『PARTE 08』

179 27 0
                                    

El llanto era demasiado fuerte, lo cargaba mientras lo mecía una y otra vez en mis brazos, pero era inutil. Decidí hablarle, probablemente en este momento no me entienda del todo, pero sé que lo hará pronto.

—Calma mi niño —susurré—, papá está aquí y no te dejaré solo.

La señorita (T/n) había salido junto a Nobara al mercado de la esquina, seguíamos este hotel en la playa, pero últimamente él se había encaprichado con ella hasta el punto de llorar por alejarse o ignorarlo. Esto estaba completamente mal.

—Riku, la señorita (T/n) va regresar pronto —intenté calmarlo.

Todo era inútil. Yo no era ella, yo no sabía ser ella, y esto estaba mal.
Quisiera que entendieras un poco lo que te hablo, eso sería perfecto. En momentos como este, es cuando extraño cuidar niños de mayor edad, pero quizás esto era algo que pasaría en cualquier momento. Solo que, mi tacto con los niños es nulo.

Escuché la puerta ser abierta, sus ojos brillaron al verla, estiró sus brazos soltando unos quejidos en protesta para ser soltado por mi o que lo llevara hacia ella. Soy su esclavo, maldita sea.

—¡Regresé Riku! —estiró sus brazos—, espero que te hayas portado bien.

—Digamos que para él, sólo existes tú —sonreí.

—¡Mira! —me mostró una fotografía—, eso pequeño es él

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.



—¡Mira! —me mostró una fotografía—, eso pequeño es él.

La había estado esperando en una cafetería cerca de donde ella había asistido a una consulta médica para revisión de su embarazo, que claramente yo costeé, era parte del inicio de mi nueva obligación. Observe sequel papel con pequeñas fotografías que podrían tomarse para ver dentro de su vientre.

En mi, era una sensación de emociones extrañas. Era una sorpresa que me resultaba un tanto extraña, recientemente había pasado mi cumpleaños, mi única compañía fue ella. Así estuviera nevando, ella se encargó de crear un pastel para mí al igual que una cena, su vientre ya empezaba abultarse, por lo que al ser imperativa le causaría problemas de comodidad.

—El próximo mes es posible que me informen sobre su género —comentó feliz—, así podré decorar su habitación en casa.

Me dolía saber que ella ya consideraba que viviría sola con nuestro hijo, me sentía un mocoso que no cumple su responsabilidad. Pero a la vez, un adulto que sabe perfectamente la situación y lo mejor entre ambos para la crianza y amor de un nuevo ser humano. ¿Mentirle que existe amor?, prefería mil veces la verdad que montar un teatro, al final, entendería. Ella no es tan mala para ponerlo en mi contra haciéndome ver como el villano del cuento, al contrario, ella siempre me pondría ante los ojos de ese futuro ser como el héroe que puede tener.

Pero para mí, es mejor que siempre vea a su madre como su centro mayor de apoyo, de amor, de refugio. Mi trabajo es impredecible y aunque conozco mis capacidades, no puedo asegurar que siempre estaré para él. Tiene más probabilidad ella de estar al cien por ciento pendiente que yo.

—Me sorprende —confesé—, nunca había visto algo así.

—No creía que esto podría pasar —miró la foto—, en cierto punto, fue un error mío en el que te arrastre en el.

—Confieso que no estaba en mis planes, algún día pasaría —tomé su mano—. Pero agradezco que tú seas la madre de mi primer hijo, se que seras su gran amor.

—Gracias Satoru.

—Será igual de fuerte que tú —sonrió feliz—, puedo imaginarlo.

—¿De verdad lo deseabas?

Me miró un poco sorprendida, para después sonreír y cerrar sus ojos.

—Si no fuera con alguien que amo, me hubiera desecho de esta responsabilidad desde que me enteré.

Entendí lo que quiso decir, acaricié su mano. Éramos amigos, éramos equipo y fuimos un extraño amor imposible de fluir a la perfección. Éramos una extraña relación, lo cual me dolía por ella.

—Bueno, solo porque saliste de tu cita médica te dejaré tomar chocolate caliente.

—¿Y pastel?

—Lo siento, pero es por el bien de ambos.

—Por favor, no quiero morir con ganas de probar el pastel.

—No seas tonta —regañe—, una vez que nazca podrás comerlo.

—¡Es broma! —soltó una risita—, pero si lo deseo.

Ella sabía algo que yo obviamente no.
Ella no quería hablar de eso al respecto, yo respetaba sus decisiones, pero esto era algo importante para compartir. Lo ocultaba bien, me engañó creyendo que todo estaba bien, dio todo su esfuerzo por él.

Ella quería que fuera el niño de mamá...

Número impar (Satoru y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora