Capítulo 23

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—Pues claro... Lo siento, no quería incomodarte con aquello, te juro que pensaba que nadie me escucharía, solo era un puto borracho llorándole a su ex.

Frenó. Estaba sonando patético y lo sabía. Se estaba alterando por momentos.

—Perdón, es que... Soy imbécil.

Jisung retrocedía en cortos pasos, deslizaba sus pies gracias a los calcetines de algodón y aumentaba la distancia entre ellos a cada frase. Lo veía. Se veía en él a sí mismo. Esa inseguridad, la necesidad de justificarse, de saber si el contrario le odiaba, de rogar para que no se enfade contigo. ¿Así se veía él? Era triste. Tenía ganas de acunarlo entre sus brazos, decirle que todo está bien como hizo él cuando más lo necesitó. Pero no podía. Jisung no tenía la fuerza suficiente como para dársela a los demás. Cerró los puños con frustración al sonar el pitido de la lavadora como si fuese el pistoletazo de salida.

—¿Por qué lo vas a perder todo?

Jisun recordó la pregunta que no se había ido desde que la escuchó. Necesitaba respuestas, la duda le estaba amargando desde dentro y ahora no eran más que dos muchachos inseguros cara a cara.

—¿Qué tiene que ver Jungwoo con esto? ¿Es tu ex, verdad? ¿Por qué siempre le llamas a él? ¿No guardaste mi número? ¿Es que aún le amas? ¿O ahora te interesa la chica de la academia?

Estaba asustado y tembloroso como un cachorro en la consulta del veterinario. Sabía que eso era necesario pero no dejaba de sentir pavor en sus huesos. Las piernas le temblaban y juraba que si no se sentaba pronto, caería de rodillas. Había sido un día agotador, física y emocionalmente, no se veía capaz de aguantar un asalto más. 


Minho, por su parte, había obtenido una sarta de preguntas que le habían dado una clara respuesta. Se llevó las manos a la cara y se escondió tras ellas ocultando su vergüenza. Gruñó de pura frustración. Odiaba sentirse así, la incertidumbre, los nervios, no saber qué hacer, el miedo a su reacción. Todas las incógnitas que tenía Jisung le hacían entender una cosa: lo último que le había importado era la confesión. Y eso le hacía sentir todavía más miserable. Exhaló una risa triste, un golpe de aire seco con la comisura de los labios levantada.

Sus pies descalzos dieron largos pasos que le permitieron acercarse lo suficiente para rodearlo con los brazos y seguir pidiendo perdón en susurros.

—Lo siento.  Te lo explicaré todo.

Cuando estrechó el cuerpo de Jisung junto al suyo, se dio cuenta de lo mucho que había añorado su presencia. Inhaló ese aroma que recordaba, el cosquilleo de su cabello le hizo arrugar la nariz y vio lo importante que había sido para él algo de una sola noche. Algo que fue tan inocente como permitir que Jisung abriera su alma y encontrase en él un refugio por unas horas.

No quería apartarse. Jisung tampoco. Había tardado en reaccionar, pero en seguida Minho sintió en su espalda las frías manos de aquel chico que llevaba tanto sin ver. Solo necesitaban un segundo.


La conversación en el sofá estaba siendo densa. Había mucha información que Minho tampoco sabía cómo explicar a un chico que vivía entre montañas de oro. Cuando iba diciendo una a una todas las dificultades a las que se enfrentaba día sí y día también, porque la vida no le daba tregua, recordaba que el dinero daba la felicidad. Ni que fuese un rato. 

Habló de la tienda de su familia, que llevaba generaciones y había sido muy difícil recuperarla después de la guerra pero ya estaba muy desactualizada. Le explicó la beca de la academia y cómo la ganó, eso supuso varios minutos hablando de música y baile. Minho pudo descubrir, por fin, que compartían amor por el hip hop, el rap e incluso el edm, al contrario de lo que pensaba. Siempre había imaginado que los de la academia de canto serían más clásicos. Después, contó la aventura de encontrar piso y trabajo, y cómo tenía que combinar el proyecto con todo eso, además de estudiar. 

My pace - MinsungWo Geschichten leben. Entdecke jetzt