Capítulo 23

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Después de asegurarse de que a Jisung no le quedaban más lágrimas que llorar, sus amigos marcharon para ocuparse de sus tareas de personas adultas responsables con un alquiler que pagar. Le dejaron allí, con el estómago lleno y sentado delante de la lavadora viendo al peluche girar y dar vueltas cubierto de jabón. Tal y como habían hecho él y Changbin al volver, en la ducha.

Sonó el teléfono de casa. Se abrazaba las rodillas pero dio un brinco y las soltó para girarse y mirar fijamente el objeto que emitía ese estruendo. Nadie tenía por qué llamar. Tampoco tenía ganas de contestar. Lo ignoró y volvió a mirar el tambor de la lavadora a través de la puerta de cristal. Aquello se había convertido en uno de esos videos de asmr jugando con slime. Si hacía un live tenía claro que habría miles de personas mirando.

Esta vez, sonó el timbre. Frunció el ceño al girarse. Eso ya no le gustaba. Había conseguido algo de paz los últimos minutos y no iba a permitir que nadie la perturbase. Agarró el teléfono que había en el suelo junto a él, iba a mirar las notificaciones, por si acaso era un repartidor o alguna cosa por el estilo, pero recordó que había puesto el modo avión por recomendación de Felix. Él era, de los tres, el que mejor sabía qué hacer con las redes en momentos así: nada. Cerrarlo todo.

Volvió a sonar el timbre, acompañado de unos golpes en la puerta. Eso parecía serio. O peligroso. Se levantó con cautela. Movió su cuerpo lentamente evitando hacer ruido hasta llegar a la puerta. Primero, colocó la oreja.

—Cálmese, por favor, el señor está en casa, se lo aseguro.

Al escuchar una voz familiar, se asomó a la mirilla y vio al conserje. Extrañado, abrió la puerta.

—Buenas tardes, señor, hay una persona que...

—¡Jisung! 

Minho salió de detrás de aquel hombre de mediana edad, apenas corpulento pero con una gran presencia, y agarró a Jisung de los brazos con cuidado.

—Dile que me conoces. Lleva horas sin dejarme pasar.

—Caballero, suelte al señor Han o llamaré a seguridad.

—No... Está bien, es un compañero de la universidad.

Pese a que la tristeza en su voz levantó sospechas en el conserje, este se marchó tras una reverencia.

Aunque extrañamente dolido por sus palabras, Minho respiró al ver la puerta abierta que al fin tenía permiso para cruzar. Jisung no dijo nada, se adentró de nuevo en su morada y dejó paso para que el recién llegado le siguiera. No hubo un atisbo de duda. 

En cuanto entró, se quitó los zapatos y le siguió hasta el salón. Ninguno sabía bien cómo proceder, así que Minho tomó la iniciativa, pues para eso había esperado desde antes que cayera el sol. Respiró hondo y sopló. Nunca había tenido que hacer algo así y no estaba preparado.

—Jisung, siento haber aparecido así en tu casa, mierda, no sabrás ni cómo sé donde vives... 

La vergüenza y el miedo estaban creando una incomodidad que nunca antes había sentido, no paraba de escribir y borrar frases en su cabeza, buscando la única que le diera la oportunidad de no empeorarlo más de lo que ya estaría.

—Fue Hyunjin, habló con Felix y... Bueno, estamos todos preocupados, joder. ¿Dónde te habías metido?

—¿Todos? 

Sus ojos de perlas marrones abrieron de más.

—¿Por mí?

Minho se rascó la nuca con ambas manos y dejó caer sus brazos.

My pace - MinsungWhere stories live. Discover now