capitulo 10

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El lunes llego más rápido de lo que Jessica esperaba

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El lunes llego más rápido de lo que Jessica esperaba.

En lo más profundo de su ser, no deseaba enfrentar el día que se avecinaba. Sin embargo, sabía que su madre la mataría si faltaba, y a pesar de que la muerte sonaba como opción tentadora para escapar de sus problemas, decidió enfrentar sus problemas.

Jessica Stanley no era alguien que huía.

Ella asintió de acuerdo con el pensamiento que se formuló en su mente.

La rubia dirigió su mirada hacia el espejo, observando con cierta autocrítica las señales visibles de un fin de semana agitado. Su cabello, normalmente impecable, parecía haber adoptado una textura esponjosa debido a la falta de baño y peinado en esos dos días, mientras que las ojeras bajo sus ojos, aunque camufladas con varias capas de corrector, dejaban en evidencia las huellas de su falta de sueño.

- Me veo horrible - susurró para si misma sin apartar la vista de su reflejo, sumergida en sus propios pensamientos

- Te ves hermosa - hablo una voz masculina detrás de ella.

Lo que tomó por sorpresa a Jessica quien dio un pequeño brinco por el susto.

- ¿Me quieres dar un infarto? - pregunto tocando su pecho, por encima de donde estaba su corazón, que latía a un ritmo elevado - ¿Qué haces aquí? Espera ¿Como entraste?

 Edward sonrió divertido por su reacción y entro a la habitación. - Tu madre me dejo entrar, obviamente.

- Oh, cierto, olvide que estaba aquí.

Jessica volvió a fijar su atención en el espejo, escudriñando su propio reflejo con inseguridad mientras continuaba cuestionando su apariencia.

- Te ves hermosa, eres hermosa - murmuro Edward con un tono cálido y sincero, parándose cerca de ella, lo suficiente como para que ambos pudieran verse a través del reflejo del espejo.

- Si que sabes cómo halagar a una mujer - susurró Jessica, su voz teñida de sorpresa y gratitud. - Pero, no digas cosas así, podría enamorarme de ti - agregó con un tono melodioso, con una chispa de coquetería en su mirada.

Las palabras coquetas de Jessica tuvieron un efecto inesperado en Edward. Sus ojos se abrieron de par en par de manera cómica, su cuerpo se quedó inmóvil y sus manos se elevaron instintivamente hacia su rostro, como si intentaran cubrir un sonrojo que, en realidad, no existía.

La risa espontánea de la Stanley resonó en la habitación mientras observaba la reacción sorprendida de Edward. Ella se volvió hacia él, encontrando su mirada con una sonrisa traviesa en los labios.

- Oww... Te ves tan tierno cuando estás avergonzado - comentó la de ojos azules, disfrutando del momento - Me halaga tu reacción, pero no eres mi tipo.

Edward parpadeó sorprendido - ¿Tu tipo?

- Sí - respondió Jessica con un guiño y un tono juguetón. - Me gustan los rubios, altos, de ojos claros y piel pálida. Por eso Mike es mi tipo. Incluso tu hermano, el Hale, a pesar de su apariencia vendedor de drogas y con alto potencial de ser asesino en serie, me parece muy atractivo.

- No sé si sentirme ofendido o sentir pena por ti por tus terribles gustos - comento el castaño una vez se recuperó de su sorpresa inicial.

La rubia lo miró con una expresión de ofensa en su rostro - Hey, no me juzgues, Romeo, que yo no te ando juzgando por tu gusto por Julieta.

La respuesta de la Stanley provocó una risa suave por parte del Cullen, quien disfrutaba de la dinámica amistosa entre ellos. Aunque Jessica había intentado devolver la broma, su expresión de ofensa claramente teatral no la había ayudado.

- ¡Jessica, apúrate o llegarán tarde a la escuela! - gritó la Sra. Stanley desde el piso de abajo.

Jessica, confundida por la urgencia, preguntó - ¿Qué hora es?

Edward, mirando su reloj, informó - Faltan diez minutos para que las clases comiencen.

La respuesta hizo que la joven rubia se moviera rápidamente por su habitación, agarrando todas las cosas que necesitaba para la escuela: su mochila, cuadernos para las clases del día y su celular. Sin perder tiempo, tomó la mano de Edward y lo jalo para que ambos salieran de la habitación y bajaran rápidamente las escaleras.

La madre de Jessica estaba parada junto a la puerta, habiendo escuchado todo el alboroto que su hija había causado poco después de su grito. Conociendo a su hija, sabía que saldría disparada. Una vez los vio bajando las escaleras, abrió la puerta principal de la casa.

Jessica apenas se detuvo unos segundos para darle un beso a su madre en señal de despedida. No le dio tiempo al Cullen de despedirse de su madre, y continuó rápidamente hacia el Volvo de Edward, que estaba estacionado justo frente a su casa.

El castaño se adelantó a Jessica y abrió la puerta del carro para que ella entrara rápidamente.

- Gracias - dijo apresuradamente y luego le hizo una seña a Edward para que se apresurara a ir a su lado.

Mientras entraba al carro en el lado del conductor, ella se colocó el cinturón de seguridad y miró a Edward con una expresión de urgencia.

- Por favor, ve rápido. Si llego tarde, el profesor Matthew no me dejará entrar - pidió, juntando las palmas de sus manos en señal de súplica.

Edward asintió y puso el carro en marcha.

Jessica pasó de estar sentada tranquilamente en el auto a estar completamente apoyada en el asiento, agarrando con fuerza el cinturón de seguridad como si su vida dependiera de ello, y en cierta medida, lo hacía, si Edward chocaba lo único que podía salvarla de la inminente muerte era esa cosa. 

- ¡Cambie de opinión, podemos llegar tarde, pero con vida por favor! - grito Jessica 

- Estamos bien, Jessica. No te preocupes - le aseguró con calma mientras continuaba conduciendo a gran velocidad.

La velocidad del carro seguía siendo vertiginosa, y Jessica estaba visiblemente nerviosa - ¡Tú estarás bien porque yo no lo estoy! - exclamó con una nota de histeria en su voz - ¡Estoy segura de que mi desayuno quiere salir a decirte hola!

Edward no pudo evitar reír ante sus palabras.

- ¿Estas riéndote de mí sufrimiento? - pregunto olvidado momentáneamente su temor que fue reemplazado por ofensa.

El Cullen, aún sonriendo, respondió - No, no me estoy riendo de tu sufrimiento, Jessica. Llegaremos a la escuela enseguida, lo prometo.

Jessica, aún preocupada por la velocidad del carro, exclamó - ¡Y en una pieza, por favor!

Edward respondió con calma - Ten un poco de fe en mí, Jessica, no chocaré.

Sin embargo, la Stanley, con un toque de sarcasmo en su tono, replicó - ¿Sabes quién más tuvo fe? Jesús, y la fe no lo salvó de morir crucificado.

La respuesta de Jessica hizo que Edward se riera.

- ¡No te rías!

Los pocos minutos del resto del viaje siguieron así, con Jessica dando comentarios fuera de lugar y con Edward divirtiéndose con sus palabras y expresiones humorísticas. Finalmente, cuando el automóvil se detuvo frente a la escuela, Jessica salió precipitadamente del vehículo, se agachó y tocó el suelo con una mezcla de alivio y gratitud, como si hubiera superado un desafío colosal - ¡Estoy viva!

Edward salió del auto y se acercó a Jessica con una sonrisa en el rostro - Sí, lo estás, y sin un solo rasguño.

- Cállate, jamás me volveré a subir en un auto contigo - juró en voz alta antes de levantarse rápidamente y comenzar a correr hacia su clase.

El Cullen observando su dramática salida, no pudo evitar reírse mientras veía a su amiga alejarse.




Romeo, Julieta y la chica que arruinó el clichéحيث تعيش القصص. اكتشف الآن