DESTRÚYELO

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Después de que Chelsea fuera llevada a urgencias, a Agatha se la transportó al hospital psiquiátrico más cercano, para ello, le quitaron cada una de sus pertenencias que llevara encima.

Entre todos estos objetos había uno que llamó más la atención de los policías, un colgante con una pequeña piedra verde con un diseño de ondas de un verde fluorescente.

Con Agatha
Me desperté aturdida, adolorida y cansada en un cuarto acolchado y con una camisa de fuerza que limitaba todos mis movimientos.
No había nadie, estaba sola conmigo misma.
Tenía dolor en cada músculo de mi cuerpo, pareciera que me hubiesen dado una paliza.

La habitación estaba vacía, solo había una puerta metálica la cual traté de golpear para ver si alguien lograba escucharme; nadie respondió.

Ni siquiera sabía qué hora era, no tenía la noción del tiempo.

Pasadas unas horas trajeron un plato con comida, pero nada de cubiertos. Traté de preguntar dónde estaba pero no obtuve respuesta.

Tuve cuatro largas semanas para pensar y planear algo para salir.
Fue a los dos días que me di cuenta que estaba en un hospital psiquiátrico.

También noté que había un espejo muy grande, era de esos que había en los interrogatorios, espejo para el que hay dentro y ventana para el que está fuera.

Un día de repente entró un médico y me llevó a una sala con guardias, también me pusieron unas cadenas en los pies.
En esa sala había un teléfono y un cristal. Al otro lado del cristal había otro teléfono.

A la sala opuesta entró mi amado Arthur junto con mi niño, Sam.

Arthur tomó el teléfono e inmediatamente me soltaron la camisa de fuerza, pero mi libertad de movimiento seguía muy limitada.

Tomé el teléfono y comenzamos a hablar...

Arthur: Hola Agatha...
No sabía qué preguntar o qué decir ante tal situación.

Agatha: Cariño... Qué hago aquí?!
Preguntó sin esperar más.

Arthur: Por favor, sabes perfectamente por qué estás aquí, no te hagas la tonta.

Agatha: Arthur... Qué he hecho? Más bien, qué ha pasado? Lo último que recuerdo es que aquella cena, conforme me enfadaba con la sirena más se me nublaba la vista, hasta que... Ya no sentí nada.
Relató muy confusa.

Arthur: Ya no sé si creerte... Después de lo que hiciste... No puedo creerte, es imposible que no lo recuerdes!
Comenzó a perder los nervios conforme hablaba.

Agatha: Qué he hecho?! Nadie aquí me ha dicho nada! No sé por qué estoy en un lugar como este!
Gritó mientras comenzaba a derramar unas lágrimas de impotencia.

Sam: Papá... Puedo hablar con mamá?
Dijo tirando del pantalón de su padre.

Arthur: Sí, claro...
Le respondió pasándole el teléfono.

Sam: Mamá?

Agatha: Hola cariño... Qué tal el cole?
Preguntó tratando de ocultar su tristeza.

Sam: Mamá, yo te creo, sé que no serías capaz de algo así, esa no eras tú...
Afirmó apoyando su mano sobre el cristal que los separaba.

Agatha: Gracias cielo... De verdad, lo aprecio mucho. Pero dímelo por favor... Qué he hecho tan terrible para estar aquí?
Le cuestionó al infante mientras correspondía a su gesto y apoyaba su mano también sobre el cristal.

Sam: No lo tengo muy claro, la que más sabe del tema es Ruby, solo sé que después de cenar con Chelsea nos encerraste durante dos meses, te volviste completamente loca.
Un día se empezaron a escuchar unos golpes que hacían retumbar la casa, cuando cesaron se escuchó uno más débil y después comenzó un alboroto.
Después de un rato Ruby gritó: "SOY LIBRE"
Y luego después de casi una hora se comenzó a oír la sirena de la policía.
No sé qué ocurrió pero más tarde un policía nos sacó a mí y a papá.
Contó desde su punto de vista.

Qué vueltas da la vidaWhere stories live. Discover now