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Como sabría amarte, mujer como sabría amarte, amarte como nadie supo jamás! Morir y todavía amarte más. Y todavía amarte más.

Pablo Neruda

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Las serpientes.

Aquel era un fino pero elegante grabado de serpiente, encontrándose en su antebrazo, el izquierdo para ser más exactos desde los dieciséis, hecho a escondidas de su madre según se mencionaban en algunos cotilleos, quizás un acto de rebeldía. Aquella serpiente enroscada preciosamente había sido uno de los rasgos característicos que esa hermosa adolescente portaba.

También fue lo primero que todos vieron en aquel video, mientras se hacía viral en la tarde de un martes a las tres en punto por los pasillos de la universidad en donde la joven aceptaba bailar sensualmente, desvistiéndose frente a la cámara, aunque no totalmente. El video fue cortado apenas a la mitad, con el pesar que el número de vistas no hacía más que aumentar.

Fue también la primera pista que encontró la policía a las afueras del apartamento que compartía con su madre, exactamente dos días después de que había sido declarada desaparecida.

Serpientes.

Como las de aquel, pensó, mientras contemplaba la espalda desnuda que se alzaba sobre el colchón, los hombros fuertes y la constelación de lunares que adornaba su piel, dándole un aire apuesto incluso de espaldas. Él dormía placenteramente entre las sábanas, ajeno a su mirada. Tanto el dorso como el cuello estaban cubiertos de tatuajes que le recordaban el motivo de su presencia. Era como una obra de arte viviente, un lienzo de contrastes que le fascinaba y le atraía.

El cráneo de una serpiente adornando una pequeña ruptura en la espalda le provocaba náuseas.

Y mientras sus uñas buscaban arrugar deliberadamente los bordes de las desgastadas fotografías que le habían sido entregadas por él, las carpetas amarillentas se encontraban desplegadas cubriendo la mesa por completo.

Dimitry Kontos no debía estar ahí, apenas y había recordado la última persona que había logrado sacarla de sus casillas, era un escritor algo inusual, no buscaba respuestas, no se entrometería de más; Teagan tenía la certeza de que aquella historia estaba tan torcida que no se extrañaba que aquella editorial dirigida por el hermano mayor de este no desentrañara sus secretos muy pronto, ciertamente ella tampoco se los dejaría fácil; su llegada servía solo para ordenar las fichas a su favor.

Dimitry había fijado su encuentro por mero capricho suyo, uno compartido.

Sacó esta vez una nueva fotografía, habían sido localizados los cadáveres animales de los cuales se les extrajo la sangre con la que fueron cubiertas las paredes de la cabaña. Los siete primeros fueron encontrados a pocos metros del lugar indicado, los restantes enterrados frente al hogar de la víctima.

Durante los nuevos estudios dictaminados al cuerpo de la joven pudieron diagnosticarse pequeños detalles que habían pasado desapercibidos durante el primer análisis. Debió prever que dicha posibilidad existiera, después de todo no era más que una adolescente, los adolescentes suelen comportarse de manera estúpida, pensar que son mayormente regidos por los cambios hormonales sería un error, dar rienda suelta al placer antes de medir el riesgo era una opción más acertada.

Según los resultados atascados en el laboratorio semanas antes Adara Dimou había sufrido un aborto espontáneo durante su cautiverio. Aquellas noticias no hacían más que agregar diversas situaciones como suposiciones, no tenía dudas, podría llegar a convertirse en una pieza crucial para la resolución del crimen. La autopsia más tarde también revelaría las varias heridas internas causadas por los golpes que le propinaron cuando aún se encontraba consciente, llevando en su vientre una vida.

Don't tell the SecretWhere stories live. Discover now