Luna y Daniel

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El trayecto hasta el hospital, veinte minutos escasos a causa del tráfico, se convirtió en el pasaje de tiempo más largo de la vida de ambos. A TK le ocupaban la mente los dolores en el vientre y la respiración, pero Carlos sólo era capaz de pensar en todas las cosas horribles que les podían estar pasando a los bebés y al propio TK en ese momento.

Siendo policía y teniendo un novio paramédico, había oído tantas historias que no era fácil no ponerse dramático y no pensar en lo peor.

Mientras conducía puso la mano en la rodilla de su novio y se volvió hacia él un momento.

"Es una pregunta muy estúpida, pero ¿cómo te va?".

"Cada vez me duele más". TK gruñó y se mordió el labio. "Parecen contracciones de parto, pero... Carlos... es demasiado pronto". Soltó aire para poder respirar un poco mejor, si es que eso era posible. "Babe... prométeme una cosa".

"No, no vayas por ahí. No hay nada que prometer, porque no va a pasar nada".

"Carlos, por favor".

El policía se volvió hacia él mientras se detenían en un semáforo... malditos semáforos. Le miró fijamente, estaba pálido pero al mismo tiempo con las mejillas enrojecidas por el terrible esfuerzo que estaba haciendo para no echar lágrimas ni decir lo mucho que le dolía todo el cuerpo.

Carlos dejó escapar un largo suspiro.

"Vale, cuéntame".

"He hecho muchas estupideces en mi vida y hasta que te conocí no sentí que mi vida mereciera la pena".

"No digas eso... has hecho muchas cosas increíbles".

"Carlos, déjame terminar, es importante".

Carlos volvió a meter la marcha y centró sus ojos en la carretera para no empezar a soltarle su discurso sobre lo importante que era TK, todo lo bueno que siempre hacía y todo lo bueno que le decía cuando quería hacerle sentir bien.

"Pero entonces, llegaste tú y cambiaste mi existencia. Nunca pensé que sería un buen padre, tenía miedo de cometer los mismos errores de siempre..." Volvió a gruñir y flexionó todo lo que pudo a pesar del cinturón de seguridad. "Estos bebés... estos gemelos son lo mejor que he hecho nunca y no me puedo permitir perderlos... pase lo que pase no puedo perderlos".

"Sé que es tu forma de pedirme que ponga la seguridad de los gemelos por encima de la tuya y no me gusta".

"Carlos...por favor."

El dolor era cada vez más fuerte.

"No voy a discutir esto contigo, mientras intento llevarte al hospital. Estoy de los nervios, así que esperemos a que los médicos me digan que tengo que tomar alguna decisión."

"Dime que elegirás a los gemelos".

"¡TK! Déjalo ya".

TK jadeó, pocas veces había oído a Carlos levantar la voz y se concentró en su respiración.

No fue fácil para Carlos aparcar el coche en la puerta de Urgencias, sin estrellarlo contra la pared y estaba seguro de que la grúa se lo llevaría porque lo había dejado en el primer sitio que había encontrado, sin importarle si estaba bien o no.

Ya había avisado de su llegada, así que dos enfermeras con una silla de ruedas le estaban esperando. Carlos, tuvo que ayudar a TK a salir del coche, sus piernas apenas le mantenían erguido, le rodeaban la cintura y dejaban caer la mayor parte de su peso sobre él.

Una vez sentado en la silla, TK se agarró a la mano de Carlos como si temiera que su novio fuera a ir a alguna parte, pero en cuanto entraron en Urgencias los médicos hicieron esperar a Carlos fuera mientras le hacían las primeras pruebas.

Por suerte, TK conocía a la mitad de los médicos de Urgencias y aunque la idea de estar lejos de Carlos le ponía muy nervioso, sabía que estaba en buenas manos y eso le dio tiempo a Carlos para llamar a sus padres y a Owen. Al menos eso mantenía su mente alejada de lo que le estaría pasando a TK allí dentro.

"¿TK está de parto?" preguntó Andrea, sonando menos nerviosa de lo que realmente se sentía.

"Espero que no, mamá, es demasiado pronto, los bebés aún no están listos y encima TK...".

"¿Hijo?"

"TK me ha pedido que pase lo que pase, elija a los gemelos".

"Cariño. Voy a llamar a tu padre, en nada estamos en el hospital, ¿lo sabe Owen, ya has hablado con él?".

"No, habla con él, pero necesito que me asegures que todo va a salir bien".

"Claro que va a ir bien, cariño".

Carlos sonrió, porque su madre no se había molestado demasiado en parecer creíble, al fin y al cabo, nadie mejor que Carlos sabía cómo estaba su novio y los riesgos que corría en ese preciso momento.

Cuando Carlos vio aparecer al médico, se despidió rápidamente de su madre y le pidió que llamara a Owen para contarle cómo iban las cosas. Se guardó el teléfono en el bolsillo y se levantó de la silla haciendo tanto ruido que varias personas se volvieron hacia él, pero no se dio cuenta.

"Doctor".

"Carlos, tranquilo, puedes estar tranquilo. Imagino que tenías muchas ganas de conocer a los mellizos, pero no ha llegado el momento de traerlos al mundo."

Carlos asintió. "Y TK, ¿cómo está?".

"Cansado y dolorido, pero le hemos explicado que lo que siente ahora es normal, son contracciones de Braxton Higgs, contracciones que tienen todas las embarazadas cuando se acerca el parto."

"Entonces, TK... ¿está bien, no tengo que tomar ninguna decisión?"

Aromas diferentesWhere stories live. Discover now