Parte 15

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Haibara aceptó amablemente la manta que uno de los sanitarios ofrecía a los pasajeros según iban llegando al muelle, echándosela por los hombros y agradeciendo el calor que se extendió por su cuerpo. Estaba mojada y el aire frío de la noche empezaba a calarle hasta los huesos. Observó como al muelle llegaban más vehículos policiales y ambulancias convirtiendo el lugar en un auténtico caos. Muchos invitados de la familia Suzuki habían perdido su compostura elegante habitual, y corrían sin una dirección clara, apartando a empujones a los agentes policiales que intentaban tomar sus datos, desesperados por alejarse lo más pronto posible y olvidar todo lo sucedido. Otros en cambio exigían un trato preferente debido a su clase social frente a los pobres camareros y personal de servicio que también habían conseguido salvarse del barco. Haibara sacudió la cabeza, definitivamente el dinero no era igual a educación.

Apartando la mirada, la pequeña científica vio como el detective Kogoro se reunía rápidamente con el inspector Megure y sus hombres que acababan de llegar al puerto, seguramente para informar de lo que había sucedido a bordo. Ran Mouri con su amiga Sonoko se acercó a Mitsuhiko y a Genta que se hallaban consolando inútilmente a Ayumi cerca de donde ella se encontraba. La pequeña lloraba asustada mientras se hacía un ovillo sobre sí misma, y no parecía responder a las palabras de sus amigos, que miraban a su alrededor desesperados. Ran entendió de inmediato el miedo que debía haber sentido Ayumi y empezó a hablarle con palabras suaves mientras la envolvía en un abrazo. Por la mente de Haibara se pasó el pensamiento de ir también junto a Ayumi, pero después pensó que seguramente no sería capaz de decir nada reconfortante, quedándose quieta y sintiendo algo de envidia por no tener el dulce carácter de la karateka.

Su teléfono vibró de repente en su bolsillo, haciendo que diera un respingo por la sorpresa. No esperaba que nadie la llamase en aquel momento, pero ¿y si era...? Rápidamente lo extrajo y vio que en la pantalla aparecía el nombre de "Detective Idiota". Un suspiro largo de alivio salió desde lo profundo de su ser. Estaba bien, él estaba bien. Casi podría gritar de felicidad ahí mismo. Pero eso era algo que no podía darse el gusto de hacer. Haibara nunca reconocería que cuando vio alejarse a Conan por los pasillos del barco, corriendo en dirección a la zona de camarotes reservados, con esa expresión suya tan arrogante y odiosa, un nudo de preocupación se estableció en su estómago provocándola algunas náuseas. 

No, ella nunca reconocería en voz alta que aquella sensación no desapareció cuando subió al bote salvavidas con los Suzuki, Mouri y su padre, el profesor y los niños.

Tampoco reconocería que no desapareció cuando se alejaron del barco, notando el calor de las llamas en su espalda a medida que el incendio crecía en intensidad, sin atreverse ni una vez a mirar atrás ya que con toda seguridad su fuerza de voluntad desaparecería, y habría gritado que la llevaran de vuelta a su lado.

De modo que, antes de responder, hizo lo que mejor sabía: cerrar los ojos, respirar profundamente para que su angustiado corazón se tranquilizase, y adoptar una actitud tosca y gruñona.

- ¿¡Dónde demonios estás!? ¿¡Sigues en el barco!? ¡Estás loco! - gritó al teléfono sus reclamos nada más descolgar la llamada. - ¿Sabes lo que me ha costado convencer a los niños para que no dieran media vuelta y fueran tras de ti?

Esta vez Conan no dijo nada para defenderse como sucedía en otras ocasiones. Por el contrario, permaneció tranquilo dejándola desahogarse. Haibara casi podía oírle sonreír a través del aparato, y comprendió que seguir por ese camino no iba a servir de nada. Hacía tiempo que el niño había aprendido a ver a través de sus máscaras y a identificar cuándo estaba enfadada de verdad, y cuándo era una mascarada para ocultar su preocupación. Por tanto cesó en sus quejas y esperó a que el detective hablase de nuevo.

- Gracias por evitar que me siguieran, tenía que terminar de resolver un "asunto"...

Haibara emitió un bufido exasperado. Eso traducido en el lenguaje del detective quería decir que había ido a averiguar quién había saboteado el barco, sin importarle que dicha persona fuera un peligroso criminal que podía matarle sin remordimientos. ¿Cómo le podía soportar Mouri? En serio. Era desesperante lo poco que se preocupaba de su seguridad. Anteriormente ella misma había encontrado muy atrayente esa personalidad tan peligrosa, como una inyección de adrenalina que la hacía vibrar, pero ahora que no podía negar sus sentimientos por Kudo, necesitaba saber en todo momento que se encontraba a salvo.

Separados Al NacerWhere stories live. Discover now