O4 ꔛ moral conscience

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Los años pasaron y el hijo de Doyoung creció, convirtiéndose en un niño encantador. Era como un pedacito de su corazón hecho realidad. Tanto su madre como Taeyong, junto con su esposo Yuta, habían estado a su lado en el momento en que Jeno llegó al mundo. En ese instante, Doyoung sintió un torrente de emociones, desde el miedo hasta una inmensa alegría que amenazaba con hacerle llorar.

—Es igualito a ti, Do. —comentó su madre al ver a su nieto. Doyoung se inclinó para mirar el rostro adorable de su hijo.

—Sí, definitivamente se parece a mí.

Cuando Jeno tenía cuatro años, Doyoung creía que su vida estaría enfocada únicamente en criar a su hijo. Había llegado a pensar que no volvería a enamorarse, pero la vida le tenía una sorpresa reservada. Su amor por Jeno seguía siendo su razón de ser, y se sentía profundamente agradecido por tenerlo en su vida.

—Papi, —llamó el pequeño a su padre con su voz inocente.— Quiero más caramelos, por fis.

Doyoung sonrió al escuchar a su hijo, buscó el jarrón donde estaban los dulces y le entregó solamente dos. —Solo dos, Jeno. Ya no te daré más. —dijo Doyoung, poniéndose de cuclillas para estar a la altura del niño.— Si comes muchos, te dolerá la pancita.

Jeno asintió con un puchero y luego revolvió el cabello castaño de su hijo. Cada gesto y sonrisa de Jeno le recordaban mucho a su otro padre. Era como verlo revivir en cada pequeña acción del niño.

Una llamada interrumpió su momento y Doyoung se alejó al balcón mientras observaba cómo su hijo jugaba felizmente.

—Hola, Tae. —respondió por la otra línea.— Sí, estamos bien. Jeno comenzará el kinder pronto. Y sí, encontré un trabajo mejor en otro bufete de abogados. Ir al kinder lo mantendrá distraído y además que me ayuda mientras no estoy.

—Pero no puedes dejarlo siempre ahí. Jeno también merece pasar tiempo contigo. —Taeyong expresó su preocupación.

Doyoung suspiró, sabía que Taeyong tenía razón. Siempre encontraba a Jeno mirándolo con esos lindos ojos brillantes, y le resultaba difícil negarle algo que deseaba.

—Veré que puedo hacer, de verdad estoy haciendo lo que más puedo. —Taeyong le recomendó que no se apresura y tomará las cosas con calma.

Dos meses después, llegó el día en que Jeno comenzó el kinder como estaba planeado. Aunque era una etapa emocionante para el pequeño, el corazón de Doyoung se encogía cada vez que lo veía irse hacia la escuela. Era una experiencia común para todos los padres, pero Doyoung sentía una mezcla de orgullo y nostalgia al ver a su hijo dar sus primeros pasos hacia la independencia.

En la escuela, las mamás lo veían como un excelente padre y no podían evitar notar su atractivo. Doyoung era consciente de las miradas que atraía, pero su enfoque principal seguía siendo Jeno y asegurarse de que estuviera bien y feliz.

Jeno estaba siendo criado con sólidos valores y rodeado de amor. Sin embargo, no siempre era fácil, ya que en esta etapa de su vida, estaba llena de preguntas y constantemente cuestionaba sobre su otro papá.

Un día, después de recoger a Jeno de la escuela, Doyoung notó que su hijo estaba cabizbajo, con la carita hinchada de llanto. Actuó de inmediato, cargándolo entre sus brazos con preocupación. El niño se acurrucó en su hombro y balbuceó algo en el oído de Doyoung.

—¿Qué pasa, mi amor? —habló con dulzura, acariciando su cabello.— ¿Algo te hizo sentir mal en la escuela? Cuéntame para que pueda ayudarte.

Jeno se separó un poco y miró a su padre con ojitos llenos de tristeza. A pesar de su corta edad, lidiaba con situaciones que le resultaban confusas.

Like A Tattoo; jaedoWhere stories live. Discover now