Capítulo 37 - El día antes. La excursión hasta el lago.

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Cuando salieron al jardín trasero, fueron directos hasta el pequeño cobertizo donde se guardaban las bicicletas. La mayoría de ellas llevaban años sin ser utilizadas pero estaban impolutas: ni una pizca de polvo, brillantes y limpias, como si fueran nuevas. Aquello era una de las cosas que más le gustaban a Aiden de la magia. Todo parecía estar preparado para durar.

Cogieron las dos bicicletas que estaban más cerca de la puerta y las arrastraron fuera. Después de ajustar los sillines y colocar las mochilas en los portaequipajes, empezaron a pedalear en dirección hacia el lago. Llevaba recorriendo aquellos kilómetros diariamente durante bastantes semanas y, aun así, aquel día parecía que era la primera vez. El sol brillaba en el cielo y, a pesar de que había amanecido hacía poco tiempo, la temperatura había ido subiendo hasta formar una película de sudor en la frente de ambos chicos. El camino de tierra estaba lleno de piedras y agujeros por lo que, después de media hora de camino, Aiden se quejó en voz alta.

—Parece que se me está agitando el cerebro con tanto movimiento. ¿Falta mucho para llegar? —preguntó al ver que estaban cerca de la colina en la que solían entrenar.

—Nunca he ido hasta allí. Esta también es la primera vez que me alejo tanto de la escuela, pero según su página web, debería de haber un sendero más adecuado para las bicicletas si giramos, en un par de kilómetros, a la derecha.

Tal y como Rian había dicho, el sendero se bifurcaba un par de metros por delante, dando paso a un camino perfectamente asfaltado en la rama de la derecha.

—¿Llegaremos al lago si seguimos por ahí? —preguntó Aiden mientras echaba un ojo a los alrededores—. A ver si nos vamos a perder.

Estaban en una zona con bastante vegetación. Los árboles eran bastante frecuentes cerca de la colina y apenas se habían alejado de ella un par de kilómetros.

—Sí. Es algo más de distancia, pero como podremos ir más rápido llegaremos antes.

—Estupendo —Aiden se puso de pie y empezó a pedalear con fuerza. Cuando se había alejado un par de metros de su compañero, giró la cabeza y le gritó por encima del hombro—. A ver quién llega antes.

—¡Mira que te gusta hacer trampas! —gritó Rian como respuesta, antes de pedalear con más fuerza para alcanzarlo.

Fueron bastante igualados durante todo el trayecto, pero después de un derrape que casi lleva a Aiden a caerse por una ladera, decidieron dejar a un lado la competición e ir más despacio. Quince minutos después llegaron a las orillas del lago. Dejaron las bicis apoyadas en uno de los árboles y estiraron un par de toallas debajo de su sombra. Aiden se sentó encima de una después de beberse la mitad de su botella de agua.

—Al final aún tardamos bastante en llegar—comentó Rian sentándose a su lado.

—Ya, menos mal que no lo hicimos andando.

Aiden se dejó caer sobre la espalda y colocó sus manos detrás de la cabeza. A través de las hojas del árbol se podía ver el azul del cielo. Estaban a varios kilómetros de cualquier civilización, rodeados de plena naturaleza y a pesar de ello todavía seguían en el recinto del colegio.

—Se está genial—dijo Aiden cerrando los ojos.

—Sí...

Aiden notó como Rian se recostaba, imitando su postura pero no abrió los ojos para confirmarlo.

—Oye... —dijo Rian al cabo de un rato, rompiendo el silencio.

—Dime.

Aiden notó cómo vacilaba antes de preguntar y supuso que quería hablar de algo importante. Abrió los ojos y giró la cabeza para mirarlo. Rian estaba tumbado a su lado, con las manos cruzadas encima del estómago y la mirada perdida en el cielo. La frente todavía le brillaba del sudor y tenía un par de mechones de pelo, húmedos, que se levantaban desafiando la gravedad.

Victoria ColateralWhere stories live. Discover now