🎈𝗘𝗽í𝗹𝗼𝗴𝗼🎈

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El grito de Milán fue opacado por el sonido de la música a su alrededor, la pelirroja no pudo evitar reír al sentir aquellos brazos rodearla.

―Sorpresa ―susurró Bill en su oído.

―Pensé no ibas a llegar, dijiste que tu vuelo se había retrasado.

―Audra logró conseguir un boleto. Lamento haber llegado tan tarde, cariño ―Bill se disculpó antes de girarla en un ágil moviendo, ambos quedaron frente a frente―. Estás preciosa.

Sin duda alguna aquel vestido azul ajustado la hacía parecer una diosa, William no esperaba el momento de desaparecerlo y hacerla suya.

―Lo importante es que estás aquí ―las manos de Milán se posicionaron sobre el pecho de Bill, elevó su rostro y él la beso.

Ambos habían extrañado los labios del otro luego de un par de semanas sin verse.

―¿Dónde está Daniel? ―la mirada de Bill fue en todas direcciones en busca de su cuñado sin éxito alguno.

―Bailando con su esposa en algún lugar de este inmenso salón.

Ambos rieron.

―Bueno, espero lo veamos para saludarlo, mientras tanto vamos a bailar futura esposa mía.

―Aún sigo esperando mi anillo, Denbrough.

Bill negó, divertido. Sacó un pequeño anillo hecho de papel de su chaqueta.

Los ojos de Milán se iluminaron y una sonrisa se instaló en sus labios.

―¿La escuchaste?

―Claro que sí me casaría contigo con anillos de papel, sin embargo, sé que amas las cosas brillantes por lo que te prometo que te daré el anillo más brillante.

Los ojos de Milán se cristalizaron al escucharlo. Una lágrima rodó por su mejilla al momento de que aquel anillo de papel fue colocado sobre su dedo anular. Su corazón saltó de alegría.

Sin esperar una respuesta Bill y Milán se dirigieron a la pista de baile. Los brazos de ella se posicionaron alrededor del cuello de su amado y los de él en la cintura de su amada.

―Así que... ¿Ocean eyes? ―susurró él sobre los labios de ella.

―¿Cuántas canciones escuchaste?

―Todas.

―Nunca había caído desde tan alto hasta que caí en tus ojos oceánicos ―Milán se aferró a él, danzando por toda la pista de baile.

―Creo que eso debería decirlo yo, querida ―Bill miró a su alrededor antes de hacerla girar―. Esos ojos azules que posees me tienen hipnotizado.

Milán agradeció la poca iluminación del lugar, su sonrojo podría verse hasta en China de lo contrario.

―¿Cómo va la publicación del libro? ―decidió cambiar de tema.

𝗘𝗩𝗜𝗧𝗘𝗥𝗡𝗢 | 𝗕𝗶𝗹𝗹 𝗗𝗲𝗻𝗯𝗿𝗼𝘂𝗴𝗵 ✔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora