『PARTE 10』

211 32 2
                                    

Entre casi cargándola, escuchaba su risa de felicidad, de verdad que le urgía distraerse un poco de una responsabilidad ajena como cuidar veinticuatro siete de un bebé

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

Entre casi cargándola, escuchaba su risa de felicidad, de verdad que le urgía distraerse un poco de una responsabilidad ajena como cuidar veinticuatro siete de un bebé. Me hizo señas de silencio mientras entraba a la habitación del hotel, se sentó como pudo en un sofá al lado de la cama donde ella dormía junto a Riku. Dejó sus pertenencias, se levantó a ver a dicho bebé que aún no se encontraba aquí.

—¿Uh? —me miró—, yo había dejado aquí a mi bebé.

—Megumi ya lo está trayendo...

Escuché el sonido de la puerta y ella salió corriendo para abrir, le dedicó un hola junto a una sonrisa para cargarlo y llevarlo a su cama.

—Gracias Megumi, te debo una.

—Agradécesemelo no trayendo otro más al mundo —habló en voz baja.

—No digas tonterías.

—Ten —me lo puso en el bolsillo de mi camisa—, lo ocupas más tú y al parecer no los conoces. La respuesta lloro una hora.

—¡No te burles de mí!

Por primera vez sentí vergüenza por un tema así, esto era deprimente.
Se dio la vuelta, comenzó a caminar en dirección al elevador.

—Suerte, no hagas una tontería solamente, disfruta tu noche.

—¡Fushiguro!

—No somos niños, Satoru —sonrió de lado—. Después de doce años hay confianza, nos vemos, espero descanses.

Al entrar, pude notar que se encontraba arropando a Riku. Solté un bufido mientras me tumbaba en mi cama mirando al techo, escuché cómo tiraba sus zapatillas por algún lugar de la habitación, supongo que el pequeño bebé ya está dormido por eso ella se está poniendo cómoda para dormir.

Pero no pude procesar más cuando sentí un peso ligero sobre mí, sentí cómo tensé mis músculos al tacto. Parpadeó un par de veces para confirmar lo que veía, lo que sucedía, sentía que me mareaba poco a poco.

Sus piernas se encontraban a cada lado mío, a lo que su trasero se encontraba en la zona peligrosa. Sus manos se posicionaron lentamente a los costados míos, ¿eran los efectos del alcohol?, ¿debía parar esto?
El alcohol a veces es un empujón para lo que queremos hacer, es un método para tomar valor a lo que no nos atrevemos, ¿debería verlo como una señal de apoyo para hacer esto?, pero, ¿y si se arrepiente en la mañana?

Tenía dudas, tenía miedo, tenía deseo de ella, la tenía a mi disposición en ese momento. Pero, ¿cómo estar seguro?
Ella se acercó a mi rostro, el olor de su perfume me estaba mareando en el sentido de volverme loco, si estuviera en sus cinco sentidos, provocándome de esta manera, estoy seguro que la tendría debajo de mí gritando mi nombre.
Es la primera vez que lo pienso tanto, en mi vida me había preocupado por si estaban seguras o no, una vez que la oportunidad se daba, no se desaprovechaba, ¿por qué hoy sí?

—¿Aceptas? —susurró en mi oído—, por esta noche.

—Imposible que quiera que sea solo esta noche —carraspee un poco—, pero acepto.

—Entonces hazlo —beso mi cuello—, soy toda tuya esta noche. Estoy consciente de recordar esto.

Entonces en ese momento desconecte todo de mí para enfocarme en una sola persona, ella. Tomé su rostro para inclinarla a mis labios, al fin pude probarlos, justo como lo imaginé. Esto tendría que ser rápido por una razón, la cual dormía a nuestro lado.
Sentí como empezaba a mover ligeramente su trasero al frente y atrás sobre mí. El beso que empezó para saborear de ella, comenzó a tornarse más intenso.

Con mis manos, comencé a enmarcar su silueta, sus pechos tenían la medida perfecta para que puedan agarrarlos mis manos, su cintura estaba bastante bien marcada, sus piernas estaban perfectamente rellenitas para acariciar y dar ligeros apretones en ellas, y ni hablemos de su trasero.
Mis manos llegaron a el acariciandolos ligeramente hasta los muslos, regresando a ely apretándolo un poco. Moví mi cadera hacia arriba para profundizar aquella cercanía, su boca me estaba volviendo loco.

Bajó sus besos a mi cuello, mi respiración se estaba agitando de tan solo imaginar todo lo que podría pasar, desabotonó aquella camisa para mantenerla abierta y acariciar mi pecho y abdomen.
Pude haber experimentado sexo con más mujeres, repetir las posiciones una y otra vez, intentar otras, pero el simple hecho de esta inocencia con la que comenzaba me estaba volviendo adicto, me ocasiona más emociones que en toda mi vida sexual. Maldita sea, ¿qué hechizo haces (T/n)?

Mis manos comenzaron a levantar la parte de abajo de su vestido, pero preferí buscar la manera de deshacerme de él lo más rápido posible. Encontré aquel cierre el cual bajé con desesperación. Sus manos bajaron hasta mi cinturón, sabía lo que hacía, sabía que me estaba causando una desesperación enorme, haciendo las cosas lentas y sonriéndome.

La atraje a mi besando su cuello,
Este encuentro no podría durar demasiado, el deseo estaba acumulado y saldría todo en este momento. Terminé por arrancar su vestido, luego habría tiempo para reponerlo económicamente, aunque ella seguía en su labor de dejar besos, mi mente estaba imaginando demasiadas cosas.
Para mi suerte, esto avanzó hasta el punto de ambos quedar desnudos, mi parte favorita del encuentro.

En ese momento, entró.
Sentía una satisfacción que no recordaba sentir en mi vida, movía en ocasiones mi cadera hacia arriba para profundizar aquel encuentro, no daba saltos, ella preferiría moverse al frente y atrás para después dar pequeños saltos, repitiendo esto una y otra vez. Maldita sea, veía sus pechos menearse, su respiración agitada y sus mejillas rosas del calor del momento.
Tomé sus caderas indicando un poco la velocidad y la profundidad que aún podría obtener, los gemidos comenzaron a salir.

Terminé por girarla contra la cama, aunque me gustaba lo que provocaba y pude seguir más tiempo así, nada me asegura que habrá un segundo, tercero o más encuentros, por lo que debía aprovechar este momento. Comencé aquellas embestidas de menor a mayor, en el proceso besaba y lamía sus pechos. Temía que Riku despertara e interrumpiera esto.

Continuaba aquel baile de mi pelvis haciendo que ella consiguiera placer, que sabía perfectamente que lo disfrutaba, sus gemidos, mi nombre entre ellos me hacía continuar con más velocidad y fuerza. Si por mi fuera, toda la noche podría estar en esta posición o similar a ella, cuento con la condición y deseo necesario para hacerlo.

Sus piernas me apretaban mis caderas, entonces el anuncio de que aquel encuentro terminaría pronto se hacía presente, por lo que en un último gemido ronco mío y un grito de deseo acompañado de mi nombre dio final a ello.
Quisiera pasar el resto de mi vida y condición haciéndote mía en cada oportunidad, siempre y cuando lo desees.

Número impar (Satoru y tú)Where stories live. Discover now