Capítulo 3

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— Me animo, deja manejo a la única cafetería que conozco porque pase por ahí hace unos días —Menciono con una sonrisa.

Mientras conducía una parte de mí se preguntaba con que valor me anime a platicar con él e invitarle a una taza de café. Como encontré ese momento del que nadie me hablo de romper con cadenas de indiferencia de las cuales jamás había escuchado que tenía.

Connor la voz de lo que parecía la sinceridad y la justicia me abofeteo el rostro con: El ser indiferente puede hacerte ver como una persona de mierda. Quizá nunca me lo dijo a lo mejor y por ello le caía un poco mal, pero el hecho era que sin darnos cuenta me estaba causando una transformación inesperada en mí.

Era una buena persona la cual no trate de impresionar, pero a medida pasaba el tiempo con él en solo un día y sin poner demasiado esfuerzo de su parte me comenzaba a poner patas arriba lo que yo creía normal.

Pedimos un café y algunos postres para compartir.

— Te noto pensativa.

— Causas un impacto positivo en las personas —Señalé. — Hasta ahora nadie me hacía ver lo dañino que puede ser la indiferencia con el mundo.

— A lo mejor con ese objetivo — Dio un sorbo al café. — Se nota que te conocen de toda la vida por eso eres alguien llevadero.

— Siempre pensé que mi indiferencia era positiva.

— Puede llegar a serlo, pero no con la gente buena, la gente buena tarde o temprano se deshace de los indiferentes y se rodea de los empáticos.

— ¿Tú crees?

— ¿Eres así con tu familia?

— No, al contrario, Samantha es tímida con todos a la primera. Yo me muero con ese sentimiento en el pecho.

— Eso hace sentido a porque se te hace fácil ignorar lo que sienten todos, te estás ahogando, sin tantas mierdas trágicas como Samantha, pero tú no se lo dices a nadie, ni siquiera con la mirada.

— ¿Qué esto no es demasiado profundo para acabar de conocernos?

— Te dije que iba a ganarme esa amistad — Me guiñó un ojo.

— Bueno, me pareces mucho más agradable sin un proyecto sobre mis hombros.

— Entonces dime... ¿Qué harás con toda esa indiferencia?

— Cambiarla.

— No lo hagas por mí.

— Lo hago por esa boca tuya, nadie de aquí afuera me había hablado tan claro. A lo mejor debería empezar a preguntarles a mis pocos amigos que piensan de la Emily que conocen hasta ahora y ver si quizá vale la pena mostrar a la verdadera yo.

— Eso me parece un buen avance. —Asintió. — Por cierto... ¿Irás mañana?

Negué.

— Francamente no es mi lugar.

— ¿Ya leíste la invitación?

— Sí, de camino aquí.

— Sería una buena ocasión para interrogarlos.

Asentí.

— Lo haré, a lo mejor viniste a ayudarme con eso de cambiar un poco las cosas.

Sus ojos pueden transmitir confianza para ser sincera, tal vez por eso fue tan fácil que él se acercara y yo se lo permitiera. El viaje hasta casa fue silencioso, pero no incomodo, me transmitía la suficiente paz para animarme a salir del caparazón. Definitivamente me hizo menos terca a la realidad que había ante mis ojos y por mucho tiempo ignore. Cuando terminé un par de trabajos de la escuela, escuché la puerta de la entrada abrirse ¡Mamá había llegado!

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