Capítulo XXVIII: "Mi propio decreto"

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Carsten

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Cerca de Gealaí, del otro lado de la cúpula, Carsten vagaba como una sombra, invisible para los ojos de los nefilim que vigilaban el terreno circundante a la Base Sur, mientras observaba a través de los ojos de Lenore el dolor que teñía las facciones de Skylar Garroway.

Verla sufrir le provocaba un cierto y peculiar sentimiento que hacía ya mucho tiempo que no experimentaba, una especie de dolor punzante a la altura del pecho, efecto colateral que conllevaba el habitar aquel cuerpo mortal, mientras compartía espacio con esa otra fracción de su alma, débil y contaminada por su tiempo de existencia entre los humanos. Una necesidad creciente le impedía estar demasiado tiempo lejos de ella y aunque aquella incómoda sensación persistía, Carsten se limitaba a ignorarla bajo el precepto de que se trataba de un mal necesario.

"Mi pobre y mortal zarza... Disminuida por toda esa humanidad que no hace más que nublar su grandeza".

Lo supo desde el momento en que tocó su lazo con ese hijo de la luz, tenía que hacer algo para impedir que aquello siguiera creciendo, antes de que fuera demasiado tarde y se enraizara con más fuerza en su interior. Las opciones eran variadas, lo que facilitaba su propósito, al fin y al cabo su objetivo era uno solo. Resentimiento, ira, celos... Cada uno era un elemento con un desenlace común. La única forma de que Skylar olvidase sus sentimientos por Traian Lovewood era reemplazándolos con algo mucho más intenso: Caos.

El caos no solo permitiría a su corazón librarse de aquel nefilim, dejando un espacio que él estaría más que dispuesto en llenar, sino que daría rienda suelta a todo su potencial, un potencial que Carsten le enseñaría a explotar una vez que fuera suya al fin.

Su compañera, su reina.

Toda ella le llamaba cual canto de sirena y su efecto era tan intenso, que le mantenía deambulando lo más cerca que le permitían sus aún limitadas fuerzas. Era como una polilla atraída por la más brillante de las estrellas, muchas veces teniendo que hacer uso de toda su fuerza de voluntad para no acercarse demasiado a la cúpula que podría desintegrar su esencia con facilidad.

Por ahora, verla a través de los ojos de Lenore tendría que ser suficiente.

"Por ahora".

Desafortunadamente, el breve y maravilloso lapso de silencio con el que había conseguido hacerse durante la última hora, se vio quebrantado por la molesta presencia de Christian West, que reaccionaba siempre que Carsten evocaba la imagen de la chica en sus pensamientos. Su alma se removía inquieta y presionaba contra él en un vano intento de expulsarle de su cuerpo. Tal vez él todavía estuviera débil, pero Christian lo estaba aún más. Sus esfuerzos resultaban desesperados, jadeantes y no hacían más que irritar a Carsten.

—Si continúas debatiéndote de ese modo lo único que conseguirás es extinguirte y nos guste o no, nos necesitamos. Una mitad no puede existir sin la otra.

Hacía un tiempo que ya no escuchaba su voz, lo que quería decir que poco a poco su fuerza de voluntad se estaba viendo sometida por la suya. Carsten poseía el control.

—Shh, no te preocupes pequeña mitad, —le arrulló desde las sombras— todo marcha de acuerdo al plan. Muy pronto ella será nuestra, tal y como nos fue prometida.


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Skylar

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Ni bien expuso su historia a Esteban y Nathaly, el silencio se cernió sobre ellos y Sky se quedó muy quieta, temiendo que un movimiento en falso pudiese poner las circunstancias todavía más en su contra, si es que eso era posible. A medida que hablaba, había visto sus rostros pasar de la sorpresa, al horror y finalmente a un denso silencio en un lapso tan breve, que no pudo evitar sentir una punzada de culpabilidad por no contar con la oportunidad de darles un tiempo mayor para que pudiesen asimilar sus palabras. La presencia de Cloe a su lado le sirvió de apoyo para confiar en la veracidad de su propia historia, que escuchada desde afuera y sin el adecuado contexto, fácilmente podía interpretarse como una mentira. La historia de una chica que creció ignorando por completo de dónde venía y quién era, ajena al mundo que la rodeaba oculto a simple vista y cuya pequeña familia había estado constituida por su abuela, su lobo y su mejor amigo, quién resultó ser un fragmento del alma del heredero de la oscuridad, Carsten Dumort.

El legado de Orión ©Where stories live. Discover now