Huele a cambio

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TK se miró en el espejo. El resto del equipo ya había abandonado el parque de bomberos y se había ido a casa después del turno, pero TK había decidido tomarse un poco más de tiempo en la ducha porque se había pasado la mayor parte del día sudando. Se había tomado la temperatura, pero no tenía fiebre.

Tampoco habían hecho gran cosa durante el turno, así que no sabía de dónde venía tanto calor. Apenas le dejaba concentrarse en otra cosa que no fuera la imagen de Carlos de todas las formas posibles, todas ellas especialmente excitantes, y su cerebro seguía diciéndole que se fuera ya a casa, que buscara a Carlos y... llevara a cabo todas aquellas escenas.

Volvió a lavarse la cara con agua fría a pesar de que acababa de salir de la ducha, pero sus mejillas seguían calientes.

Terminó de vestirse y bajó las escaleras para marcharse.

Se cruzó con Judd, aunque antes de verlo percibió el fuerte olor de su colega que nunca antes había notado. Se quedó mirándolo un momento mientras Judd terminaba de limpiar el camión de bomberos.

"¿Todo bien, TK?" preguntó su amigo y TK jadeó.

"Sí... sí... es que...". El olor de Judd se hizo aún más intenso y tuvo que dar un paso atrás.

No podía decir que se sintiera atraído por él; Judd no era su tipo, y tenía a Carlos, y había mil cosas más que hacían absurdo pensar que de alguna manera pudiera sentirse atraído por él.

Pero la sensación era extraña.

"Tengo que irme".

TK salió corriendo, aunque seguía oyendo a Judd llamándole para preguntarle si necesitaba algo. Pero lo que TK necesitaba era alejarse... aunque no tenía claro en qué dirección exactamente.

Siguió corriendo y pronto empezó a sudar y su corazón se aceleró. Se cruzaba con la gente y cada uno de los hombres que pasaban a su lado le hacía sentir de una manera diferente: algunos, incluso aquellos a los que ni siquiera podía ver la cara, le resultaban atractivos; a otros los rechazaba, como si los conociera y en cierto modo los odiara, y luego estaban los que le miraban.

Podía reconocer cierta mirada de deseo desesperado en algunos, la que un alfa sentía por un omega; pero como beta nunca se había visto en esa situación. El beta estaba allí para estar literalmente en medio, para complacer a los alfas, para trabajar para ellos, para hacerles compañía hasta que el alfa en cuestión encontrara al omega con el que se unirían para siempre y formarían una familia.

TK siempre había sido un beta. Le gustaba todo el mundo y había satisfecho las necesidades de algunos alfas cuando se lo habían pedido, pero cuando Carlos apareció en su vida, sólo tenía ojos para un alfa.

Su padre le había dicho que tuviera cuidado con enamorarse del policía. "Es su naturaleza alfa, encontrará una omega y tú... pasarás a un segundo plano y dejará de sentirse atraído por ti".

"Carlos no es así, papá. Lo noto, me quiere y lo hemos intentado...".

"No te fíes de las promesas de un alfa, eso te lo puede decir tu madre de mí. Los alfas sin omegas no son de fiar y tarde o temprano te dejarán tirado."

"¿A cuántos omegas has dejado tirados?".

"Eso es cosa de tu padre".

Llegó a la puerta de casa convertido en un baño de sudor, acalorado, excitado, tembloroso y con la sensación de que iba a explotar si no se encontraba pronto en brazos de Carlos, desnudos los dos, en la cama o en el sofá, en la ducha, en cualquier sitio, pero... pero... pero....

Gruñó y apoyó la cabeza en la puerta porque no tenía muy claro lo que le estaba pasando. Había oído hablar del celo, pero sabía que sólo era cosa de los omegas, cuando estaban listos para aparearse e iniciar el ciclo reproductivo.

Aromas diferentesWhere stories live. Discover now