Capítulo 23: Yo contigo, tú conmigo

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El lunes por la noche fue incapaz de pegar ojo, y para su sorpresa, fue por su discusión con Peters. Lo reconocía, siempre le tuvo celos. Peters era un genio (como Vanyan), aprendía con mucha rapidez, y además siempre se mostraba tan valiente y capaz de todo. Criarse con Vanyan, un prodigio que parecía hacerlo todo bien, no fue fácil, sobre todo porque él tenía más dificultades que los demás para aprender. Pero al menos le consolaba que Vanyan no fuera bueno en la parte social. Él tampoco es que fuera el mejor, pero su empatía siempre lo llevo a ser muy amigable. Sin embargo, Peters era perfecto en todo. En un año ya parecía tener su nivel y el de Vanyan en combate, tenía mejor control de su magia que él, y se había hecho amigo de toda la escuela. Hasta sus alumnas lo adoraban, era el profesor favorito de Avalon.

Sí, le tenía envidia. Ojalá todo le resultara tan sencillo de conseguir. Pero, conocía a Peters, y sabía que en el fondo era todo fachada, nunca lo tuvo fácil. Sí, era un prodigio y una persona muy sociable, lo cual le facilitaba mucho las cosas, pero cargaba con mil demonios que lo destrozaban por dentro. Era tan bueno con todos, porque nunca nadie lo fue con él, y no quería ser como los monstruos que lo criaron.

Se sentía fatal. Peters era un gran amigo, siempre lo había sido, incluso cuando lo rechazó. No debió pagar sus frustraciones con él.

—La he cagado —se dijo en mitad de la noche, comprendiendo lo que ya sabía: debía ir a disculparse con Peters.


El martes tras las clases, Peters se encontraba en la sala de profesores junto a Vanyan, preparándose un té, mientras el elfo trabajaba. Había estado de bastante mal humor desde su pelea con Darion. Lo disimulaba frente a sus alumnas, pero con Vanyan no podía ocultar su berrinche. Y es que parecía un niño pequeño haciendo un numerito, o eso pensaba Vanyan.

—¿Por qué no mejor te haces una tila? Parece que te hace falta.

—Estoy perfectamente, gracias. —Peters se acercó la taza a la boca y se quemó al instante—. Mierda.

—Deja que se enfríe, genio.

Peters dejó la taza sobre la encimera y se pasó la mano por el rostro, algo triste y molesto. Darion ya le había contado a Vanyan lo que había pasado y el elfo prefirió no meterse (por el momento), con la esperanza de que lo solucionaran por su cuenta. Pero aquello parecía haber afectado a Peters más de lo que imaginaba.

—¿Estás bien? —preguntó preocupado.

—Sí. ¿Por qué no iba a estarlo?

—Nunca te había visto así.

—Así, ¿cómo?

—Dolido, ofendido... Peleado con un amigo.

Peters agachó la cabeza. Era consciente de que se estaba comportando como un niño, pero tampoco sabía cómo llevar la situación. Él sabía que Darion no pretendía ofenderlo, que solo explotó en ese momento. Pero le había dolido lo que dijo, porque era Darion, y aunque tuvieran una relación algo rara, se querían, él era consciente de ello. Eran amigos. Nunca había tenido amigos y ahora no sabía cómo debería comportarse ante esto.

De repente llamaron a la puerta. Peters y Vanyan se miraron algo extrañados. Si alguien llamaba a la puerta de la sala de profesores, debía ser una alumna. Peters fue a abrir, pero para su sorpresa a quien encontró allí fue a Darion.

—Hola.

Peters le cerró la puerta en la cara y puso el cerrojo para que no entrara. Luego se dirigió de nuevo a la encimera y tomó un sorbo de su té.

—¿Quién era? —preguntó Peters.

—Nadie.

Vanyan arqueo una ceja.

La magia de Avalon: Mestiza [Libro 2]حيث تعيش القصص. اكتشف الآن