Capítulo 21 - Queridos nueve meses

96 3 0
                                    

Enero:
Me doliste, me doliste más de lo que imaginas, me hiciste llorar mucho, me golpeaste tan duro que estuve a punto de perderme de nuevo, me diste en el punto más bajo, en mi familia. Me hiciste entrar en conflicto conmigo misma, pues no entendía qué hacer con lo que sabía, quise asumir algo que no me tocaba y por intentar ayudar me alejaba más de lo que tanto quería obtener: paz.

Febrero:
Fuiste un mes muy complicado, me encontraste adolorida porque enero me dejó secuelas, aún no me recuperaba, así como también, me empezaba a acostumbrar a muchas cosas nuevas, no me dejaste dormir, me hacías saltar en las noches, empecé a desconfiar de los míos, mi mente estaba en otro lado, y sonreía solo por fuera, ya que, por dentro mi preocupación y ansiedad aumentaba cada día.

Marzo:
Entré en desesperación, fuiste el declive de todo, pero también te convertiste en una puerta para darme cuenta de muchas cosas que iban mal. No te voy a mentir, también me hiciste llorar, pues empecé a ser dependiente emocional de alguien que me lastimaba, de alguien que no se daba cuenta del daño que me hacía, o mejor dicho que nos hacía. Marzo, me hiciste abrazar más a mamá mientras llorábamos, sentarme a las 4:30 am a conversar con papá, me hiciste llorar con mi hermana porque no encontrábamos solución o una razón del porqué pasamos tantas cosas. Me alejé de amigos, de familia, porque temía perder a uno de los míos.

Abril:
Hablé con personas para buscar ayuda, me comí mi orgullo, mamá iba a los hospitales a buscar a quien acudir, pero nadie entendía nuestra desesperación, hasta que alguien lo entendió. Tengo que darte las gracias por poner a esa persona en nuestro camino. Abril, sentí alivio, por fin las heridas que dejó Enero, las secuelas que aún conservaba en Febrero y la desesperación de acabar con todo que obtuve en Marzo, estaban teniendo sentido. Aun así lloraba, pues fue el principio de darnos cuenta de que la dinámica familiar no funcionaba, es entonces cuando sugerí ir a terapia.

Mayo:
Querido Mayo, tuve la consulta más esclarecedora de la historia, la psicóloga me recomendó que piense en mí, pues amar a alguien más no significa dejarte ir a ti. Empezaste a abrir los pensamientos de mi familia. Mayo, fuiste capaz de llevarnos a terapia familiar, y aunque no todos estábamos seguros de que funcionaria, lo intentamos. Pasábamos más tiempo juntos, pues teníamos cosas que sanar, la comunicación empezó a fluir de nuevo, nos enseñaste a ser asertivos, comenzamos a oír menos y a escuchar más. Mayo empezaste a sonar bien.

Junio:
Volví a caer, pues la ansiedad regresó, pero era diferente, ahora sabía lo que tenía, y entendía cómo tomarlo. Sin embargo, no fue hasta mitad de tu mes, que decidí abrirme al mundo. Junio, encontré una carta en donde escribía lo que me gustaba hacer, recuerdo llorar, pues entendí que me había perdido, en ese momento prometí no hacerlo nunca más. En esa hoja leí que escribir me sanaba, así que puse en marcha un sueño que tenía hace muchos años, pero que no me atrevía a hacerlo. Así que empecé a escribir un libro sobre mi vida y mientras contaba mis cosas, entendía que ser vulnerable está bien, que llorar era sano, que tener días malos es normal, que la felicidad son solo momentos, entendí que debía priorizarme.

Julio:
Me hacías dudar, habían muchas cosas en mi cabeza, decidí recuperar a amigos que había dejado atrás, decidí abrirme a dar nuevas oportunidades, decidí que el color gris existiera en mi vida, ya no importaba lo que había pasado en Enero, Febrero ni en Marzo, deje que esa persona tomara sus decisiones, decidí retirarme, pues me lastimaba verlo decaer, y todo se iba calmando, todos en casa íbamos a terapia, se respiraba mejor. Julio, recupere parte de las cosas que me gustaba hacer, y decidí empezar el gimnasio, algo que me ayudó mucho en este proceso.

Agosto:
Te recuerdo muy bien, pues reí mucho, entre el trabajo, la familia y amigos, no tenía tiempo para pensar en otra cosa. Hablé con personas de las cuales no sabía hace mucho, me sentí feliz. Celebre los cumpleaños de los míos, y me di cuenta de que era más querida de lo que imaginaba. Agosto, le conté a papá lo que me había sucedido, nunca dudo de mi. Mi corazón se sentía más feliz, empezaba a sentirme yo nuevamente, disfrutaba de los pequeños momentos, conocí personas, iba al mar más seguido, me comprometí conmigo misma.

Septiembre:
Por fin estoy viendo resultados de tanta lucha. Septiembre te estoy amando mucho, no sé lo que me espera estos tres próximos meses, pero estoy segura de que lo afrontaré mejor que antes. Hasta el día de hoy, vas bien, no te voy a comparar con Enero o Marzo, solo voy a decir que ahora me doy cuenta de para qué pasamos por todo eso.

Finalmente, Enero me golpeó, en Febrero las secuelas seguían, Marzo era gris, Junio me hizo despertar, en Julio entendí y puse en práctica muchas cosas, Agosto fue el mes en donde más he celebrado a los míos y Septiembre está siendo muy productivo. No sé lo que me depare los siguientes meses, pero espero que sea así de bonito como hasta ahora y si no lo es aprenderé de igual forma. Por otro lado, ya te contaré lo que me pasó, lo único que tienes que saber es que ahora me miro al espejo y sonrío porque estoy volviendo a ser yo, solo que con heridas que ya están sanando por completo.

25 años, 25 emocionesWhere stories live. Discover now