Capítulo 11

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La plenitud que he sentido junto a ella, es algo a lo que me acostumbraría. Es como el sol capaz de ahuyentar las nubes negras, de hacer un día lluvioso hermoso ante la claridad que nos regala. Estaciono frente al colegio viendo que tan solo faltan unos minutos para que su año se dé por terminado. Veo hacia atrás para ver en orden el ramo de flores y algunos que otros regalos que pedí en línea. Por inercia sonrió porque ya sé que se volverá un poco histérica por los regalos.

Siempre me ha dicho que tan solo mi presencia es suficiente, pero yo deseo darle más. Talvez le doy muchos regalos, pero es la única forma de amor que tuve de niña. En el momento de expresarlo es fácil el hacerlo con ella, porque me nace hacerlo y si se viera a través de mis ojos, se daría cuenta de cómo la miro. Si pudiera estar dentro de mí, tendría una idea de lo que genera, tal vez para ella sería más fácil ponerle nombre a lo que me genera en mí.

El sonido de una campana que para mí es algo tétrico llama mi atención para ver como las puertas son abiertas para ver un rio de personas salir de ahí. Es casi como una película de los noventa, tan solo falta que las calles sean de tierra y estaría en un pueblo de película. Salgo del jeep dando unos pasos para esperarla al lado de él. Saludo algunos amigos de ella que me reconocen de lejitos, rogando por que no se acerquen.

Una carcajada para nada discreta llama mi atención para verla salir del brazo de unas chicas. El cabello que lo traía por la mañana de manera arreglado ahora es un moño disparejo que trata de contener la cantidad de cabello que posee. Ahora no hay ningún libro que cargue como el año pasado en que también la sorprendí. Un tono rojo tenue adorna sus mejillas por lo que sé que ha llorado. Me abstengo de no cruzar la calle para saber qué diablos paso.

Aún no ha reparado en mi presencia. Sé que es el final de su último año pero es como si le hayan dicho que su gato murió. Veo como abraza a las tres chicas que están igual o peores que ella. Se alejan charlando y todas asienten, y diría que es algo exagerado. Pero no he tenido una amistad de esa forma, y tal vez se asimila a la sensación de la vez que tuve que irme y dejarla porque debía de regresar al internado.

Niego tragándome la sonrisa cuando hacen el amago de alejarse pero corren de nuevo para abrazarse. Dos de ellas pasan la mayor parte en la hacienda en compañía de sus madres que viajan a ver a sus esposos y la tercera de ella es la encargada de llevar el pan a la hacienda. Así que diría que están sobre exagerando su despedida. Después de todo llegaran las tres a la hacienda para pasar su tiempo en casa de Emm para sus pijamadas. Cuando por fin se separan y cada una de ellas está por tomar su camino, la chica del pan es la primera en verme.

Levanta la mano y me saluda con efusividad con una enorme sonrisa sorbiéndose los mocos. Entonces las otras dos miran hacia donde su amiga mira, y levanto la mano a modo de saludo. Mi mirada se encuentra con la de la rubia que me devuelve una sonrisa deslumbrante. Se despide de sus amigas y sale corriendo. Si no fuera por el jeep termino tirada en el suelo con ella, cuando salta sobre mí.

― Merde.

Ignoro las risas de las otras que solo gritan un adiós que es correspondido por ella que me deja un poco sorda al tener su boca a centímetros de mi oreja. Cuando su agarre se afloja la suelto para dejarla en el suelo. Entonces veo de nuevo el bolsón tirado a un lado. Lo tomo para guardarlo en la parte trasera, tomo su mano escuchando como habla de cuan grandioso fue su día.

― Sé que deseo estudiar ―mueve sus cejas.

― ¿Y que deseas estudiar?

― Fotografía, después de terminar el instituto optare por becas en el extranjero. Tengo trazado mi plan para ser la mejor.

― Serás la mejor fotógrafa del mundo.

― ¿En serio lo crees? ―tomo su mano porque es casi como una manía el de querer tocarla.

Dejame AmarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora