Corazón de hierro y cenizas || Damianya week 2023

X.

Sus ojos verdes se abrieron cuando la luz del sol le dio directamente en los ojos, volvió a cerrarlos, colocando su brazo para cubrirlos. Tenía sueño, quería seguir durmiendo por lo que se reprimió a sí misma por no cerrar la cortina.

Hasta que recordó la razón especial por la que ayer olvido hacerlo. Se movió en la cama sintiendo el suave colchón, ayer las cosas se habían descontrolado de una manera que no hubiera esperado.

Ella por fin había escapado de Priwidor, sus manos casi acariciaban la libertad qué tanto había deseado. Pero cometió la imprudencia de preocuparse por el rey, sin saber el porqué, pero terminó regresando, sabiendo que estaba asegurando tortura o una muerte letal por su desobediencia. Pero la idea de dejarlo muerto era algo que sabía que no podría cargar con esa culpa. Y cuando lo vio lo supo, la coleta tangible en su mirada, la tensión flotando entre ellos cuando al fin pudieron discutir, él golpeando la pared a su lado por su descaro de aun querer hablar a pesar de lo que había hecho.

Anya había imaginado el filo de su espada en su cuello pero en cambio recibió los labios masculinos sobre los suyos. Y su corazón latió tan intensamente, al pensar que aquello qué había deseado cuando estaba escapando, se estaba volviendo realidad. Los labios masculinos la buscaban con urgencia, con desesperación, imponiéndose ante ella y lo único que su débil corazón pudo hacer es seguir la danza desenfrenada del beso. Y no solo porque él la tenía contra la pared, sino que todo el interior de Anya le suplicara qué lo hiciera, que recibiera la calidez del cuerpo masculino y ella misma se entregó a él, con el corazón en la boca, hechizada por el sabor masculino a frescura y menta. El rey de Priwidor inicio un fuego incontrolable en el interior de Anya. Pero él se alejó, cortando todo contacto y dejando las chispas encendidas en sus labios.

Y finalmente dijo aquellas palabras que terminarían de desarmar a Anya de tal manera, que su mente, por primera vez, se había quedado en blanco. Qué la necesitaba y que se quedará a su lado.

En es eso momento Anya se quedó totalmente muda, sin ser capaz de hablar y con nudo en la garganta por eso o aleteo incontrolable de la boca de su estómago. A pesar de eso, intento convencer a sí misma de que estaba refiriéndose a sus habilidades y lo valiosa qué era para el reino. Pero al ver la mirada de Damián derritiendo se ante ella lo supo, que podría intentar engañarse a sí misma pero que ella lo sabía, la realidad de sus palabras.

En el pasado Damián le había ofrecido riquezas y poder al estar con él. Pero en ese momento todo muy diferente, porque a Damián le estaba entregado lo más valioso qué tenía; el mismo. Le había confesado sus sentimientos, no qué la quería, sino que la necesitaba.

Damián Desmond se había enamorado de una plebeya cómo ella y se lo había dicho de frente, sin rodeos. Él la quería a su lado.

¿Y qué era lo que Anya quería? No lo sabía. Realmente estaba tan confundida al respecto. Porque lo había odiado desde el inicio, con sus ganas de salir de ahí en la más mínima oportunidad. Pero... todo cambio cuando pudo conocerlo mejor, como vio su lado vulnerable y ella mismo se puso excusas, como el ganarse su confianza, para no irse de su lado. Porque si realmente fuera su prioridad escapar y aborrecía todo de ahí, más que nada al rey, hubiera dejado qué atacarán Priwidor y se hubiera ido. Pero no lo hizo y se quedó y cada momento a lado de Desmond era agradable. Disfrutaba la manera en que él la hacía sentir, el cómo le había hecho ver lo que ella siempre vio como maldición, su habilidad, como una bendición. Le hizo pensar por primera vez que ella era para especial y que podría lograr lo que quisiera.