◈ Capítulo 5 ◈

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5|| Un perro chihuahua medio confundido.||

Bad kind of butterflies - Camila Cabello.

Roberta:

—Pareces un perro chihuahua, Ronnie- Ron, necesitas calmarte —murmuró Lele desde el asiento trasero.

—No puedo creerlo —Lele tenía razón, estaba temblando como cría de cinco años envuelta en su toalla después de salir de una tarde de piscina—, de verdad nos dejó ir, por poco pensé que me obligaría a irme con ellos. 

—Quiero hacer una declaración pública —dijo River y tuve que voltear a verlo para prestarle toda mi atención—, tus hermanos son, desde este momento, los tipos más imponentes que vi jamás.

—Bueno, es su hermana menor, estúpido, nosotros nos ponemos igual con Riba y ella ni siquiera es diez años más chica —añadió Lele rodando los ojos.

—Sabes a lo que me refiero, no creo que seamos capaces de hacer que Jameson palidezca, por ejemplo.

—Yo no palidecí —susurró Jay con los dientes apretados.

Sí, sí lo hizo, pero valoraba lo suficiente mi vida como para saber que decirlo en voz alta, no era una opción.

No me gustaba ocultarle cosas a mi hermanos.

O a nadie en general. Era del tipo de persona que se desmoronaba bajo presión y terminaba diciendo la verdad tres segundo después de soltar la mentira. Sí, una de las principales razones por las cuales le dije a Valerio el motivo real por el que los chicos terminaron tras las rejas.

Pero Camilo era muy distinto a Vale.

No sabía si tenía que ver con ser el mayor o con el tipo de vida que tuvo con mis padres, pero la palabra "paranoico" se quedaba pendeja al lado de la manera en la que Cami demostraba su preocupación.

El tipo de verdad se desconectaba. No sabía cotorrear.

Lo lamentable era que, cuando se trataba de Franco, mi relación con él y los problemas que nos envolvían, me convertía en la mejor mentirosa del mundo. Era deprimente y la mierda de ridículo, estaba muy consciente de ello, pero no podía evitarlo. Suponía que se había convertido en uno de mis mecanismos de defensa, aunque dudaba que mentir por él me dejase muy bien parada.

Las mentiras tenían un precio alto cuando la verdad salía a la luz, y no estaba segura de poder pagarlo el día que me cobraran factura. Estaba resignada a que, cuando ese día llegara, todas las personas que me querían, me odiarían.

Y con justa razón.

—No debiste mentirles —murmuró Jameson ahora con el ceño fruncido y los dedos apretando el volante como si quisiera deformarlo, ese chico necesitaba aprender a controlar su ira urgentemente—, y deja de verme como si tuviera problemas de control. 

Brujo me había salido también, excelente.

Me hice pequeña sobre el asiento del copiloto, y no ayudó para nada que la parte de atrás decidiera guardar silencio justo en ese instante.

—Sabes que tarde o temprano se enterarán, Roberta.

—Pues sí, pero al menos si es tarde, me dará tiempo de planear mucho mejor lo que les diré.

—Dudo que Valerio no sepa a estas alturas que le mentiste.

Sí, yo también lo dudaba, pero decirle que no me sentía preparada para hablar del ello no fue mentir, yo lo tomé más bien como un cincuenta-cincuenta.

Reforma los límites. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora