Miriam

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Siglos... habían pasado siglos desde la última vez que amé. Siglos desde la última vez que sentí alguna especie de atracción por alguien más, había dejado de preocuparme por lo que otros sienten, por lo que otros piensan... para mí, lo único importante era mi rutina diaria.

El amor produce un alta de serotonina y diversas sustancias en el cerebro que te hacen pensar diferente, te provocan una montaña rusa de diversas emociones que, en muchas ocasiones, no son del todo confiables, como los celos... ugh, ridículos y estúpidos celos... detesto el sentimiento, detesto cómo me hace sentir, detesto lo que despierta en mí, una persona recta y casi estable.

El amor es peligroso, es una droga adictiva de la cual eres consciente, pero te niegas a dejarla de usar por el éxtasis y la sensación efímera de felicidad que te produce cuando estás con esa persona... realmente había olvidado ese conjunto de sentimientos, pensamientos y actitudes que, si no soy cuidadosa, la despertarán a ella... y ella... ella no debe salir.

Me había esforzado tanto por mantenerla encerrada, oculta en lo más profundo de mi subconsciente para que no tomara el control nuevamente de mí, causando que mi reflejo exterior se volviera solitario, frío y calculador... pero me descuidé. Solo fue una fracción de segundo en la que dejé mi guardia baja y me reí a su lado con el chiste más tonto de la historia. ¡Que tonta fui, ni siquiera estaba hablando conmigo!

Lo que pasó después sigue envuelto en una neblina lo rápido que ocurrió, él comenzó a buscarme y a raíz de eso nos juntamos más seguido, aunque yo no hablara casi nada, él podía hacerlo por los dos durante horas. Al principio era agobiante, por mucho que intentara evadirlo siempre encontraba la manera de acercarse a mi o de encontrarme durante las horas de almuerzo, era claro que no entendía las indirectas o prefería simplemente ignorarlas directamente. No sé cuándo su presencia dejó de ser una molestia para mí, ni cuando empecé a realmente ponerle atención, pero, desde entonces, sus ojos avellana y su sonrisa de primavera quedaron incrustados en mi memoria.

No podía dejar de pensar en él ni en desear encontrarnos por los pasillos o en el almuerzo; ansiaba las tardes de domingo para caminar en el parque a su lado y charlar sobre aquello que nos gustaría lograr. Poco a poco me preocupaba por verle a primeras horas de la mañana antes de iniciar a trabajar. Y no, no somos compañeros de trabajo, solo trabajamos en el mismo complejo de oficinas en el edificio más al norte de la ciudad.

Sin notarlo, había dejado de prestarle atención a los seguros que la retenían a ella, dejándolos en el olvido, permitiéndole empezar a abrirlos uno a uno, con paciencia y calma; solo bastaron un par de meses para que ella pudiera liberarse, para que saliera a la superficie con la destreza de una lechuza a cazar, silenciosa, imperceptible, comenzando a hurgar en mis recuerdos y maravillándose con su nuevo escogido, su nuevo juguete.

Esa mañana, cuando me observé al espejo la vi devolviéndome la mirada con una sonrisa maliciosa. Me horroricé y esa fracción de miedo bastó para que ella tomara el control. Miriam había tomado mi cuerpo y nada bueno podría surgir de eso.

Batallé, luché por volver a tomar el control una vez más pero no logré hacerlo, su voluntad era más firme cuando se obsesionaba con un juguete nuevo y me encerró en donde muchas veces la encerré yo, dejándome observarla vivir mi vida los días siguientes, besar a quien yo amaba e irse ambos de campamento a una cabaña en las montañas a solas. Un viaje que yo debería estar disfrutando.

Grité, golpeé e hice de todo para tratar de liberarme, para tratar de que Harold notara que no era yo con quien se estaba besando, con quien reía y sonreía; sin embargo, Miriam era buena en fingir ser Margo, era buena en interpretarme casi a la perfección.

Esa noche, solo pude ser testigo de lo que sucede cuando Miriam sale a la superficie, del rojo carmesí escurriéndose del cuello rebanado de Harold; de cómo se deshacía del cuerpo con eficacia igual que las últimas veces.

Whispers of the Wisdom Witch: Tales of Life, Love, and the Shadows of the SoulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora