Los amigos de mis amigos son mis amigos (Parte 1/4)

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— Josué, preséntame a tu amigo. — Supliqué.

— Estás loco. Tú tienes novio. — Reclamó.

— ¿Y qué? Solo quiero conocerlo. Además, no hay ningún problema que seamos amigos.

— Amigos, tú lo has dicho, pero sé que tienes otras intenciones. Además, Gonzalo no es...

— ¿Lo dice Gonzalo o lo dices tú?

— Lo digo yo. Emanuel, ya no insistas.

Josué parecía un poco celoso desde que conocí a Gonzalo, su amigo. Mi error fue haberle comentado que Gonzalo era muy atractivo y que quería conocerlo. Josué sabe que tengo novio y le he asegurado estar muy enamorado.

— Es una suerte tener a alguien que te quiera tanto. En estos días, lo único que quieren los chavos es coger. — Me decía en la hora de la merienda.

Josué y yo estudiamos juntos en una escuela de arte de Mazatlán. Hace tres meses entramos y desde el primer día de clases nos caímos bien.

Mi amigo vive solo en un departamento cercano a la escuela. Él viene del norte de México. Sus padres le mandan dinero cada fin de mes. Yo aún vivo con los míos, por lo que ser testigo que un joven de mi edad empieza a valerse por sí mismo, por así decirlo, me hace pensar en que mi tiempo de independencia está cerca. Y es que a los 22 ya es hora de ir tomando el vuelo. Quizás sea la razón por la que comencé a ver a Josué con un poco de admiración; es dos años más chico que yo, sabe cocinar y, aunque no conoce bien la ciudad y está solo, no se queda encerrado en su casa; es un alma libre.

Algo que caracteriza a Josué es que tiene tanto carisma que ha logrado hacer muchos amigos en poco tiempo. Y estos aumentaron cuando entró a un grupo de teatro independiente, al que acude por las tardes.

Por mi lado, también estoy ocupado, estudio arquitectura por las tardes. Así que mi día se va en el traslado de escuela a la otra escuela. Tengo poco tiempo libre y cuando lo tengo se lo dedico a Javier, mi novio. Javier y yo tenemos cuatro meses, un mes más de lo que tengo conociendo a Josué. Es mi primera relación seria. Tan seria que ya pasamos del "te quiero" al "te amo". Pero ¿qué tan seria podría ser mi relación cuando me sigue gustando todo el mundo? Cuando entré a la escuela de artes creí que veía a las mujeres más hermosas y a los hombres más bellos que nunca había visto en mi vida. Me gustaban todos y todas. Hasta me sentí atraído por mi amigo Josué. Alguna vez se lo confesé entre bromas.

— Estás bien loco. — Me dijo carcajeándose. — Ya vez. Tienes novio, dices que te gusta media escuela y ahora quieres que te presente a Gonzalo. No tienes llenadera.

— Uy, pues parece que estás celoso.

— No.

— Anda, ¿qué te cuesta?

— Que no.

Conocí a Gonzalo el día de la presentación de 'Vaselina, el musical'; versión mexicanizada de la obra. Josué hacía el papel de Danny Zuko, el personaje principal. Su físico le ayuda bastante; es de esos rubios muy bien parecidos, con buena estatura y físico superior al resto. El día del estreno, mis compañeros de clase y yo, estuvimos en primera fila echándole porras a Josué.

Durante la obra, después del primer acto, apareció un joven moreno, alto y delgado que destacaba del resto de los actores por una gran sonrisa que coloreaba su rostro. Este joven se notaba un poco mayor que sus compañeros del elenco. Nunca habló durante la obra. No hizo nada más que estar ahí, parado a mitad del escenario, sonriendo y ya. En la historia era el profesor de Educación Física. Quizá para el resto del mundo pasó desapercibido, pero para mí no. Esa sonrisa robó mi atención. Esa sonrisa provocó que los latidos de mi corazón se aceleraran.

Mientras estaba en el escenario, el joven miró al público. No, no era al público, era a mí. Su mirada se cruzó con la mía unos instantes.

Al finalizar la obra fui a felicitar a Josué al camerino. Ahí estaba todo el elenco, sus familiares, curiosos y también aquel joven.

Hablaba con mi amigo de lo buen actor que me parecía, aunque de reojo miraba al joven que actuó como profesor de física. Era increíble, él también me miraba sonriendo.

— Te digo que me veía durante la obra. — Le platiqué a Josué al día siguiente en la escuela.

— Estás loco, Emanuel. A lo mejor miró en tu dirección y ya. Cuando estás sobre el escenario las luces no te permiten ver nada, solo bultos y sombras.

— Oh, te digo que me miraba. Pues ni modo que no. Hasta se sonrió.

— Gonzalo se ríe con todo el mundo. Así es él, risa fácil.

— Ah, ¿se llama Gonzalo? Bonito nombre. Preséntamelo, pues...

— Que no.


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