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Maratón 3/3.

***

—Necesitas ganar, chico —Vegetta lo reprendió—. Tienes la cabeza dispersa.

—Lo sé, lo siento. Haré lo mejor que pueda.

Desde el primer momento la tensión se sentía en el aire por la carrera en Hungría. Esa semana mantuvo su cabeza lo más fría que pudo y se enfocó en sus entrenamientos y nada más. No pensó en Bad, o en Quackity. Su cabeza se dirigió un poco hacia Roier, pero solo por los mensajes que compartían, pero ese no era el punto.

Se había preparado cada segundo para volver a sus pies en esa carrera y estaba dispuesto a ganar.

Vegetta le dio una fuerte palmada en la espalda.

—Trae el premio.

Cellbit se repitió esas palabras como un mantra en todas las partes importantes de la carrera. Cuando se adelantó a Bad, cuando tuvo que recuperar su posición después de su parada en los pits en la vuelta veinte. El resto de la carrera fue menos estresante y no supo como demonios fue capaz de evadir a Bad por tanto tiempo, pero lo hizo.

Podía escuchar el latido de su corazón en sus oídos, pero ni siquiera eso pudo quitarle la euforia de haber ganado. Sintió sus manos temblar cuando detuvo el monoplaza y fue más evidente al retirar su casco.

Iba a ponerse a llorar.

Salió de su monoplaza y se dirigió con su equipo, al fin siendo capaz de respirar correctamente.

—Lo hiciste genial, hijo —lo felicitó Vegetta estrechándolo en sus brazos.

Cellbit sonrió con alivio.

—Gracias —murmuró.

—Tengo una pequeña sorpresa para ti cuando salgas, ¿vale? Pero trata de no distraerte mucho después —le guiñó un ojo—. Gran carrera.

Vegetta lo dejó ahí y Cellbit estaba genuinamente confundido. Decidió no pensar mucho en ello y tomó la gorra que solía usar para protegerse del sol planeando ir directamente a donde celebraría su podio.

Salió al pasillo y, frente a él y a todo color, se encontró a Roier. El cantante llevaba una chaqueta roja con Ferrari inscrito en ella. Parecía ser un artículo oficial y verlo utilizando su escudería y sus colores de manera orgullosa le robó el aliento al piloto.

—Roier... —murmuró cautivado.

—Sorpresa —fue lo que el cantante decidió decir como saludo.

El piloto solo atinó a correr hacia el chico, sosteniéndolo en un fuerte abrazo y levantándolo del suelo. Roier se sostuvo de sus hombros y soltó una fuerte risa.

—Me vas a tirar —se quejó, aunque su sonrisa fue imborrable.

Cellbit le dio una vuelta antes de bajarlo nuevamente. Ambos tomaron un respiro antes de poder decir cualquier cosa.

—No sabía que vendrías.

—Por eso fue una sorpresa, Einstein.

El piloto rodó sus ojos, pero como siempre, no logró verse molesto. Roier ladeó la cabeza con interés.

—¿No vas a darme un beso de bienvenida?

Cellbit dio una rápida mirada a su alrededor.

—No hay cámaras aquí, Roier.

El cantante solo bufó.

—Era una... Ya nada. Vámonos, no he comido nada y quiero ir a comer.

Cellbit asintió y siguió a Roier de cerca, apresurándose para poder recibir el premio y dar una corta entrevista para finalmente salir a comer algo.

Speed of Sound [Guapoduo]Where stories live. Discover now