Cántico Ancestral

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El sonido era opaco pero constante, su melodía era rítmica y profunda, como si proviniera de un tiempo y lugar perdido por el paso de los siglos. El golpetear del tambor se asemejaba al de los pasos decididos, calculados y fuertes de un gran guerrero antiguo que mide a su contrincante previa a la pelea.

Me levanté de la mesa, dejando el desayuno a medio tocar, y me dirigí a la sala para observar por las ventanas, tratando de encontrar el origen de aquel rítmico cántico ancestral. La calle se encontraba vacía cuando el "gong" de una campana sonó sobresaltándome. Miré por otra ventana y luego otra sin ver rastro alguno de algún grupo de personas marchando o chicos con alguna estéreo a todo volumen. Era extraño, cómo era posible que el ruido estuviera presente si las calles estaban totalmente vacías.

Salí de casa y mis pies descalzos se toparon con las rocas lisas que hacían de sendero hacía la entrada principal; el cielo se encontraba tormentoso, amenazando con dejar caer una fuerte lluvia en cualquier momento.

El cántico se hizo ligeramente más alto en mis oídos, como si me llamara e invitara a unirme a la danza. Observé alrededor mientras mis pies me alejaban de la puerta, buscando el origen de aquel canto místico llevándome al bosque cuando el siguiente "gong" sonó.

El sonido comenzó a intensificarse a medida que me adentraba cada vez más y más al bosque; mis pies se movían por su cuenta, como si conocieran cada centímetro del bosque, como si supieran el camino adecuado a su destino. Aunque lo deseara, no era capaz de detenerme, el sonido del tambor ya retumbaba en mi pecho incitándome a seguir adelante.

El "gong" retumbaba cada vez más fuerte, como si premiara mi avance. No lograba escuchar otra cosa que no fuera aquel cántico, las ansías de llegar a mi destino crecían a cada paso, en cada salto, simplemente no podía detenerme, no debía detenerme. Mientras avanzaba, algunos mechones de mi blanco cabello se enredaban con pequeñas ramitas que se atravesaban en mi camino.

Al llegar a una pequeña colina, mi vista se posó en la enorme silueta que se encontraba en la cima. Se encontraba de espaldas a mí, observando algo fuera de mi campo de visión al otro lado de la colina; su largo cabello negro llegaba hasta su cintura y su toga con capa, decorada con intrincados diseños dorados, caía con ligereza hasta el suelo extendiéndose un par de metros más allá de ella. El gong volvió a sonar, esta vez más decisivo y fuerte que antes, haciendo que mis huesos vibraran ante la fuerza del sonido.

Unos puntos luminosos comenzaron a aparecer a los pies de la silueta y descendieron hasta donde yo me encontraba, marcando el camino seguro para llegar a la cima, invitándome a subir. Volví a observar a la figura mientras el rítmico canto resonaba por todo el bosque, mi corazón se aceleró en anticipación. Comencé mi acenso con calma y sin prisas mientras el cántico descendía en volumen, dándome la sensación de que mi encuentro con aquella figura fuera de vital importancia para el bosque. Luego de un largo rato logré llegar junto a ella.

Estando más de cerca pude notar lo alta que era, mi cabeza solo llegaba hasta el inicio de su pecho. Su vestido blanco plagado de intrínsecos diseños dorados se ceñía a su cuerpo definiendo con sutileza su elegante figura, expandiéndose a la altura de sus caderas hasta llegar al suelo permitiéndole así tener libre movimiento para caminar.

No estoy segura de la razón, pero evite mirar su rostro, en cambio, mis ojos se posaron en lo que sucedía al fondo del otro lado de la colina donde ella miraba. Ahí se encontraba un grupo de seres danzantes, sus movimientos eran gráciles y sincronizados con el cántico que había estado escuchando. Cada uno de ellos utilizaba una vestimenta distinta, parecían ser ligeras para poder desplazarse sin mayor dificultad y su diseño era viejo, como si hubieran sido hecho hace mil años, pero sus colores continuaban siendo vividos. Se veían alegres mientras danzaban en círculo frente a un lago de aguas turquesas. Era hermoso observarlos y mi corazón sentía regocijo ante la alegría de estos seres danzantes, deseando poder unirme al festejo que tenían.

La figura se movió a mi lado y sentí como su mano se posaba sobre mi cabeza sacando las hojas y ramitas que se habían quedado atorados entre mis cabellos; su mano recorrió con cariño mi mejilla, haciéndome voltear el rostro para que la viera directamente.

Sé que conscientemente debí haberme asustado al verla, debí tener miedo, sin embargo, no era así, su rostro cadavérico me devolvía una hermosa sonrisa cálida y amable a pesar de no tener labios; en lugar de ojos, dos esferas doradas me devolvían la mirada con ternura. Sus cadavéricos y tibios dedos recorrían con admiración cada una de las arrugas permanentes en mi rostro gracias al paso de los años.

"¿No estás asustada de mí?" me cuestionó la muerte mientras se giraba para que estuviéramos frente a frente. Yo negué, notando que los detalles dorados de su vestido se movían por cuenta propia cambiando su diseño con sutileza.

"Sabía que vendrías pronto, he vivido bien durante 89 años, mis hijos son mayores y tienen su familia, ya no me necesitan... Aunque me preocupa qué va a ser de mi gata... estará sola sin mi...".

"Oh, no, ella no estará sola." Afirmó ella mientras señalaba colina abajo. "Te siguió unos minutos después, quiere acompañarte hasta la próxima vida".

Volví la vista hacía el pie de la colina y la vi, flotando sobre los puntos luminosos, se acercaba muy contenta Mika, mi gata de pelaje moteado. Maulló cuando se acercó a nosotras y se restregó contra mis piernas mientras ronroneaba. La tomé en brazos, feliz de tenerla a mi lado hasta el final después de tantos años de estar juntas.

"Ya es hora, nos están esperando" anunció ella. La muerte me tendió la mano y felizmente la acepté mientras Mika se subía a mi hombro como acostumbraba a hacer.

Comenzamos a descender la colina en dirección a los seres que continuaban danzando, el cántico de los tambores comenzaba a aumentar gradualmente de volumen a medida que nos acercábamos al grupo; al estar más de cerca, pude notar la estela luminosa que dejaba cada de uno de los seres al moverse.

Caminé a un lado de muerte mientras el grupo, sin perder el ritmo de su danza, se dispersaban del frente y formaban una hilera rítmica detrás de nosotras hasta estar frente al lago, el cual se iluminó ligeramente con el primer paso sobre sus aguas.

Acaricié la cabeza de Mika mientras comenzaba a caminar sobre el lago, el sendero al más allá; Por cada paso que daba, el lago reflejaba los recuerdos de toda mi vida como si de una película se tratase; al otro extremo del lago, el árbol más grande y robusto se removió revelando un rectángulo luminoso, el umbral.

Observé el lago, sindejar de avanzar, reflejar mis últimos días de vida hasta el momento en que lostambores se comenzaron a escuchar. Sonreí, había tenido una vida sinremordimientos y cuando muerte me invitó a pasar el umbral avancé sin temor,curiosa por lo que me deparaba mi próxima vida.

Whispers of the Wisdom Witch: Tales of Life, Love, and the Shadows of the SoulWhere stories live. Discover now