Prologo

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Mil años antes del Ardor

Pyrrhia en sus épocas de comienzos, de tribus en un caos y los humanos vagando por el continente, todo sin organización más que la ley de la naturaleza, Veneno acompañado de su hermano Acecho se alejaban del desierto rumbo a las montañas del norte del continente, sin gobiernos de reinas o límites territoriales tan remarcados aun nada los detenía a su destino.

-sigo pensando que esto es mala idea- gruño Acecho molesto de no haber comido, de nuevo, su voz era molesta siempre y cuando era gruñón más.

-eres libre de irte y así me quedare con todo el tesoro para mi- respondió Veneno, compañía le venía bien pero su hermano con una boca que una vez abierta era un agujero sin fondo plagado de escorpiones que picaban sus oídos con quejas.

-ni hablar, no sabrías a donde ir si no fuese por mí es lo justo que sea mitad y mitad- respondió Acecho apurando el paso.

Hace dos noches que lo habían visto, una gran luz en el cielo que causo un estruendo tremendo por todo el desierto, terremotos y sacudiendo las costas en el mar, y un gran golpe al norte del continente, justo pasando los picos de las montañas.

Un cometa.

Había rumores acerca de ello, y los más tentadores eran que estaban hechos completamente de oro negro, valioso y reluciente, y este había chocado contra el suelo donde solo dos dragones adultos lo vieron.

Llevaban equipaje ligero, un par de sacos vacíos para presas que capturaran en el camino, y paraban en cada oportunidad de agua, ciudades humanas quedaban en medio, pero un vuelo los mantendría alejados de su camino.

Veneno pensó que quizá bajar y llenar sus sacos con unos cuantos para más tarde no vendrían mal, pero su hermano arruino la idea y termino llenando de lagartos pequeños y un camello al final de ese día que compartieron.

Ya estaban en los picos de las montañas tras un largo vuelo cuando decidieron bajar a una ladera seca con apenas árboles, los Skywings rondaban, pero de noche con 3 lunas menguantes no había mucha acción roja en el cielo.

<Eso está mejor, menos dragones en nuestro camino> Pensó Veneno

Volteo a ver a su hermano que se metía dos lagartos a la boca y masticaba, con molestos ruidos crujientes y medias palabras que lo hacían escupir trozos de lagarto al suelo cerca de sus garras.

<Si no fuese mi hermano ya le abría encajado el aguijón en ese molesto hocico hace años>

Se acomodo en ovillo rodeando sus garras con la cola manteniendo su aguijón venenoso levemente guardado y cubriéndose con sus alas tratando que los pensamientos de un gran tesoro que quizá los convirtiera en gobernantes del desierto Sandwing aplacaran los masticares, los ronquidos y las pláticas de su hermano dormido entre sueños.

Al amanecer reanudaron su vuelo surcando el cielo sobre los picos montañosos, evadiendo a cualquier dragón que pudiera verlos y seguirlos, y evadiendo una pequeña ciudad humana en la montaña.

Al cruzar una columna nevada lo encontraron, un gran agujero en medio de las montañas que hacía parecer que era una gran garra de dragón teniendo en su palma un agujero profundo que solo era oscuridad, un escalofrió le recorrió el cuerpo desde las alas a la punta de su aguijón en la cola.

<No cedas al miedo, pronto tendrás la más grande fortuna que puedas tener>

-Se ve que cayo aquí, seguramente los Skywings no le dieron importancia o temieron a un poco de nieve en las montañas- la voz de su hermano le llamo su atención, el igual miraba el sitio y su mirada daba la impresión que tenía la misma rara sensación que él.

-Ellos se lo pierden, pronto tendremos en las garras el oro negro del cometa y tendremos nuestro propio territorio, incluso barreremos las ciudades en miniatura de esas criaturas molestas- respondió con un bufido.

Alzaron vuelo y tras girar un par de veces sobre las garras montañosas cayeron al agujero, había caído muy hondo, creando un gran hueco en el suelo, más de lo que creyeron, se turnaron para dar pequeñas llamas para alumbrar en la oscuridad pero pronto al llegar al fondo no fue necesario, rocas negras cubiertas de un fuego azul celeste, con poco calor al tacto iluminaban el suelo, el las observo maravillado, no era el oro negro que buscaba pero al tocarla no era más caliente que la arena del desierto, pero su luz era potente, miro adelante mientras su hermano igual inspeccionaba un puño en sus brazos.

Un túnel andaba para adelante como si el cometa tras caer rodara más adentro, pero en línea recta, siguieron el sendero de rocas negras con llamas azules que iluminaban el lugar, hasta que sus ojos tuvieron lo que buscaban, la gran roca negra estaba frente a ellos con pequeñas manchas de fuego azul sobre ella.

<El oro negro, finalmente>

Pensó con alegría mientras empujo a un lado a Acecho y se acercó a tocar la roca negra, de inmediato rasco con sus garras la superficie, pero tras un rato de hacerlo su cara de hace momentos ilusión y felicidad, paso a ser de decepción y enojo.

<Esto no es oro negro, es solo una gran roca como el carbón> Pensó molesto siseando mientras dio un rugido de enojo y tomo una piedra para golpear el cometa caído.

-Matare al imbécil que pensó que esto era oro, y le are tragarse carbón hasta que su estómago estalle- comento su hermano tras la misma impresión que tuvo de la triste realidad.

-Esto fue una pérdida de .... Pero .... Por las lunas- dijo con asombro Veneno tras voltear a ver el golpe que le dio al cometa con la roca.

Un líquido azul brilloso brotaba como savia de un cactus recién cortado, con pequeños brillos que parecía una lava azul con pequeños diamantes brillando en ella.

-Que rayos es eso- dijo Acecho acercándose para olerlo- huele fatal como a huevos rancios.

-Si fue una pérdida de tiempo espero esto me mate o al menos me dé un buen alimento- argumento Veneno acercando una garra para tomar una gota de ese líquido, olía tal cual lo dijo Acecho, abrió la boca y lo probo, el sabor fue todo lo opuesto.

Era un sabor soso y casi sin sabor, pero bastante empalagoso y pegajoso, tentativamente tomo una garra llena y lo metió en su boca, sus dientes relucieron en liquido azul brillante, y pasándolo por su garganta.

-No puedo creer que lo bebieras, que asco, bueno quizás podamos vender estas rocas con fuego raro- dijo Acecho tomando unas cuantas pensando cómo llevarlas sin prender fuego el saco.

Pero tras unos momentos Veneno sintió algo raro, sus garras le temblaban, sentía como si sus escamas vibraran, un leve destello surco su mente, pero no sabía a qué se refería todo lo que sentía.

Pero su mente apenas podía centrarse con su hermano hablando como un camello asustado a punto de ser comido con las tripas de fuera, aullando al cielo, sin parar, "como las llevamos, ayúdame con unas cuantas, podremos vender el líquido", era una voz que ya le tenía arto y quería un poco de silencio, hasta que su paciencia salió de sus límites.

- ¡Por todos los granos del desierto y las tres lunas! ¡Quisiera que te callaras y no volvieras a hablar!

Exploro gritándole a Acecho, sus garras temblaron al decirlo y de nuevo sintió una sacudida a sus escamas, o quizá solo lo imaginaba, pero volteo a ver a su hermano que abría la boca tan grande que quizá cabrían todas las rocas que quería llevarse.

Tenía los ojos abiertos y sus garras habían soltado las rocas en llamas azules para tomarse la garganta, hacia movimientos como si quisiera hablar, pero no salía sonido de él.

-Qué haces, deja de juguetear y toma lo que quieras para largarnos ya- le reprimió Veneno, pero Acecho seguía sin emitir sonido alguno.

No hubo más ruido de él, justo como el ordeno su hermano, pero no era por voluntad, fue como si él lo hubiera hechizado con su orden, un susurro tras entender lo que creyó que estaba pasando en ese momento solo salió de Veneno.

-Magia- susurro con una sonrisa, mirando sus garras, con nuevos planes.

Wings Of Fire - La Nueva EraWhere stories live. Discover now