El miedo del vínculo

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Carlos buscó todas las razones y excusas posibles para quedarse en casa. Se pasó todo un fin de semana en internet buscando todos los problemas que el cansancio y el estrés del trabajo podían causarle. Leyó revistas médicas y reseñas de todo tipo, y se tomó la tensión y la temperatura tres veces la noche antes de volver al trabajo, pero nada hizo cambiar de opinión a TK.

"Babe, estamos a punto de tener gemelos, vamos a necesitar una casa más grande y si queremos comprar la que miramos, vamos a tener que apretarnos el cinturón, sobre todo si no vuelvo a trabajar. Aún me quedan un par de meses antes... quizá casi tres".

"¿Piensas trabajar hasta el último día?". Carlos le hizo sentarse en el sofá, le colocó dos cojines detrás de la espalda y le levantó las piernas. "Es hora de comer algo, ¿qué quieres que te prepare?".

"Carlos, para".

"No, de verdad. Venga, quiero prepararte algo de comer, ahora que vuelves al trabajo no sé qué vas a comer en el parque de bomberos."

"Carlos, mi padre y Paul  están cocinando. Te aseguro que no me van a dejar comer nada insano ni nada que pueda hacer daño a los bebés. Además, voy a estar todo el día rodeado del equipo con Tommy y Nancy preocupadas por mí".

Carlos tomó aire bruscamente y dejó caer los hombros mientras se echaba a reír.

"Estoy siendo una reina del drama, ¿verdad?".

TK se acercó a él, aún no se acostumbraba a su abultado vientre, parecía que se había levantado un día y le había crecido. Protestó por no poder moverse con la misma agilidad que dos días antes, con los gemelos creciendo en su interior. Pero iba a ser padre, eso lo compensaba todo.

Le dio un beso a Carlos y le miró. "¿Qué tal si cocinamos algo los dos juntos? A partir de mañana nos vamos a ver menos".

"No me lo recuerdes, por favor. Voy a intentar cambiar mis turnos para poder combinarlos con los tuyos. Creo que podría pasar todos los días a comer contigo y puedo recogerte cuando termines".

"Lo estás haciendo otra vez", dijo TK riendo. "Te estás agobiando por nada. Voy a estar bien, voy a tener una docena de ojos puestos en mí todo el día. Te aseguro que estaré más vigilado en el parque de bomberos que aquí en casa".

Carlos asintió. Se levantó y le ofreció la mano a TK para que le siguiera. Le rodeó la cintura con las manos y se las apoyó en el vientre, esperando poder sentir a los bebés. TK ya le había dicho varias veces que los había sentido dar patadas, pero él aún no había tenido esa oportunidad.

Lo deseaba con todas sus fuerzas, pero esta vez tampoco ocurrió.

Después de cocinar juntos, cenar y ver un poco la tele, se fueron a la cama. TK necesitaba descansar para volver al trabajo con fuerzas. Después de tantas semanas de baja, casi había olvidado cómo eran los turnos, pero en cuanto entró en el parque de bomberos sonrió y se sintió como en casa.

No se equivocaba cuando decía que iba a tener unos cuantos pares de ojos encima durante todo el turno, Owen se las había arreglado para, disimuladamente, tener a un miembro del equipo cerca de él en todo momento y la verdad era que una parte de él lo agradecía, más que nada por el bien de Carlos y para que su novio estuviera más a gusto en el trabajo.

Carlos: ¿Qué tal el día? No te estás cansando mucho, ¿verdad?

TK: Estoy bien, Tommy me tiene haciendo trabajo de oficina todo el tiempo. Incluso me deja sentarme en su escritorio. ¿Crees que quedaría bien como capitán?

Carlos: No me digas que estás pensando en robarle el trabajo a Tommy. ¿Quieres morir?

TK: ¡No! Nunca se me ocurriría algo así, pero, no sé, dentro de unos años, cuando los niños sean mayores, quizá podría presentarme al examen de capitán.

Carlos: Me imagino que estarías genial como capitán. Pero en serio, ¿cómo estás?

TK: Babe, estoy bien.

Carlos: Bien.

TK: Carlos, cariño. Eres policía y no me gusta la idea de que estés preocupado por mí y distraído. Podría pasarte algo por no estar concentrado.

TK: Necesito que estés bien.

Después de los primeros días de vuelta al trabajo, la vida era normal y poco a poco Carlos se tranquilizó al ver que TK comía bien, dormía por la noche, no hacía turnos nocturnos porque Tommy no le dejaba, y al parecer los gemelos estaban tranquilos durante las horas de trabajo de su padre.

"Creo que van a ser grandes bomberos", dijo Judd con orgullo. "Ya me imagino a la próxima generación de los 126, los gemelos de Tommy, Charlie y tus gemelos".

"¿Qué tal si les dejas empezar a andar antes de planear su futuro como primeros intervinientes?".

Marjan se rió y se dejó caer en el sofá. "Y tú quieres ser su capitán, ¿verdad, Judd?".

La sonrisa de Judd se ensanchó.

"Para cuando los niños tengan edad para trabajar aquí, todos estaremos jubilados, tú el primero, Judd", replicó Paul, burlándose de su amigo.

"Creo que las gemelas Vega serán capitanes, Isabella será como su madre, capitana de los paramédicos del futuro, y Evie será tu sucesora, Judd", añadió Mateo.

Aromas diferentesWo Geschichten leben. Entdecke jetzt