Día 3: Calcetines

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Modern AU: Aquí Sidon y Link son humanos en una época contemporánea.

***

Link estaba pasando probablemente el peor de sus cumpleaños. Su rostro estaba ojeroso y sombrío, y sentía escalofríos por todo el cuerpo. Mira que enfermarse justo en esas fechas... Parecía que el mundo estaba en su contra. 

Estaba en su casa, con el cabello suelto hecho un desastre y una montaña de pañuelos cada vez más creciente. Todo estaba en completo desorden, pero le daba igual. En lo único que podía pensar era en el corto periodo de tiempo que había entre estornudos, tos y mareos. El chico se sentía completamente en la miseria en ese momento.

Iba a levantarse para calentarse un poco de sopa y seguir agonizando en el sofá, pero de repente alguien pegó a su puerta. Link se enrolló en una manta y fue medio arrastrándose hasta la entrada de su casa, con cara de pocos amigos. Ya había avisado a todos de que estaba enfermo y no iba a poder celebrar su cumpleaños, ¿quién podría haberse atrevido a venir?

Cuando abrió la puerta encontró la respuesta. Su mirada se suavizó enseguida cuando vio aquel cuerpo bien esculpido y ese cabello rojizo y largo que contrastaba con unos bellos ojos dorados.

Su novio había venido a verle.

—¿S-Sidon? ¿Qué haces aquí? —dijo. Su voz estaba ronca por el resfriado.

—¡He venido a verte y a cuidarte! 

—No hace falta... Es solo un resfriado, yo... —iba a continuar, pero Sidon lo interrumpió.

—Vi tu mensaje, y no pienso dejar que pases tu cumpleaños solo —contestó el más alto. Link iba a replicar pero el otro no le dejó. Incluso lo arrastró al interior de la casa, cerrando la puerta detrás de sí.

—Pero...

—Nada de peros, Link. Déjame ser un buen novio. —Sidon lo llevó hasta su habitación y lo obligó a tenderse. El rubio no pudo discutirle nada, y tampoco tenía ganas de ello.

El alto lo arropó con las mantas y se aseguró de que no le faltase nada. Le trajo agua, le ahuecó la almohada y hasta le tomó la temperatura para ver si tenía fiebre. También le calentó la sopa a Link cuando éste se lo pidió, y se la trajo a la cama en una bandeja. El pelirrojo se sentó en el borde de la cama y le dio conversación mientras comía, sacándole alguna que sonrisa discreta a Link. Aunque él prefería no hablar mucho, pues usar su voz dolía en aquel momento.

Cuando terminó la sopa, Sidon llevó el plato a la cocina y regresó junto a él, volviéndose a sentar donde estaba antes.

—Gracias, Sidon... —pudo decir, sintiéndose un poco mejor. Se ponía siempre muy gruñón cuando se enfermaba, pero la calidez y el cuidado de su novio parecía haber disipado un poco esos nubarrones.

—Para eso estoy, Link. Oh, tengo otra cosa para ti. —Sidon entonces sacó una pequeña caja envuelta en un papel de regalo azul y blanco—. ¡Feliz cumpleaños, mi amor!

Link abrió los ojos, sorprendido. No le importaban los regalos y solía pedir que no le regalasen nada, pero Sidon siempre insistía en dárselos. Y ahora incluso, con aquel tremendo resfriado con el que no tenía ganas ni de moverse ni de existir, el pelirrojo le había traído uno. Sidon era muy detallista, era algo que siempre había amado de él.

Lo abrió despacio, intrigado. Sus manos se sentían torpes y pesadas, pero hizo el esfuerzo. Cuando quitó del todo el papel de regalo y abrió la caja, las cejas de Link se alzaron. Eran unos calcetines de invierno con unos dibujos de tiburones en ellos. Eran bonitos, pero... ¿En serio Sidon era de esos que daban calcetines como regalo de cumpleaños? 

Obviamente esos pensamientos no los iba a decir en voz alta, por respeto y porque había sido un bonito detalle por parte de su pareja. 

—¿Calcetines? —dijo, soltando una risa y mirando a su novio.

—Te conozco muy bien y sé que siempre tienes los pies fríos. Lo noto sobre todo cuando dormimos juntos —dijo en tono divertido, mientras se quitaba los zapatos y se sentaba a su lado—. Yo tengo unos iguales, así que vamos a ir a juego.

Y acto seguido, Sidon se remangó los pantalones para mostrarle que efectivamente él también tenía unos. El rubio soltó una risa honda que hizo que le doliese la garganta por culpa del resfriado. Link tosió y se agarró la garganta, intentando aliviar el escozor.

Aquello le había parecido demasiado tierno y sentía su corazón llenarse de calidez. ¿En serio los llevaba puestos?

—Qué adorable eres, Sidon —dijo, volviendo a mirarle. Ahora aquel obsequio le parecía aún más sincero e importante. Hasta romántico, podría decir—. Gracias por el regalo.

Sidon le dedicó aquella inigualable sonrisa que hizo que Link se derritiese en el sitio. Suspiró, sonriendo también, y se quitó las mantas de encima para ponerse aquellos calcetines. Su novio lo miraba sonriente y, cuando Link volvió a taparse, el pelirrojo aprovechó para meterse bajo las mantas con él. Link lo miró un poco sorprendido, pero no dijo nada. Sidon en respuesta lo abrazó con ternura, y el más bajo pudo sentir cómo se ruborizaba por otra razón además del resfriado.

—S-Sidon, a este paso voy a contagiarte...

—No me importa en absoluto —susurró, mientras depositaba un beso en su frente.

Link sonrió, rindiéndose. Sabía que por más que insistiera, Sidon no iba a dar su brazo a torcer. Por eso se dejó querer y pasó sus dedos por aquel bello cabello rojizo que tanto adoraba. Su novio, en respuesta, hizo lo mismo con el suyo. Ambos se miraron con un rebosante cariño que iba más allá de lo físico. 

Acurrucados en la cama, Link y Sidon compartieron un momento tan cálido como lo eran esos calcetines.

Octubre Sidlink. Softober 2023.Where stories live. Discover now