Tu dolor es mi dolor

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TK no estaba seguro de qué odiaba más, si la sala de urgencias del hospital en la que había estado tantas veces o la sala de espera con las incómodas sillas de plástico, que le provocaban dolor de espalda y no le permitían tener una postura cómoda, con lo que empezaba a ser una prominente barriga de cinco meses con gemelos creciendo en su interior.

Pero lo cierto era que odiaba más estar allí esperando a que alguien le dijera si su prometido estaba vivo o si el cuchillo que le había atravesado el hígado se lo había llevado.

Andrea le puso una mano en el vientre y le miró a los ojos.

"He pasado por esto dos veces. Lo que tú sientes, lo sienten ellos".

TK quiso preguntar qué había pasado cuando ella había estado en su lugar, pero no quería oír más dramas, no hasta saber que Carlos estaba bien o al menos fuera de peligro.

"No sé cómo hacerlo. Tengo tanto miedo... pero me estoy esforzando mucho por no dejarme asustar".

Andrea apoyó la palma de la mano en la pierna de TK y esperó. "No tienes que hacer esto solo, mijo". Su mano tembló cuando la puso sobre la de su suegra y la apretó con fuerza. "Sé que es tu madre quien debería estar aquí cuidándote. Pero como eso no es posible, me gustaría que te apoyaras en mí... como tu madre. Te aseguro que tu miedo también es el mío".

TK se levantó en cuanto Gabriel y Owen entraron en el hospital. No fue una gran idea, no tenía el mismo equilibrio que de costumbre, ahora que su barriga empezaba a ser un poco más grande.

Si no hubiera sido porque Nancy estaba allí para sostenerlo, habría acabado irremediablemente en el suelo. Entre ella y Tommy le hicieron sentarse de nuevo y Tommy le puso delante una bebida fría con mucho azúcar para reponer el azúcar que había perdido al no comer nada durante horas.

Owen corrió hacia él.

"¿Estás bien?"

TK asintió y cerró los ojos un momento para dejar pasar el mareo hasta que la habitación dejó de dar vueltas delante de él.

"¿Qué habéis averiguado, papá, quién le ha hecho esto a Carlos?".

La primera actualización había sido confusa. Habían encontrado a Carlos tirado en un callejón detrás de una tienda de comestibles en las afueras del centro. Alguien le había herido, clavándole un cuchillo en el estómago, aunque finalmente había sido su hígado el que había resultado comprometido.

Gabriel había accedido a las cámaras de seguridad de la tienda y de la calle. Carlos había acudido a una llamada, la tienda estaba siendo asaltada y el dueño había conseguido alertar a la policía.

"Fue un niño", había dicho Gabriel al entrar en el hospital junto con la camilla de su hijo. "Un niño estaba robando comida y la cosa se lió, por lo visto, y Carlos quiso ayudar al chico".

TK recordaba haber sonreído. No podía esperar otra cosa de su prometido, sobre todo cuando era un chaval el que se había metido en líos, aunque luego el chico intentara matarle con un cuchillo.

"Por lo visto, el chico pensó que Carlos le dejaría marchar, ya sabes, TK, otros policías lo hacen, saben que estos chicos no van a ir a la cárcel, les dan un susto y luego les dejan marchar para evitar el papeleo".

"Pero Carlos no", dijo TK con la mano en la barriga, deseando que sus bebés recibieran ese gran corazón de Carlos.

"Carlos no, Carlos quería ayudarlo, quería llevarlo a un refugio. Cosa que al niño no le gustaba, pero Carlos siguió intentándolo hasta que..."

"Si Carlos no fuera tan terco". TK sollozó y aceptó el brazo de su padre. "Carlos no le dejó marchar, ¿verdad?".

Gabriel negó con la cabeza. "Por lo que dijo cuando una de las patrullas lo encontró...".

"¿Cómo se llama? ¿Qué edad tiene?"

La pregunta pilló a Gabriel por sorpresa. "Mike, dieciséis".

"Carlos querrá saber su nombre cuando despierte". TK conocía demasiado bien a su futuro marido. No le iba a importar que le clavaran un cuchillo en la barriga cuando había una oportunidad de redimir al chico y sacarlo del sistema.

"Mike dijo que Carlos no se había dado cuenta de que tenía un cuchillo. Le hizo gracia que estuviera tan concentrado en hablar con él. Dijo..." Gabriel se sentó al otro lado de TK y le cogió la mano. "No necesitas oírlo".

"Por favor, necesito saber qué pasó".

"Mike se rió y dijo que Carlos era estúpido por no ver venir el cuchillo".

"No le conoce". La mano de TK seguía frotando su vientre, quería que sus bebés supieran todo lo bueno de Carlos. "No le conoce, ¿sabes? Papá es un tío cabezota que hará lo que haga falta para que no os pase nada malo y cuando cometáis errores, os regañaré por no hacerme caso, pero papá, os sentará en el sofá y hará todo, absolutamente todo lo que pueda para entenderos y ayudaros. Igual que quiso hacer con aquel niño".

Dos patadas fueron la respuesta, una a cada lado del vientre, tan fuertes que le dejaron sin aliento, pero le hicieron sonreír. Gruñó, pero ya todos estaban acostumbrados a ellas y no se asustaron.

Owen se acercó y le masajeó el cuello y la espalda. Eso siempre ayudaba y Carlos le había enseñado a hacerlo, así que le ayudaría.

"¿Qué le pasó al chico, qué le pasó a Mike?"

Aromas diferentesWhere stories live. Discover now