2. Hood.

192 38 1
                                    

Pov Merlín:

Permanecimos en la misma posición, sin siquiera parpadear, ella sujetó las correas del caballo y lo guío a nuestro establo. Resguardo el corcel después de algunos mimos y volvió a nosotros.

—¿Se han quedado congelados?

Trato de ingresar a nuestro hogar pero la detuvimos, soltó una risa amarga.

—¿Cómo sabemos que no tratamos con una bruja disfrazada? —señaló Arturo con su espada, desconfiado.

—¿O algún otro hechicero? —puntualizó Jack.

—¿Por qué te fuiste? —pregunté, ganando su intensa pero delirante mirada. Había olvidado estos años lo hermosa que era—. ¿Qué fue más importante que nosotros para que nos dejaras cómo si nada?

—¡Si!, ¡explícate! —concordó Hans.

Ella bufó

—¿Desde cuándo se volvieron tan sentimentales?

—Desde que recibimos una lecc... —Arturo golpeo la costilla de Jack.

—¿La maldición que los convirtió en enanos durante un año? —la mire sorprendido—. ¿Esa lección?

—¿C-cómo lo sabes? —pregunté.

—Merlín —su voz pronunciando mi nombre me hizo sentir embelesado—; ¿olvidas quién soy?, cada batalla de los...siete intrépidos llegó hasta mis oídos, incluidos sus errores.

Salí de mi trance, aturdido.

—¿Ahora si puedo entrar? —avanzó unos pasos, nosotros nos hicimos a un lado como si ella pudiese manipularnos—. Gracias, chicos.

Ingreso a nuestro hogar, intercambiamos miradas.

—Nunca creí que volveríamos a verla —habló Pi.

—¡Yo tampoco! —exclamó No.

—¡Es fabuloso! —le siguió Cho y los tres entraron corriendo.

Gruñí, enfadado. Hans y Jack los siguieron.

—¿Celoso, Merlín? —canturreó Arturo palmeando mi hombro, aparté su mano de golpe.

—Ya no sabes lo que dices, Arturo.

—¿Qué no lo sé?, te morías por Hood... —lo obligue a callarse, golpeando su estómago, se quejó.

—Eso era antes —camine al interior de nuestro hogar.

_____________ examinaba nuestra casa con detenimiento: Hans, Jack, Pi, No y Cho la miraban atentamente.

—Cuando tuve que irme...

—No es necesario que nos expliques —interrumpí con indiferencia, ganando la mirada amenazante de mis compañeros—. ¿Qué?

—Déjala hablar, Merlín —regañó Arturo.

—No, déjalo —inquirió la pelinegra—. Ya habrá momento de hablar de eso, ahora debemos enfocarnos en el verdadero problema.

—¿Lo ven?, el motivo de su abandono no es de importancia ahora mismo —alegué con ironía.

—Pues parece que te interesa mucho saberlo, eres el único que insiste —puntualizó Hans.

Lo fulminé de inmediato y sonrió burlón.

—Si, como sea —aludí—. Debo encontrar pistas de la última carta de Nieves —camine a la biblioteca—. Alisténse en caso de estar en riesgo.

Mire una última vez a Hood, me devolvió la mirada, una mirada indescifrable, determinada y sumamente enloquecedora. Me obligue a cerrar la puerta para no parecer un tonto.

Intrépida 《Merlín y tú》 Where stories live. Discover now