1. ¿Siete?

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Pov Merlín:

Desde que era pequeño, supe que no quería permanecer en una cabaña, atado a mis responsabilidades como hechicero, me gustaba ayudar a los demás con mis dones, pero quería más. Ansiaba más.

No podía hacer lo que quisiera a esa edad, pero...crecí y tomé la decisión de explorar toda la Isla de los Cuentos de Hadas.

En mi camino conocí a otras personas que, al igual que yo, ansiaban salir de su zona de confort y ayudar con problemas de verdad.

Como dragones, brujas, duendes malévolos, lobos feroces, reinas malvadas, todo, absolutamente todo lo que estuviese a nuestro alcance.

Unimos fuerza, formando un equipo al que la gente de la Isla acudía de inmediato.

Arturo, Jack, Hans, los trillizos Pi, No, Cho y...Hood.

Ella era sin duda la chispa del equipo, juntos éramos los ocho intrépidos. Todos cuidabamos de ella aunque claro estaba que no era necesario.

Ella era temeraria, astuta, inteligente, buena con el arco gracias a los dotes de su padre, Robin Hood.

Pero, un día ella se marchó, sin decirnos el motivo, nos abandonó.

Cuando nuestros nombres empezaron a ganar fama, ya éramos los siete intrépidos, los más grandes héroes de la isla de los cuentos de hadas.

Todo cambio cuando derrotamos a un dragon y salvamos a una princesa, creímos haber salvado a una bruja así que la atacamos, pero, nos equivocamos.

No era una bruja, era una princesa, y no solo eso, ¡era un hada!, ¿cómo íbamos a saberlo?, parecía una bruja y todo el mundo sabe que una princesa no luce como una bruja.

De todos modos, ella quería darnos una lección así que nos lanzó una maldición, una muy horrible y desagradable que nos convirtió en pequeños y feos monstruos verdes cada que la gente nos miraba.

Y la única manera de romper la maldición era recibiendo un beso de la mujer más hermosa de todo el mundo.

En su momento, me pareció imposible pero conocimos a Zap...Blanca Nieves.

Hicimos hasta lo imposible por ganar un beso de la princesa más hermosa de toda la Isla, vencimos a la reina malvada, Regina, sus hechizos fueron disueltos y con ello el Rey Blanco recuperó su reino.

La gente celebraba la libertad del pueblo y el reino. Cada uno de nosotros rompimos nuestras maldiciones, admito que, Blanca Nieves me ayudó lo suficiente para ser de nuevo ese chico que tanto había añorado ser.

Pero no funcionaría. Ambos somos tan distintos, no estaba preparado para formar parte de la realeza de por vida. Aún me hacía falta recorrer tierras por la Isla.

Nieves lo comprendió y decidió compartir el tiempo perdido con su padre.

Hace apenas unos días me enteré de que conoció a su príncipe: Florian. Ambos parecían ser realmente compatibles y eso me alegraba.

—¡Hey, Merlín!

Alce la vista de la última carta de Nieves. Arturo ingresó al cuarto, azotando la puerta como de costumbre.

—Arturo —gruñí.

—Llegó otra carta de Nieves —mostró un sobre blanco, me puse de pie, preocupado. Él también parecía nervioso.

Nieves se había vuelto importante para nosotros.

—Vamos.

Tomé la carta de su mano y fuimos directo a la sala. Jack, Hans, Pi, No y Cho ya estaban ahí.

—Ábrela —apresuró Hans.

Asentí. Abrí la carta con prisa, desbaraté el sobre y saque la hoja que iba escrita por la bonita caligrafía de Nieves.

Leí antes de leerla en voz alta.

—¿Qué dice? —preguntó Jack con su característico acento francés.

Termine de leer y alce la vista. Me miraban impacientes.

—La isla de cuentos de hadas corre peligro —fruncieron sus ceños.

Siete intrépidos:

Esta ocasión no me dirijo a ustedes como una "princesa", sino como una amiga que confía y confiará en ustedes sin pensarlo. Por eso creo que ustedes podrán...salvarnos a todos.

Hay algo que ha estado recorriendo la isla, los reinos peligran, los malos quieren tomar posesión de todo y todos. Deben impedirlo, por favor.

Quizá cuando reciban esto...el reino de mi padre haya sido atacado. Por favor, protejan a los sobrevivientes y salvenos a todos.

Con cariño y aprecio.
Blanca Nieves.

Terminé de leer y los mire.

—Debemos ir, ahora —soltó Arturo de repente, se puso de pie al igual que todos.

Salieron corriendo a la puerta pero los detuve cuando salieron de nuestro hogar a la brisa nocturna.

—Merlín, ¿qué haces? —replicó Hans.

—Si ella nos envió una carta, fue para alertarnos, si vamos al castillo ahora mismo quizá... —pausé, buscando una opción viable a mi explicación—, quizá...

—Sean afectados al igual que todos los reinos.

Dejamos de mirarnos para mirar al exterior, en la penumbra, un corcel negro redujo su andar a unos pasos de nosotros.

—¿Quién eres? —rápidamente hicimos poses de combate.

Jodidos, lo estábamos.

—No ataquen aunque se vea como una bruja, ¿de acuerdo? —susurró Arturo—. No quiero otra maldición.

La persona bajo del corcel con una agilidad impecable, llevaba una capa con capucha negra, unas botas café que llegaban arriba de sus rodillas, un pantalón negro ajustado, un corsé negro y debajo del mismo una camisa de satén blanca.

Se quito la capucha y su identidad se vió revelada bajo la tenue luz de nuestros faros.

Baje mi brazo, desconcertado.

—_____________... —susurramos todos al mismo tiempo, anonados de que ella estuviese aquí, de nuevo.

La pelinegra mantenía su cabellera en una trenza desbaratada, llevaba su característica aljaba tras su espalda y...su arco. Ese arco.

Nos miro a cada uno.

—Chicos, que gusto verlos de nuevo después de tanto tiempo.

_____________ Hood, la única chica que formó parte de los intrépidos desde que iniciamos. La chica que se fue sin darnos un motivo, ella estaba aquí, de regreso.

Esto tiene que ser...un sueño.

Continuará.

AHHHHHHHHHHHUSKSKSKSLSLJSK.

MUERO. AL FIN.

MI PRIMERA OBRA DE MERLÍN. e.e

Rayis, hija de Robin Hood. MENCANTA.

Intrépida 《Merlín y tú》 Where stories live. Discover now