Capítulo Quinto

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Advertencias: Contenido maduro. Uso de juguetes sexuales. Dominación. No apto para menores. Vocabulario vulgar. Sexo sin penetración. 

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El escritorio de Madara estaba hecho de un material oscuro que lograba emitir brillos tornasoles, teniendo como cristal la superficie de éste, con el fría chocar contra su piel caliente en un inquietante contraste que no dejaba de hacerla temblar. Las vibraciones continuaban a un ritmo del cual no se podía acostumbrar; cuando Hinata imaginaba que por fin podría controlar la llegada de su orgasmo, Madara nuevamente volvía a cambiar el ritmo. Si iba demasiado rápido, lo apagaba o le daba pausa para tener un deleite. Ella solo podía suspirar descontroladamente, recordándose a sí misma que no estaban en la comodidad de su hogar, sino en la oficina del Uchiha donde miles de personas se encontraban trabajando, con la enorme posibilidad de que alguien entrara a la oficina de su esposo y los encontrara de esa manera.

Lo que dirían. Lo que otros pensarían en lugar de asustarla provocó que Hinata apretara más los muslos y soltara un trémulo suspiro. Se permitió cerrar los ojos, entregarse al disfrute que el juguete le permitía. Claro que no se podía comparar con los dedos de Madara moviéndose en su interior, pero que él estuviera a cargo de su placer a través de la aplicación le provocaba una ansía que solamente aumentaban cada vez más y más.

Que Madara se encontrara en esos momentos con ella, observándola, le hacían sentir tan femenina que tuvo el impulso de dirigir una mirada a Madara, aun estando en su posición, cargada con el más honesto sentir que los orbes opalinos de Hinata podían expresar.

Le gustaba ser dominada por los hombres quienes sabían cómo dominar apropiadamente. Tardíamente lo confesó para así. Tener a Madara así era algo que le gustaría experimentar hasta el final; quería que él llegara hasta el final con ella sin que las dudas de si estaba de acuerdo o no intervinieran. Hinata era una adulta y estaba casada con él. Podía tomar sus propias decisiones, especialmente aquellas que involucraban el placer de su cuerpo. Y Madara era lo que ella quería en esos momentos.

No quería pensar en las consecuencias de dejarse llevar por esas urgencias que siempre le hacían elegir malas decisiones. Simplemente quería que él la tocara y la besara como lo hizo anoche. Sin interrupciones. Sin pensar en más.

―¿Qué ocurre? ―por fin la voz de Madara resonó por encima de los suspiros reprimidos de Hinata. Ésta ladeó el rostro para tener un mejor acceso al rostro serio del hombre que jugaba con el teléfono de ésta―. ¿Mucho para ti? ―preguntó con seriedad sin dejarse tentar por la imagen de Hinata encima del escritorio, con los muslos apretados sin que le molestaste que el recatado vestido se le hubiera subido a la altura de las costillas, con los senos femeninos asomándose de una manera tan apetitosa que Madara se preguntaban a sí mismo si tendría la voluntad de no tocarla.

Pero Hinata no merecía una premiación por su conducta. Había ingresado a su oficina con un vibrador. Un maldito vibrador. Debajo de ese vestido que la hacía lucir como una dulce esposa llevaba un juguete sexual que la había hecho humedecerse, que su néctar dulce se escurriera por fuera de la panty, y ella aún tenía el descaro de comportarse naturalmente, como si nada estuviera ocurriendo; como si no se percatara de las sensaciones que le hacían sentir.

Madara todavía podía saborear el sabor de ella en el paladar. La suavidad de la piel de Hinata rondaba en las memorias de sus yemas. La visión de su cuerpo caliente y tierno, bajo suyo, completamente obediente. Tuvo que aspirar profundamente para no perder la compostura ni ver rojo.

Con un movimiento más del pulgar bajó la intensidad del vibrador pero sin apagarlo, lo suficientemente suave cómo para que Hinata no llegara al clímax y pudiera mantener una conversación con él.

Atenciones [Naruto Fanfic] Mini FicTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang