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21 de diciembre de 1964

Otro golpe en su mejilla lo hizo retroceder.

—¡Aléjate de nosotros, loco!

Wilbur no sabe porque aquellas palabras le dolieron más que el golpe.

Después de que le rumor se corriera sobre lo que había pasado la mañana anterior, no lo habían dejado un solo momento en paz.

A donde sea que fuera recibía insultos o rechazo. Exceptuando la biblioteca.

Pero para poder llegar a la biblioteca, tenía que recorrer varios pasillos infestados de pacientes.

Por si aquello no fuera poco, también tenía que rehuir de los médicos a cargo suyo, pues no estaba dispuesto a vivir otra experiencia cercana a la muerte.

Sus intentos para llegar a la librería fueron en vano.

No había manera de pasar desapercibido.

—Por favor... solo quiero ir hacia allá...— señaló el lugar, levantándose con lentitud para no lastimarse más —intento alejarme...

—¡Si, mejor váyanse tú y tu amigo inexistente!

—¡Hey, no se rían! a la mejor su amiguito es invisible y no lo sabemos.

Las burlas de aquellos chicos le hicieron sentirse peor, comenzando a correr lejos de todos, con sus ojos repletos de lágrimas.

Pero como predijo, terminó chocando contra una pared al ya no poder sostenerse con sus débiles piernas. Aún seguía resintiendo lo que le habían hecho para "curarlo".

Aparte de eso, casi no comía ni bebía nada. No por gusto propio, solo que los alimentos eran escasos. O esa era la excusa que le daban.

¡Eso era lo menos importante!

Tenía que encontrar a Quackity lo antes posible. Ahora todo tenía sentido.

¿Era por eso que el menor no se dejaba tocar?

¿Por que no existía?

No existía...

¿Quackity realmente solo era parte de su imaginación...?

¿Quackity era consciente de eso...?

Un sollozo lastimero escapó de sus labios, dejando que su espalda chocara contra la pared para dejarse caer al suelo frío, quedando sentado en pleno pasillo.

Cubrió con rapidez su rostro, intentando desviar sus pensamientos a otra cosa, pero le era imposible.

Su mente estaba nublada con la imagen del pelinegro.

Tenía que ser una maldita broma de mal gusto. Si, debía ser eso.

—¿Por que a mí...?— murmuro con voz rota debido al estrés, soltando otro sollozo —¿por que siempre a mi...?

Ignoro por completo a todos los que se acercaban para burlarse de él, o los que iban solo a insultarlo. No le importaba.

Solo quería que Quackity volviera.

Y que le dijera que todo estaría bien.

Porque Quackity era real ¿verdad?

¿Verdad...?

Diary of... [Quackbur]Where stories live. Discover now