XVII.

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Ambos cuerpos se movían por el salón con agilidad, girando en cada paso, Damian llevando más que nada el baile. Algo que sorprendió a Anya, al no esperar que alguien como él estuviera interesado en el baile o actividades sociales. No dudaba de sus capacidades, algo que estaba demostrando que era demasiado bueno.

Su mano en su cintura y otra tomando su mano, guiándola, sin mirar alrededor y solo observando, evaluando su rostro, con aquella expresión imperturbable.

Anya sostenía sus manos con guantes, aquellos que casi nunca se quitaba, solo las veces que habían estado a solas en sus habitaciones. Aquella idea despertó un latido doloroso en su pecho, sabía que no era un lugar para pensar en eso. Decidió centrar su atención en algo más para distraerse, por lo que entre vueltas y vueltas contempló a la gente que estaba al borde del área de baile. Podía sentir la mirada de la mayoría en ellos, siguiendo cada uno de sus pasos y pudo escucharlo, las voces.

"¿Es ella?" "No es para nada como había imaginado" "¿De qué sucio lugar ha salido?" "No puedo tomarla en serio, no es nada agraciada" "¿Sabes algo de ella, de donde ha salido?" "Me encanta su vestido y no esta tan mal"

Tragó saliva, sintiendo una presión en su pecho que le dificultaba el respirar, no sabía si lo estaba imaginando o de verdad esas voces se escuchaban de fondo. La seguridad que había alimentado al inicio comenzó a menguar, a sentirse insegura y deseaba encontrarse con Becky, escuchar sus palabras. Damian no estaba enterado de las clases de modales que había tomado para asistir a esa fiesta o la inseguridad que su pasado ocasionaba en ella.

-Anya -La mano masculina se presionó en su cintura para llamar su atención, lográndolo. -No mires a nadie más, solo mírame a mí.

Anya se confundió con ese comentario tan posesivo de su parte, hasta que la idea de pensar que tal vez él se había dado cuenta del efecto de las palabras alrededor le estaban afectado y quería hacer algo al respecto. Si ese era el caso, estaba siendo demasiado considerado para ayudarla. Por lo que decidió hacerle caso y se centró únicamente en Damian Desmond.

En el aroma del rey de Priwidor, sus ojos dorados atrapándola, su cabello oscuro peinado de forma tradicional que le daba una apariencia relajada pero elegante, su piel clara, su traje elegante hecho a la medida. La manera en que él la miraba y en sus labios dedicándole una ligera sonrisa de reconforte.

La música disminuyó hasta hacerse un susurro en el salón, brindando un descanso a las parejas en la pista, que se dispersaron a recuperar el aliento con alguna bebida o encontrándose para hablar con viejos conocidos.

Corazón de hierro y cenizas || Damianya week 2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora