CAPÍTULO 5

227 188 10
                                    

Después de un viaje de treinta minutos, finalmente llegamos a nuestro destino. Cameron busca un lugar para estacionar, ya que hay unos cuantos vehículos ocupando la carretera. La música sigue resonando en el interior del auto y el aire acondicionado me tiene completamente congelada.

Al bajar de la camioneta, siento el impacto del aire fresco sobre mi piel y cómo mis pulmones se llenan de oxígeno poco a poco para luego expulsarlo. Al girarme, abro los ojos totalmente absorta en la visión que se despliega ante mí. La casa en la que posteriormente vamos a entrar es sumamente hermosa, y desde el exterior se percibe el murmullo de la música. Tiene un jardín bastante grande donde veo a algunas personas disfrutando del aire o fumando algún cigarrillo.

Mientras avanzamos más adentro de la casa, la música se intensifica, sonando en mis oídos con mayor fuerza y mezclándose con los bulliciosos murmullos de las personas en la fiesta. Una vez que entro por completo, puedo observar detenidamente el lugar. La casa exhibe una amplitud impresionante y su interior es aún más hermoso, con paredes tapizadas con losas blancas, al igual que el suelo. Un enorme sofá de terciopelo carmesí adornaba la habitación, rodeado de sillas doradas y mesas auxiliares. También había una chimenea con troncos en su interior ardiendo por el fuego.

El lugar está lleno de diversas escenas. Algunas personas están socializando y disfrutando del momento, mientras que otras están descansando en los muebles o mesas. En el aire se percibe una mezcla de alcohol y marihuana, y hay algunas personas bailando al ritmo de la música que resuena en todos los lugares. A medida que sigo adelante, llego a la zona designada donde las personas pueden servirse o preparar sus bebidas.

En cada rincón de la casa me encuentro con personas besándose o varios juegos de mesa que se ven bastante entretenidos.

—Hey, chicos, esto está bastante animado—dice Tamara emocionada.

—Sí, pero para mí la fiesta no comienza hasta tener un grado considerable de alcohol en mi cuerpo—esta vez habla Ángela.

—Vamos por unos tragos—propone Samuel y todos aceptamos.

Fuimos hasta la mesa donde se preparan las bebidas y cada uno se preparó el suyo. En mi caso, añadí un poco de cerveza a mi vaso, ya que no suelo beber en exceso.

Siento cómo me llaman cuando alguien me toca el hombro y, al voltear para identificar a la persona, no puedo evitar reírme a carcajadas al ver a Erik completamente empapado y cubierto de espuma, como si hubiera salido de un jacuzzi.

—Pero, ¿qué te pasó? —cuestiono aún con un ataque de risa.

—Ya lo verás —dice muy tranquilo.

—¿Hace cuánto llegaron? —pregunta haciéndose presente ante los ojos de Ángela y Tamara, que reaccionaron como yo al verlo.

—¿Qué demonios te pasó? ¿Se te olvidó secarte al salir de la bañera? ¿O qué? —habla Ángela sin parar de reír.

—Pues, sí, la verdad me gusta ir por ahí así, se me da más a relucir mi pecho —dice Erik con una sonrisa irónica.

—¿Ah, sí? —habla Ángela en un tono sumamente sexy y, por un momento, siento que yo y Tamara estamos sobrando aquí.

—Y ¿para dónde fueron Cameron y Samuel? —intenté romper la tención que se formó por el momento.

—Honestamente, no tengo idea. Desaparecieron tan pronto como cruzaron esa puerta —nos informa Tamara.

—Bueno, Tamara y yo iremos al baño por un momento. Luego nos encontramos en la piscina —comunica Ángela, mientras que yo asiento con la cabeza y ella se pierde entre las personas.

Almas HeridasWhere stories live. Discover now