Capítulo 12.

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Dylan y yo estuvimos hablando y decidimos retomar la lista hasta donde nos quedamos. Nos tocaba ir a un parque de diversiones. Honestamente no tenia muchas ganas de ir porque tenia un mal presentimiento pero que más da.

Dijo que pasaría temprano por mi para ir a comer primero y accedí.

Me levanté tarde porque la alarma no sonó, o eso le hice creer, ya iba tarde y él ya estaba esperándome afuera.

—Estoy— dije subiéndome al auto.

—Por fin— dijo riendo.

—Calla, la alarma no ha sonado— voltee los ojos mientras me abrochaba el cinturón.

—Si si, claro— volvió a reír mientras encendía el auto.

—Que pesado— voltee los ojos pero esta vez me reí.

Nos quedamos en silencio unos minutos mientras buscábamos que canción poner.

—Si sonó la alarma— lo miré fijamente.

—¿Qué?— preguntó confundido.

—Que si sonó la alarma pero la apagué, por eso vamos tarde— dije con un poco de culpa.

—No te preocupes linda, aún nos queda mucho tiempo— me acarició el cabello.

Lo miré con una sonrisa a medias y asentí.

[...]

—¿Qué van a pedir de comer?— dijo la señorita sacando su cuaderno para anotar.

—Yo quiero una hamburguesa, por favor— dijo Dylan sonriéndole coquetamente.

—Yo quiero una hamburguesa también, por favor— los miré de reojo.

—Claro, en unos minutos les traigo su orden— le sonrió a Dylan y se alejó de la mesa.

—Es linda— lo miré a los ojos.

—¿Hablas de la mesera?— dijo con un tono nervioso.

—Si, de quién más hablaría— recosté mi cabeza sobre mi mano.

—Aah, pues si es un poco linda— se pasó una mano por el cabello y volteó hacia otro lado.

[...]

—No me quiero subir Olivia— dijo rogándome.

—Será solo una vez— reí despiadadamente.

Lo jalé de la mano hacia la entrada de la montaña rusa.

—¿Estás listo?— di unos saltos emocionada.

—No— chilló.

Me reí y lo volví a tomar de la mano para llevarlo hacia el asiento.

—Todavía me puedo bajar— puso una cara de ángel que casi me arrepentía de haberlo subido.

—Claro que no— me tomé fuertemente de la barra de seguridad.

—Olivia esto está comenzando a subir— chilló nuevamente.

—Ya cállate y disfruta de esta adrenalina— sonreí y estiré mis brazos hacia arriba.

Sentí como comenzaba a subir y solo veía que el de aferraba a mi brazo fuertemente mientras dejaba escapar un chillido.

—Olivia por favor— hundió su rostro en mi brazo.

—Ya, es sólo un momento— intenté safarme de su agarre.

—¡AAAAHH!— chilló fuertemente.

Comencé a reírme a carcajadas y comencé a sentir que rebuscaba mi mano sin abrir los ojos.

—Ya puedes abrir los ojos— dije desabrochándome el cinturón de seguridad.

Comenzó a desabrochar el suyo mientras yo lo esperaba abajo.

—¿Podemos ir por un helado?— tiré suavemente de su mano.

—Lo que quieras linda— entrelazó mi mano con la suya y comenzamos a caminar.

Sentí como me faltaba la respiración y mi corazón comenzaba a palpitar con más frecuencia al sentir su piel con la mía.

[...]

—Yo quiero un helado de vainilla con chispitas, por favor— sonreí.

—Yo quiero un helado de chocolate con más chocolate encima.

Fuimos a una banca para esperar mientras estaba listo. Le hizo unas señas a Dylan y el se levantó rápidamente.

—Aquí tienes bonita— me estiró mi helado.

—Gracias.

—¿A donde vamos ahora?

—¿Podemos ir a sacar un peluche?

—Claro.

Nos dirigimos a un lugar donde tenías que tirar todas las botellas a cambio de un oso gigante.

—Me da unas fichas, por favor— dijo sacando su billetera.

—Claro aquí tiene, solo tiene seis intentos— le estiró un bote con fichas de colores con las cuales tiraría las botellas.

Comenzó a aventar las fichas pero tenía una pésima puntería y ya solo le quedaban dos intentos.

—Deme otras fichas— volvió a sacar la billetera para estirarle otro billete.

—Aqui tiene— dijo el vendedor con una expresión burlona.

Volvió a intentarlo un par de veces pero le era imposible hasta que se dio por vencido.

—¿Quiere seguir intentando?— el vendedor le estiró otro bote con más fichas.

Dylan me miró y sacó la billetera de nuevo.

—Deme el Oso Rosa.

—No está a la venta, disculpe.

—¿Cuanto quiere?

Ellos comenzaron a discutir mientras yo decidí entrar a los baños que estaban a un lado, y al salir vi a Dylan con el Oso.

—¿Le pegaste o algo así?— lo miré con susto.

—Era solo cuestión de una buena charla— se rió y lo volteó a ver de reojo.

El señor tenía una expresión muy molesta.

—Gracias por todo lo de hoy.

—No es nada linda.

Tomó mi cabeza y se inclinó para dejarme un ligero beso en la frente.

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