Cap. 1 | Una estrella en el firmamento | Acto 2

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Emile

"No pierdas esta oportunidad, chica. Estoy seguro de que tu lugar está allí"

Eran las palabras que le había dado el señor Herbert, creyéndose por completo la historia que le había contado la doctora. Un trabajo como mecánica en la empresa de tecnología más grande de Izbahal no era lo mismo que ser una especie de detective, pero el dinero ofrecido era el mismo, el suficiente como para que su maestro pueda pagar el impuesto de IAS y tener una vida acomodada a partes iguales en Allyante. Pero prefería dejar de pensar en eso por el momento, era su segundo viaje en avión, con una de las científicas más famosas de su tiempo al lado y... Marialí. Se sentía tan raro verla, y tenía el presentimiento de que el sentimiento era mutuo. Estaba segura de haberla visto antes, en un extraño sueño lleno de susurros, una mujer de tez negra en una celda vestida con ropas naranjas, un mediano sangrando en un callejón y una rubia en un metro. Un sueño donde la misma descripción de Kiara hacia ella se repetía de forma constante: "Fate".

Marialí era una animorfa, algo ya muy raro de ver, pero a diferencia de cualquier encuentro de este tipo, ella no tenía problema alguno en mostrar sus facciones animales. Sus orejas de gato se erguían y movían libres, y su peluda cola marrón ondeaba de forma que todos eran capaces de verla. En un primer momento, Emile se rompió la cabeza para averiguar el por qué de dicha carencia de preocupación, pero todo eso se acabó cuando la animorfa, de pronto, le pidió poder palpar su rostro con la intención de conocerlo ¡Marialí era ciega! Algo que, a lo mejor, le permitía ignorar las miradas sorprendidas de la gente sobre su aspecto; hasta el momento, era una hipótesis aceptable. Sin embargo, cualquiera con una capacidad de atención como la suya se daría cuenta de que Marialí no necesitaba ni preocuparse por eso ¡Podía asegurarlo ante los 5 santos! esa mujer era fuerte. No solo su cuerpo era capaz de darle esa información, sino su actitud: Marialí caminaba con la seguridad de que nadie se atrevería a tocarle un pelo.

—¿Estás bien? —preguntó Kiara interrumpiendo sus divagaciones. —Entiendo que te puedas sentir mareada, no te preocupes.

—Ah no, no es nada —respondió ella, aún con cierto nerviosismo de no saber cómo hablar con la doctora. —Tan solo estoy pensando...

—¿En qué?

—No hace más de 3 días que desperté estos poderes —exclamó tras verificar que Marialí se encontraba dormida; miró la palma de su mano, recordando aquellos mitones de cuero que las cubrieron aquel día. —Puede que haya sido el poder que sentía fluyendo por todo mi cuerpo, o la gran oferta que he recibido por tu parte, pero me olvidé de preguntarte una cosa. N-no tiene nada que ver con el pago ni nada; más bien, es genial, quiero tenerlo toda la vida.

—Tranquila, te escucho.

—¿Qué soy?

Kiara abrió los ojos como platos, quedándose callada un rato largo, hasta que respiró hondo para adquirir el valor de hablar. Sus ojos esmeralda, encerrados en sobrias gafas, resaltaban mucho más ahora, marcando el contraste con su abundante cabello pelirrojo, que ella intentaba recoger en una coleta sin éxito. Era destacado en su aspecto un tirabuzón de cabello en el centro de su cabeza, que debía de aumentar su altura por lo menos 1 centímetro.

—Bueno —comenzó. —Es raro que tengas tanta confianza como para preguntar esas cosas; ese tipo de preguntas son muy complicadas Grandes filósofos no se ponen de acuerdo sobre nuestro ori...

—No no no —exclamó Emile con un tono desesperado y lastimero, interrumpiendo a Kiara. —Lo siento mucho, voy a reformular la pregunta: ¿Qué es un Fate?

HAU | La estrella que iluminó al TricksterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora