Lilah perdió a su familia a una edad temprana y es criada por su padrastro; un hombre que la maltrata, le encanta beber y apostar.
A cambio del perdón de sus deudas, él vende a Lilah a su deudor, que era el primo del rey y duque de Aylord. La venta...
El rey y su prometida llegaron a su suite en el hotel. En todo el camino se mantuvo en silencio, era la primera vez que discutía con su madre. Su expresión molesta confundía a Lilah, ya que no estaba enterada de la discusión.
— ¿Ocurrió algo en el restaurante?
— ¡No! No te preocupes por eso. Hiciste un buen trabajo y me disculpo por mi madre, a veces puede parecer un poco impertinente.
— No te preocupes, me pareció muy linda -afirmó- es normal que los padres se preocupen por sus hijos. De repente se entera que su preciado hijo está saliendo con alguien y planea casarse. Aunque sea falso el compromiso, ella no lo sabe, así que la comprendo. Sé que, por mis antecedentes, no soy lo suficiente buena como para estar con el rey, así que entiendo todas sus dudas hacia mí.
— Descansa, hoy a sido un día largo para ambos. Por cierto...-se voltea hacia ella- no creo que no seas lo suficiente buena para mí.
Se marcha de la habitación avergonzado, mientras que Lilah sonríe.
El día siguiente fue tranquilo, Aramis Wang no se comunicó con sus padres y permaneció en la suite, principalmente leyendo. Lilah por su parte estuvo de paseo por la ciudad, tomando fotos de cada edificio y puente que veía. Compró dos libros; uno de arquitectura y otro que era un diccionario de italiano; quería aprender para comunicarse mejor con el señor Di Matteo. Tenía esperanzas de poder regresar a Venecia algún día, aunque volviera sola en ese momento. Su relación falsa y esta visita le había ayudado a soñar nuevamente en ser arquitecta. Solo había algo que la despertaba de ese sueño y era la angustia de no saber nada de su madre, lo único que la tranquilizaba un poco era saber, que mientras quisieran utilizarla contra el rey, no le harían daño a su madre, ya que eso era lo que podía atarla al chantaje.
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Casa de apuestas, Aylord
El duque se encontraba reunido con sus hombres, estaba muy molesto.
— Llevan días buscándolo, ¿cómo es que aún no lo encuentran? -grita-
— Joven, lo hemos buscado en todas partes y no encontramos rastro alguno, es como si a Omer Neret se lo hubiese tragado la tierra.
— Hay que encontrarlo, cueste lo que cueste. Se escapó después de cometer un error en la entrega. Mi trofeo fue llevado por mi primo, pero quizás sea su bendición disfrazada, voy a utilizarla a mi antojo, pero para ello necesito volver a tener a Omer en mi poder y a su esposa.
— Seguiremos buscando
— No me importa si esta vivo o muerto, solo lo quiero aquí, en cuanto a su mujer, tráiganmela ilesa. Al final, gracias a ella podré chantajear a su hija. -sonríe mientras saborea un trago de whisky Macallan a la roca.
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