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¿Quién eres tu que entre nocturnas sombras sorprendes de este modo mis secretos?

"Shakespeare in love"

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Nadie podía borrarla de su memoria.

Teagan lo sabía; la imagen de aquella joven era un fantasma que acechaba las frágiles mentes de cada habitante del pequeño pueblo. Adara podría haber sido, si hubiera querido, la debilidad fatal de no solo esos muchachos, sino de todos.

Aún lo tenía en su poder, aquel cuaderno almagre que era de ella. Aquel que era una quimera hueca repleta de las ilusiones y fechorías perversas de una niña.

Noviembre, 4

Tan solo podía recordar su sabor, en su lengua existía esa tentación, el sabor a granada me parecía desagradable, nunca se lo negaría, pero aún así lo hacía más satisfactorio.

Es simple, odiaba cuando se dejaba arrastrar por aquellos insulsos cuerpos, más la opción de perder algún juguete amado me hacía doler el corazón.

Fragmentos del cuaderno

Toc, toc, toc...

Los golpes en la ventanilla la habían sobresaltado.

Se encontraba cerca de las afueras del pueblo, con el auto estacionado frente a una gasolinera que amenazaba con desmoronarse en cualquier instante. Teagan se acomodó mejor la capucha, como si quisiera protegerse del frío, cubriendo las finas hebras doradas de su cabello, y apretó el diario contra su pecho.

Junto al auto, una figura se recortaba en la penumbra.

Él se inclinó un poco, como para estar a la altura de su rostro. Teagan solo podía ver sus ojos oscuros y penetrantes. Eran como dos pozos negros que la atraían sin remedio.

Hizo girar la manija para bajar el cristal, llegándole a la nariz el olor a lluvia y a tierra mojada. Finas gotas parecían pegarse en su interior, mojando las mangas de la sudadera. Un cosquilleo frío bajando por su columna vertebral, era como si una mano helada le acariciase la espalda.

El chico había descansado su brazo sobre el marco de la ventanilla, sin embargo no hacía ni decía nada interesante, solo se quedó mirándola. Tenia un aire rebelde y desafiante que le hacía parecer mayor, sin embargo su postura mostraba indicios de que aún era joven e inexperto, su mirada oscura se paseaba detallando su rostro, era como enigma.

Sin duda, era demasiado atractivo. En otras circunstancias, habría sucumbido a los encantos de un joven como él, años más joven que ella. Pero Teagan lo sabía, no podía, no debía. Aquel rostro resultaba demasiado familiar, ya que su foto reposaba sobre su escritorio, señalándolo como uno de los principales sospechosos.

Mateos Ilova era como una trampa, un veneno dulce para cualquier mujer. Pero también era parte de un misterio, era una pieza esencial en el rompecabezas que debía resolver.

— ¿Necesitas algo ? —Teagan había preguntado.

— Es usted, la detective de la que todos hablan.

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⏰ Last updated: Feb 24 ⏰

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