Capítulo 36 - El día antes. Un extraño desayuno.

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Cuando el despertador sonó al día siguiente, Aiden ya estaba levantado, duchado y vestido. Estaba sentado en el alféizar de la ventana mientras revisaba las redes sociales. Mucha gente no paraba de comentar sobre la competición que tendría lugar al día siguiente y algunas personas se habían puesto a hablar sobre las posibilidades del Kettou. A pesar de que para Aiden todo aquello era nuevo, muchos de los internautas conocían a Rian de años anteriores. Parecía que había bastante expectación sobre su actuación y eso lo tenía de los nervios.

—¿Se puede saber por qué está sonando tu despertador si tú ya estás despierto? —protestó Thiago poniéndose la almohada encima de la cabeza.

No era de extrañar. Era sábado y apenas eran las ocho de la mañana.

—Estoy demasiado nervioso para poder dormir. He quedado con Rian dentro de una hora y no sé qué hacer para matar el rato.

—Entiendo. No querrás que te haga compañía hasta que sea la hora, ¿verdad?

—¿En serio? ¿Harías eso por mí?

Antes de que Aiden pudiera reaccionar, la almohada de Thiago impactó contra su cara.

—Obviamente no. Sal de la habitación y vete a molestar a otro—gruñó por lo bajo metiéndose debajo de las sábanas.

—Joba, cómo te pasas conmigo—se lamentó el joven antes de dejar la almohada encima de la cama, coger la mochila y salir de la habitación.

Fue hasta el comedor. Ya que estaba despierto, mataría el tiempo desayunando mientras veía alguno de sus vídeos favoritos en YouTube. Uno de los creadores de contenido que seguía, había subido la noche anterior un análisis de la final de la competición de duelos del año anterior y se moría de ganas por verlo. Cogió unas tostadas con mermelada y un café bien grande antes de sentarse en una de las mesas del fondo. Se puso el vídeo mientras comía con calma, totalmente ajeno al ruido de su alrededor. Cuando algo le interesaba era capaz de abstraerse por completo. Un par de minutos después, Nadya se sentó enfrente suya.

—Hola—dijo sin más.

Llevaban casi una semana sin hablar. Después del incidente en la puerta del colegio la joven lo había estado evitando.

—¿Qué hay? —respondió Aiden pausando el vídeo y centrándose en la chica—. Hacía tiempo que no hablábamos.

—Sí... He estado un poco liada estos días, pero quería hablar contigo.

—Claro, dime.

—Yo... Primero quería disculparme. Siento que lo que te dije el otro día estuvo un poco fuera de lugar.

—Sí, un poco... —afirmó.

—Te prometo que no lo hice por mal. Escuché tu nombre en una conversación de la directora y no pude evitar... no pude evitar querer saber más. Lo siento mucho, Aiden. De verdad. No debí escuchar esa conversación y no debí echarte nada en cara—se disculpó Nadya bajando la mirada.

—No me importa que te enteraras. Me molesta que no confíes lo suficiente en mí como para atacar de esa manera a Rian. Es mi compañero y no le has dado ni el beneficio de la duda.

—Aiden, llevas en este colegio tres meses. Yo llevo desde septiembre. He visto todos los problemas que ha causado y cómo todo el mundo los ignora porque es un prodigio. Rian no es tu amigo y no lo va a ser.

Aiden hizo una mueca y bajó la mirada a su plato con tostadas. Posiblemente nadie lo conocía tanto como él. Rian había estado centrado en ser el mejor desde que había puesto un pie en ese colegio y estaba seguro de que no se iba a disculpar por ello. Posiblemente no tenía ni el más mínimo interés en relacionarse con nadie, pero confiaba plenamente en él. Si había dicho que sería un buen amigo, lo sería. No tenía dudas.

—Ya lo verás por ti misma—respondió finalmente encogiéndose de hombros.

—No voy a ver nada que...—la voz de Nadya se fue haciendo poco a poco más baja hasta desaparecer por completo en mitad de la oración, mientras tenía la mirada perdida en un punto situado a su espalda.

Aiden se giró justo en el momento en el que Rian llegaba con su bandeja y se sentaba a su lado.

—No quedaban cereales de chocolate—dijo a modo de saludo mientras revolvía sin mucho entusiasmo una especie de gachas grisáceas con bastante mal aspecto.

Aiden lo miraba con la boca ligeramente entreabierta. Nunca se habían acercado fuera del horario de entrenamientos y menos dentro de las instalaciones de la escuela. Y sobraba decir que era la primera vez que se acercaba a él mientras estaba comiendo con alguno de sus amigos.

—¿Qué? —preguntó Rian un rato después al notar la mirada fija de su compañero—. ¿He interrumpido algo?

—No, no, qué va. Me ha sorprendido que te sentaras con nosotros.

—Somos amigos, ¿no? —respondió llevándose una cucharada de su desayuno a la boca—. Deja de mirarme de una vez y cómete el desayuno. No quiero aguantar tus quejas sobre el hambre que tienes durante toda la mañana.

—¿Te has tomado ya un café? Parece que necesitas uno —sugirió Aiden con una sonrisita.

—No me gusta el café. Es amargo.

—Le puedes echar azúcar —dijo Nadya entrando en la conversación, todavía un poco cohibida.

—No me gustan las cosas dulces.

—¿Cómo puedes levantarte por la mañana y estar tan gruñón? —preguntó Aiden con una sonrisa en la cara.

—No estoy de ninguna forma—contestó.

—Dice, mientras protesta de nuevo.

Rian lo alejó de él, empujándolo por la cabeza, fingiendo un enfado que Aiden sabía que no sentía.

—¿Qué comes? —preguntó cuando consiguió librarse de su agarre.

—Gachas de avena.

—¿Está rico? —al ver que Rian asentía, desvió la mirada a la extraña papilla que tenía delante—. ¿Puedo probarlas?

Como respuesta, Rian le puso una cucharada delante de la boca que Aiden no tardó en comer. Cuando sintió la textura y el sabor de la avena, no pudo evitar poner una cara de desagrado.

—Uf, eso está malísimo—protestó Aiden mientras se llevaba la pajita de su bebida a los labios. Rian respondió con una pequeña sonrisa, pero no dijo nada—. No me extraña que estés siempre de tan mal humor.

Cuando Aiden levantó la mirada hacia su amiga, esta lo miraba con una mezcla de asombro y desconcierto.

—¿Qué? —preguntó confuso.

—Eso me gustaría saber a mí. Bueno, me marcho ya—se puso en pie y recogió los restos de su desayuno—. Aiden, ¿me llamas luego?

—Claro.

—Nos vemos—se despidió y se alejó a paso apurado como era habitual en ella.

Aiden se quedó pensativo. No entendía los comentarios de Nadya. Al final supuso que se habría dado cuenta de que, realmente, Rian y él eran amigos.

—¿Terminaste ya? —preguntó Rian poniéndose en pie.

—Sí, vamos.

Victoria ColateralWhere stories live. Discover now