Rᴇɴᴜɴᴄɪᴀ ᴀ Rᴇᴄᴏɴᴏᴄᴇʀᴍᴇ ♡ ℤ𝕒𝔻𝕣/ℤ𝕒𝔻𝕗 ♡

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— porque... ya me dio sueño, asi que nos vemos por la mañana, buenas noches, bye — finalizó entrando a la dichosa habitacion mientras hacia un signo de paz con los dedos y le guiñaba un ojo al alien cerrando la puerta tras de si. Escuchó a lo lejos como Zim le gritaba algo que no terminó de entender y poco le importó, apenas ingresó al cuarto, las luces se encendieron de forma automática revelando una habitación de tamaño promedio y relativamente normal, a un lado había lo que parecia una cama redonda muy espaciosa, con una gran lámpara que parecía estar adherida al techo y que iluminaba ese espacio

— ¿qué obsesión tiene Zim con el rosa? — se preguntó haciendo referencia a los colores de todo el cuarto, ya que, tanto las paredes como los muebles y la cama era de distintas tonalidades de este mismo color.

Caminó un poco observando a sus alrededores y notando como habia un poco de polvo encima de uno de los muebles que se hallaba paralelo a la cama y al mismo tiempo como esta última no tenía ni sabanas, ni ningún tipo de cobertor, era solo un colchón junto a varias almohadas. Tal vez para el irken la ausencia de tapas no era ningun problema puesto que la habitación estaba temperada, pero para él, que tenía esa necesidad humana de cubrirse independientemente de la temperatura, si se le hacia incómodo.

Observando más a su alrededor, se dirigió a unos armarios que se encontraban incrustados en la pared, los abrió y lo único que encontró fue ropa, en uno estaban los uniformes de Zim y en el otro habían toda clase de disfraces, destacando uno de osito que el solo imaginarse al alien usándolo, lo hizo sonreír. Observo como ademas habían prendas que parecían sacadas del centro comercial, obviamente todas en color rosas, rojas y negro, exceptuando por algunos pantalones y zapatos, siguió indagando y invadiendo aún más la privacidad del irken, encontrando donde guardaba sus guantes, sacando uno con curiosidad y notando el parecido que tenían con los de su padre, salvo que, estos eran mucho más pequeños.

Finalmente haciendo un pequeño resumen de todo lo que había pasado ese día, se tiro encima del cama, rendido por el cansancio y sintiendo al instante lo suave y cómoda que era, dio una ultima mirada al techo y aún con la luz en su rostro, cayó profundamente dormido.