⠀❝...Tu abrazo es mi hogar
⠀Tu pueblo es mi pueblo
Tu Dios es mi Dios...❞⠀
𝗬𝗔𝗙𝗘𝗨, el hijo menor de Henutmire y Disebek deberá debatirse entre su familia, su reino y la joven hebrea que le roba el aliento.
Mientras soporta el comportamiento...
Porque Dios trazó un destino para cada ser humano; algunos buenos, otros malos, cometiendo errores o generando caos, haciendo el bien y ayudando al prójimo. Pero a fin de cuentas, cada acción y decisión nos lleva a aquello que está escrito para nosotros.
La clave está en encontrarnos frente a frente con el nuestro.
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Capitulo V Destino
Un mes desde la partida de Aaron y los pocos que sabían acerca de la noticia, no daban más de la emoción contenida en el pecho.
Como todas las mañanas, Eloísa recogía agua para poder alcanzarles a sus hermanos y a su abuelo quienes aún debían trabajar como esclavos. Todos hacían una vida normal, pero con la fe intacta porque Dios finalmente los había escuchado.
En ese mes, Yafeu y Eloísa se habían cruzado varias veces simplemente de paso por la ciudad o en los cortejos reales, y casi siempre una sonrisa sutil se dibujaba en la sonrisa de ambos.
—Veo que ya es normal que nos encontremos aquí.
La voz del príncipe la exaltó un poco, pues no lo esperaba allí aquella mañana. Se levantó y se dio la vuelta, para encontrarse con él finalmente.
—Creo que debo empezar a acostumbrarme. —sonrió— Finalmente nunca pude agradecerle por salvar a mi hermano, así que muchas gracias por aquello.
—Lamento muchísimo lo de los esclavos, me enteré luego y te repito que estoy en total desacuerdo con esas acciones. —se disculpó por aquella decisión despiadada de Ramses.
La sonrisa de Eloísa se borró al recordarlo, pero ante la mirada transparente de Yafeu, no pudo enojarse ni refutar nada.
—Usted hizo todo lo posible, era sabido que su tío iba a tomar represalias más duras. —nuevamente sonrió con sutileza— Pero no durará mucho tiempo, estoy segura de que Dios nos sacará de aquí pronto.
—Confías mucho en tu Dios ¿verdad?—preguntó con curiosidad.
—Ciegamente, señor.
A Yafeu se le escapó una risa sutil, provocando que la joven hebrea se sintiera confundida.
—No me trates de señor —le pidió— no creo ser mucho más grande que tú.
