Capítulo 24: Daños

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Los gritos de la gente resonaban a su alrededor, mientras el humo le obstruía los pulmones y el fuego le impedía ver más allá. Escuchó un rugido, una explosión la cegó por completo, y de repente, en el suelo, se encontraba Peters, con el rostro lleno de sangre; estaba muerto. Un grito desgarrador escapó de su interior, rogando que abriera los ojos. Sentía como el fuego la quemaba, como abrasaba su corazón... y, de repente, despertó.

Roxy se incorporó gritando y tirando de las sábanas, que hace un momento eran la ropa de Peters, a la que se aferraba con desesperación. Su rostro estaba lleno de lágrimas y su respiración agitada; solo había sido una pesadilla, la pesadilla de un recuerdo que intentaba olvidar. Se encogió en la cama y ocultó el rostro en sus rodillas, mientras abrazaba sus piernas, sollozando en silencio para que nadie la escuchara.


El miércoles por la mañana, durante el desayuno, Roxy no pudo evitar observar a Peters, asegurándose de que siguiera allí. El corazón le dio un vuelco, cuando miró hacia la mesa de los profesores y desapareció de su vista, pero al sentir aquella mano sobre su hombro, se relajó.

—¿Todo bien, chicas? —les preguntó Peters.

—Sí, profesor Peters —contestó Misty, aunque ella tampoco parecía muy animada aquella mañana.

—¿Estáis seguras?

Roxy sabía que preguntaba por ella, estaba más nerviosa de lo normal, y Peters siempre se daba cuenta de esas cosas.

—Estoy cansada, no he dormido bien —respondió, aun sabiendo que no la creería.

—¿Necesitas ir con la Señorita Travers?

Roxy se giró para mirar a Peters, y la pregunta en su rostro era clara: «¿Qué te ocurre?»

—No, estoy bien —contestó con una sonrisa forzada. Sabía que Peters no la creía, y, probablemente, volvería a preguntarle cuando estuvieran a solas.

—Hoy te toca sesión con William, eres la primera.

Roxy maldijo en su mente, y se planteó saltarse la sesión, pero eso implicaría más preguntas, y probablemente menos amables; lo último que quería era que la interrogaran sobre ataque de los dragones, pero parecía que no tenía otra opción.

Al terminar el desayuno, Peters la acompañó al despacho que habían cedido a William para las sesiones. Roxy se mantuvo en silencio todo el camino, claramente afectada por algo, así que Peters la detuvo antes de que entrara.

—Roxy, ¿qué ocurre? Estás triste.

—Tengo razones para estarlo.

—No me refiero a eso. Más bien pareces afectada, como si algo te hubiera pasado. ¿Qué necesitas? Vamos, dime.

Roxy se negaba a mirar a Peters a los ojos, porque en su mente solo podía verlos cerrados y sin vida. Apretó los puños con fuerza, y trató de contener las ganas, de abrazarlo y suplicarle que no se fuera.

—No tengo ganas de entrar ahí.

Peters habría querido buscar una excusa para que no tuviera que entrar, y convencer a la directora de que no estaba lista para hablar, pero todos debían hacer el esfuerzo y asistir a la primera sesión, no los obligarían a continuar la terapia, pero quizá con una cita podrían determinar cómo proceder, y saltaba a la vista que a Roxy le hacía falta.

—No puedo hacer nada con eso, lo siento.

—Lo sé. Solo quería que lo supieras. —Roxy le sonrió levemente. Era una sonrisa pequeña y triste, pero sincera—. Gracias por preocuparte.

La magia de Avalon: Mestiza [Libro 2]Où les histoires vivent. Découvrez maintenant