largo que hay que buscar poco a poco.

—Estoy de acuerdo.

—Bueno, Inmaculada dice que queréis colaborar con nuestra comunidad.

—Sabemos bien lo que es que la sociedad te deje a un lado —dijo Queta.

—Además, la ayuda que prestáis a la gente adicta y a los sintecho me parece ejemplar —añadió Regina.

—Son víctimas de la despersonalización del sistema, que les ha hecho creer que ellos valen tanto como lo que tienen. La mentira del capitalismo. Todo el mundo tiene valor intrínseco por sí mismo y posee su propia forma de aportar.

Los chicos de Luna y las perlas ensangrentadas (Beta completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora