4. Charla.

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Pov _____________:

Dieval avanzaba lento, disgustado de que Merlín lleve sus riendas y no yo. Haciendo el cuento corto, el castaño se rehusó a subirse si no se sentaba adelante.

Para no perder más mi tiempo, accedí su petición pero Dieval no cooperó mucho. No lo juzgo, ni con Ryder es accesible.

—¿Entonces Nieves y tú...?

—No funcionó —respondió entredientes—. Somos buenos amigos.

Rodé los ojos, ladeé mi cabeza y mire al cielo azulado.

—¿Porqué no te gusta hablar de eso?, es normal —me encogí de hombros aunque no pudiese verme—, las rupturas ya son algo común.

—No es que no me guste —rascó su nuca—, es que...

—¿Qué? —lo alenté a continuar.

—Yo...

—¿Te avergüenza decirme lo superficial que eras? —sonreí—, no debería. Los conozco, sé lo tontos que son, sus caritas bonitas no durarán, cuando sean unos ancianos solterones, lo entenderán —desbaraté mi trenza—. Si, hasta ser ancianos.

Merlín bufó.

—No hablaba de eso.

—¿Ah, no? —pausé—, ¿entonces?, ¿Nieves no es lo que esperabas?

—Es lo que todo chico busca en alguien —espetó fastidiado—, pero yo no deseo ser un príncipe tan pronto...o rey...lo que sea.

—¿Le temes a la responsabilidad?

—No, pero quiero disfrutar de mi juventud.

Silencio. Ninguno dijo nada más, bueno, yo no dije nada más después de su tono cortante y serio.

Al parecer mi bombardeo de preguntas le molestó.

—Cuando estuve cuidando de mi padre, no me enfoqué en ninguna otra cosa más que en buscar la mejoría de su estado —conté visualizando el hogar de los siete chicos—. Día y noche, me levantaba cada mañana para comprar la despensa de la semana y preparar algo saludable para él —Dieval comenzó a ascender por la colina—. No hubo día que no pensara en volver con los intrépidos, cada noche le pedía a la luna que todo se resolviera para que yo pudiese volver con ustedes y continuaramos con nuestras grandes hazañas.

—¿Y por qué no volviste cuando tu padre se recupero?

La pregunta de Merlín me hizo exhalar.

—Lo hice, volví —el castaño detuvo de golpe a Dieval, ganando un relincho de parte de mi confidente, Merlín se giro para verme a los ojos—. Pero nunca abrieron, después supe que una princesa hada los hechizó.

Bufó, volvió a darme la espalda y Dieval retomó su caminata.

—Duramos un año siendo enanos —se encogió de hombros—, recorrimos toda la Isla en busca del beso que sería nuestra salvación.

Asentí, comprendiendo su punto. Era característico de los cuentos de hadas romper un hechizo con un beso de amor verdadero.

Menos mal yo no soy una princesa por lo que eso no funciona conmigo.

—Lamento ser muy duro contigo —soltó de repente cuando llegamos a su hogar—, solo que...nos hiciste mucha falta.

Bajo de Dieval con mucha agilidad, ambos nos miramos fijamente a los ojos, sin decir nada en lo absoluto, negué finalmente.

—No te preocupes, ustedes también me hicieron falta —sonreí a medias.

Merlín me ofreció ayuda, pase mi pierna del otro lado para después tomar la mano del castaño, me sujetó con firmeza y baje de un salto.

Intrépida 《Merlín y tú》 Where stories live. Discover now