Capítulo 3 - Bulimia

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Tenía 14 cuando descubrí equivocadamente que vomitar era una manera fácil de bajar o mantener mi peso. Toda mi vida fui robusta. De niña mi abuela decía que era muy gordita, mis tías, sus hermanas, decían " que gordita tu nieta", "que baje de peso". Me metieron en la cabeza que gorda es malo y flaca es bueno. Que encajar en los estereotipos es importante. Que si estás "fuera del molde no vales". Nada más erróneo que eso.

A esa edad, sola, con padres que van a trabajar todo el día, en un colegio en donde ya me habían hecho burlas sobre mi peso, era casi imposible hacer oídos sordos a esos malos comentarios. Un día, simplemente empecé a mirarme al espejo y a renegar de lo que veía, empecé con las etiquetas hacia mi cuerpo, y lo peor empecé a buscar en internet formas para bajar de peso "más rápido".

Siempre he dicho que el internet puede ser tan favorable como peligroso, todo depende de cómo lo uses. En ese momento para mi fue una herramienta mal usada, pero claro no lo notaba. Navegando encontré un sitio web en donde muchas chicas hablaban de vomitar la comida, de reemplazarlo con agua, de consumir limón con sal y de sentirse mejor, hablaban de efectividad, una palabra que se redujo a todo lo que no estaba bien. Meterme el dedo en la boca y devolver la comida se volvió un hábito, todos los días lo hacía, en el desayuno, almuerzo y cena.

Luego comencé a vomitar sin necesidad de meterme el dedo, mi cuerpo ya estaba programado, no importaba si era un bocado de comida o un pedazo de pan. Empecé a restringirme alimentos, o cosas que contengan harina o azúcar, las calorías de pronto me importaban, porque junto con ello venían los famosos "resultados", esos que según internet eran "efectivos". Cuando ves que estás bajando de peso rápido y la gente te dice que te ven más delgada o cuando te sientes halagada, piensas que estás en el camino correcto.
De pronto, se volvió una adicción, simplemente no podía dejar de hacerlo, no sabes cuanto lloraba cuando vomitaba, en el baño, sola. A veces, ni siquiera quería comer y solamente botaba la comida. Finalmente, bajaba de peso, de la peor manera, dañando a la única persona que siempre debí proteger, a mi.

Mis papás pensaban que era el desarrollo o la adolescencia, pero ahora se que hacía falta mirarme un poco para darse cuenta de lo que hacía. Siempre he sido muy "madura" pero tal vez no lo suficiente como para hacer lo que hice, sin embargo, también creo que no es solo cuestion de madurar, porque la bulimia puede llegar a cualquier edad, tambien creo que ser mujer en el mundo es significado de constantes comentarios sobre nuestro cuerpo, de maltratos o de un sistema en donde nos estereotipan.

Así pasaron 9 años aproximadamente, vomitando y dejando de vomitar, mirándome al espejo y diciéndome que lo deje de hacer, que el daño era grande, que me ame. La realidad es que así no funciona, sin ayuda, sin las herramientas, contención y acompañamiento de un especialista solo será un mal que en cualquier momento volverá.

Y así fue, volvió la bulimia, en ese momento no sabia que tenia un nombre, solo lo hacia para "encajar", pero cuando caí en cuenta decidí buscar información de lo que tenía y claro que era una enfermedad, claro que tenía un nombre, de pronto era una chica bulímica. Sin embargo, como todo era a escondidas no se lo dije a mis padres, una vez más para protegerlos y no preocuparlos.

Cuando decidí amarme, tener voluntad y dejar de hacerlo fue complicado, por ahí escuché a un terapeuta decir que quien sufre de una enfermedad alimenticia, lo va a sufrir siempre, que se trata de años de recuperación y es cierto, nadie me puede asegurar que algún día estaré al 100%, aunque nadie en su vida lo está.
Debes estar pensando en que tuve muchas opciones, que tenía otras alternativas, y tienes razón. Claro que el ejercicio ayudaba, la buena alimentación también, pero ese no era el problema real, lo que yo tenía estaba en mi cabeza, y espero algún día curarme. Si bien es cierto ya no vomito, lucho constantemente contra mi cabeza, me cuesta mirarme al espejo y por más que las personas me digan que estoy en mi peso, yo pienso que no es así.
Realmente no comprendes cómo se siente hasta que lo vives en carne propia, por eso, te invito a no opinar del cuerpo de alguien más, a ser empático o empática, a conocer a las personas, y ser consciente de que las enfermedades alimenticias son más comunes de lo que crees.

La bulimia me marcó, pero también me hizo mejor persona, abrazo a mi yo del pasado pero no la extraño, la perdono y me perdono.

Fuerza.

25 años, 25 emocionesOnde histórias criam vida. Descubra agora