11:11

252 19 4
                                    

Narra Izuku Midoriya

Siempre me he preguntado cuál es la esencia que existe tras los vínculos humanos, así como también el qué tan fuerte puede llegar a ser la unión entre dos individuos que, aunque no estén destinados a compartir una conexión romántica, sí albergan la chispa que les hace querer estar juntos a lo largo de sus vidas. Y es que, mientras más vueltas le doy a estos asuntos, más deseo tengo de que mis anhelos se hicieran realidad solo para poder experimentar, al menos por un segundo, lo cálida que verdaderamente puede ser nuestra humanidad.

Sí, sé que muchas veces me has mencionado que soy un sensible sin remedio, que debería aprender a ser más fuerte y menos llorón, y solo así podría empezar a comprender con mayor seriedad que, en la vida, no siempre se obtiene lo que se quiere. Me dijiste que no es posible evitar el dolor en nuestro camino como personas subjetivas y racionales; pero que el problema en sí no era el tipo de dolor que pudiera llegar a nuestras vidas, sino hasta qué punto permitimos que él nos domine. Me señalaste que este sentimiento desgastante puede llegar a ser un excelente maestro cuando estamos dispuestos a ver el bien que llega junto a él, pero que yo aún tenía un corazón muy débil para vivir la transición que perfecciona el alma a través de su estadía.

Me expusiste que la razón por la que suelo llorar tanto es porque soy demasiado blando para una vida que requiere dureza. Según tus palabras, yo había fallado en volverme apto para el mundo en el que vivo y el sueño que quería alcanzar; tal vez seguía encerrado en una burbuja de cristal donde me autosugestionaba para creer que todo era perfecto, y que la maldad que se cierne sobre nuestra existencia era solo cuestión de un juego que no me estaba tomando en serio.

Según tú, quizá continuaba divagando en las memorias de mi infancia y permito que la felicidad me haga perder la objetividad y el juicio de mis acciones. Para ti, esas eran las explicaciones más congruentes que encontrabas para explicar mi comportamiento tan sutil en lo que se refiere a ser valiente, tan efímero en lo que se refiere a ser decidido y tan ineficaz en lo que se refiere a procurar la autoconservación. Sí, de hecho, estas son las cosas que siempre me recuerdas aun cuando ninguna palabra se escape de tu boca. Te conozco, aunque no te lo quiera hacer saber para que no te sientas incómodo.

Siempre ha sido así, mi presencia te desagrada y te molesta. Puedo esforzarme cien veces negándome a mí mismo para intentar agradarte una pizca, pero con todo y eso sigo siendo insuficiente para ti. Mas está bien, con el tiempo lo he aprendido a asimilar y con el dolor, a aceptar.

Dolor. Que irónicos son los vocablos que te escuché decir sobre mi relación con este sentimiento... solo en mis pensamientos te haré saber la verdad sobre esto, pues no tengo ganas de refutarte nada. No tengo ganas de que me rechaces como siempre lo has hecho, mirándome como si algo estuviese verdaderamente mal conmigo. Ojalá que nunca tengas que vivir tras la sombra del rechazo, porque esto es algo que no se lo deseo ni a mi peor enemigo.

Sin embargo, por ahora, déjame aclararte algunas cosas. ¿Sabes lo que duele preguntarte por qué tu propio padre, entre todas las personas, te rechaza? Porque, aunque yo no te lo demuestre a ti o alguien más, me cuestiono qué fue lo que hice mal para que mi papá decidiera irse de mi lado. ¿Sabes lo que duele ver que la mujer que te crio sigue siendo rechazada por el hombre que una vez juró amarla por el resto de sus días? Y aunque sus palabras me digan que nada de esto me compete y que ella está bien, no soy un tonto; sé perfectamente que esa es una herida que sigue sin sanar, pues no se perdona haber permitido que su familia se separara aun cuando no tuvo la culpa de lo que sucedió.

Te pregunto aquí, en la marea de mis memorias, si tienes idea de cuánta aflicción puede causar el ser rechazado por el único amigo que creíste conservar en la infancia y que, a través del tiempo, la relación que tenías con él solo fue en declive hasta llegar al punto de hacerte creer que nunca exististe... quizá te puedas preguntar qué fue lo que hiciste mal; qué hiciste para que la persona con la que una vez compartiste secretos y risas, luego se desquitara a golpes y gritos que denotaban ofensas crueles e injustas.

11:11 || BakudekuWhere stories live. Discover now